CAPÍTULO 1

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Me cubrí el rostro con la mascarilla y cerré la puerta del apartamento

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Me cubrí el rostro con la mascarilla y cerré la puerta del apartamento. Podría haber aprovechado para acabar de vaciar las cajas que aún se amontonaban en mi salón, pero ya era hora de que hiciera acto de presencia en la compañía con la que trabajaba desde hacía cuatro meses. En la sombra, claro. Nadie a excepción del CEO sabía quién se escondía tras el nombre de ZH. Eso iba a cambiar hoy. Estaba preparada.

Vivía justo enfrente de la compañía, apenas tenía que cruzar un paso de peatones para llegar a la puerta, pero esa era la primera vez que salía desde que llegué a Seúl. No es que tuviera alguna especie de trauma con el exterior, o alergia al sol como mi hermano insistía en inventarse. Que un grupo constante de fans estuviera permanentemente en frente del edificio en el que vivía no me incentivaba precisamente a abandonar mi nido. Por suerte no estaba ahí por mí — nadie a excepción del CEO, mi hermano, su novia y mi padre sabían dónde vivía —, si no por el grupo de idols. Solo esperaba poder pasar desapercibida el mayor tiempo posible, aunque eso significase entrar y salir a horas intempestivas para evitar ser vista.

Subí la capucha de mi sudadera, metí las manos en los bolsillos de la chaqueta y bajé la cabeza para ocultar mi rostro tras el cabello. Menos mal que no hice caso a mi padre y me lo corté. Era realmente útil tenerlo largo, igual que tener flequillo. Así tan solo mis ojos quedaban expuestos. Por desgracia, mis ojos eran lo más característico de mi persona, al menos en Asia.

Al llegar, deslicé mi identificación por el lector y empujé la pesada puerta. Björn estaba esperándome sentado sobre el pequeño mostrador de la recepción. Iba vestido con su habitual pantalón jogger y una camiseta tan enorme que bien podría servir de vestido. Estaba charlando, o al menos intentándolo, con el de seguridad, pero este se limitaba a hacer muecas a lo que fuera que mi hermano estuviera contándole. Al escuchar la puerta cerrarse alzó sus grises ojos y me dedicó esa enorme sonrisa suya capaz de calentar el corazón más gélido del universo.

— Diez minutos justos, ¿eh? — saludó bajando de un salto —. ¿Cómo lo haces?.

Llegó a mí y me pasó el brazo sobre los hombros, pegándome a su costado. Yo a duras penas le llegaba a la altura de la barbilla —más hoy que había decidido ponerme unas simples botas militares sin plataforma— pero eso no era impedimento para que él, que era pura fibra y tranquilamente pesaba veinte kilos más que yo, dejase todo su peso sobre mí metro sesenta.

— ¿Ser puntual? — pregunté haciendo una mueca porque me estaba pisando el pelo con el brazo —. Es mi superpoder, igual que aguantarte.

Björn me revolvió el pelo y besó mi sien sin importarle un pimiento que estuviéramos en público. Él era así, afectivo y pegajoso hasta el agotamiento. Yo también, no te creas, pero tenía un poco más de decoro al hacerlo frente a los demás. Me retiré la mascarilla y le hice una reverencia al guarda, que al reconocerme sustituyó inmediatamente su mueca de incomodidad a la más absoluta de las sorpresas. Se dobló exageradamente y me dió los buenos días.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora