PRÓLOGO

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Con el calor que emitía la chimenea de la cocina de la casa principal de la familia Chae, Byun Seo Hyung, golpeó algunos troncos del interior brillante y rojo con un largo fierro delgado de metal, para que la llama se avivará más, se sentía demasiado cansada haciendo tareas que antes eran demasiado simples para ella, pero quería culpar a su abultado vientre. Se sentía como si llevase puestas mil capas de ropa y no solo sus simples prendas de sirvienta de color azul cielo con una banda en el vientre de color rosa, aunque la suya era blanca porque la normal, no alcanzaba a cerrar en su ancha cintura.

Tenía ocho meses, claramente le costaba moverse.

Había estado trabajando en la casa de los Chae, una familia rica de comerciantes, desde que tenía memoria, quizás desde que era una niña, cuando tenía doce años o un poco más. Seo Hyung levantó su cabeza y secó su frente con un paño húmedo todo su sudor, cada vez que se agachaba, después era difícil levantarse, las piernas le dolían, era tan cansado que creía que se iba a volver loca.

Ella no había pedido eso, hubiera preferido morir antes de haber terminado en una situación como esa, pero ahí estaba. Desafortunadamente, ese bebé que crecía en su vientre, era el resultado del deseo nauseabundo de su amo hacía ella, convirtiéndola en una amante más de una larga lista de mujeres de toda clase, pero era la única que había quedado en cinta. Era una mera criada de clase baja, ella ni siquiera se consideraba la más hermosa de todas las que había en la casa, ni la más joven o la que tuviera mejor cuerpo, sin embargo, así había parecido para su amo.

Toda su vida había sobrevivido por sus propios medios, no conoció a sus padres, dudaba que hubieran sido poderosos o influyentes, porque de haberlo sido, ella no habría tenido esa vida, solo había crecido en un área rural con un pariente lejano, que terminó vendiéndola a la casa Chae sin piedad alguna, para que hiciera las tareas de la casa e incluso trabajar en los graneros.

Se había hecho a la idea de que tendría una vida solitaria, pero sencilla, no había que hacer demasiado, solo vivir hasta morir con los suficientes años para decir que no había sido un nacimiento inútil, pero entonces Chae Seong, había puesto los ojos en ella. Un hombre que si bien, era rico, era estúpido y salvaje, su dinero venía de la venta de ganado, lo que lo convertía en un hombre sucio, o eso murmuraba la gente del pueblo, se decía que si no tenías negocios elegantes, tú también lo serías, de lo contrario, serías solo un charlatán con dinero y SeoHyung no podría estar más de acuerdo con eso.

Cuando comenzó a recibir preferencias a diferencia de las demás sirvientas, se sintió llena de fortuna, ilusa, creyó que había sido reconocida por su buen trabajo, trabajaba mucho más duro que las demás, solo lo hacía porque no quería perder ese trabajo, era todo lo que conocía, pero no era nada de eso, Chae Seong, había fijado sus ojos en ella, su nombre se convirtió en su peor pesadilla. Al final, siguió con las órdenes que le daban, como debería hacer cualquier criada y acepto todo de mala gana.

Pensó que sus ambiciones terminarían quedando en el pasado y terminaría escogiendo a alguien más, pero no sucedió nunca, era su favorita, en alguna ocasión, le dijo que tenía una piel suave, blanca, que era una belleza completa y sus expresiones eran duras pero cálidas, pero SeoHyung sentía nauseas cada que ese hombre la tocaba, todo eso paso en un transcurso de solo dos años. Lo que paso después, era lo que la había quebrado.

Cada que SeoHyung miraba su vientre, se sentía llena de ira, estaba furiosa con su yo del pasado que había permitido todo eso, pensando que ya pasaría después, se sentía furiosa por su yo del presente, que había tratado de beber un montón de tónicos para perder al bebé, todavía recordaba aquella noche con claridad en sus pensamientos más oscuros. Las criadas de la casa, la estaban mirando con lastima cuando no podía dejar de vomitar su tónico, y después había sido castigada enfrente de los aposentos del amo Chae, por hacer tanto escándalos.

Crisantemo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora