Neizher
Podía oír a mi padre y a mi hermano discutir al otro lado de la puerta. Llevaban haciéndolo desde que había entrado al cuarto de baño hacía ya media hora. Al parecer mi padre creía que debían contarme algo antes de que saliera hoy de allí, mi hermano creía que era mejor no hacerlo. Yo solo quería que el dolor de cabeza desapareciera.
Apoyé las manos en el lavamanos e hice una mueca al ver la espantosa imagen que me devolvía el espejo. Iba a necesitar kilos de maquillaje para tapar todos esos moretones, por lo que me apresuré a comenzar con la tarea. Los chicos debían estar al caer y quería estar bien para cuando llegaran. Para cuando llegara. Sacudí la cabeza y me obligué a no pensar en él. No había venido a verme desde que desperté, y no le culpaba ni estaba molesta —dudaba que yo lo hubiera manejado distinto de estar en su lugar—, pero no debía crearme falsas esperanzas. Era muy probable que no quisiera venir hoy, al igual que no había hecho estos tres días. Los chicos me habían prometido que lo traerían con ellos, pero yo no estaba tan segura.
Este tiempo no solo había sido duro para mí. Descubrir que habías sufrido un accidente y que habías permanecido cuatro días en coma no era algo fácil de digerir. Menos lo había sido el hecho de descubrir que había lagunas en mi mente, pequeños espacios en blanco que no habían hecho otra cosa que agobiarme y estresarme. Lo más difícil, de lejos, fue estar rodeada de gente cuyos rostros no eras capaz de ubicar pero que, a su vez, algo en tu interior te decía que formaban parte de tu vida. Para ellos tampoco fué sencillo y, aunque trataron de minimizarlo, era más que evidente lo mucho que les dolió que no recordase nada de lo que ellos me contaron aquel primer día. Aún así, regresaron al siguiente y al siguiente. Yoongi no.
Aún había algunos vacíos en mi cabeza, pero la mayoría habían ido rellenándose, bien solos o con la ayuda de mi hermano y los chicos. Estos fueron los que tuvieron que ayudarme a entender ciertas imágenes que no lograba descubrir si eran reales o fruto de mi subconsciente. Durante el tiempo que había estado en coma había vivido situaciones que, al despertar, creí que habían sido ciertas. Algunas, por desgracia, lo fueron, otras estaban mezcladas y unas pocas fueron completamente creaciones mías. Había varias en las que Yoongi había sido el protagonista, por lo que, el segundo día que vinieron a verme, les pregunté al respecto. Por ese entonces aún no recordaba mucho de lo que había compartido con ellos, pero sin duda aquella noche aquello cambió.
— Vale, siguiente — dije. Kookie y Jimin estaban sentados a los pies de mi cama, mientras que Tae ocupaba la butaca de mi derecha —. Min Yongi... — Yoongi, me corrigieron los chicos ya que aún mi coreano no era del todo fluido —. Yoongi, vale. ¿Se ha quedado a dormir en el hospital?.
Una de las primeras cosas que recordé, incluso antes de empezar a balbucear de nuevo en coreano, fué la voz profunda de un chico leyéndome y susurrándome hasta quedarse dormido a mi lado.
— Dos noches — respondió Jimin con un asentimiento.
— ¿Sabéis si me leía?.
No me pasó desapercibida la mirada que intercambiaron los tres, claramente preguntándose si debían decírmelo o no, pero habíamos establecido que nada de secretos.
— Si — dijeron a la vez tras un par de segundos. Después fué Tae el que continuó explicando —. Lo hacía mucho. Cuando el médico dijo que habías entrado en coma, lo primero que hizo fue empezar a informarse y en alguna parte leyó un estudio en el que decía que la gente en coma podía oír y que era bueno hablarles o ponerles música. Se sentaba aquí durante horas, a veces leyéndote, otras contandote cualquier cosa que le pasara por la mente.
— Creo que en cuatro años nunca lo hemos oído hablando tanto y tan seguido — se rió Jimin con cierta amargura tiñendo su voz.
Retorcí las sábanas entre mis dedos mientras buscaba valor para preguntarles lo que realmente había querido hacer desde que saqué al chico a relucir. Has estado a punto de morir, Nei, me dije a mi misma. De hecho lo estuviste durante dos minutos, aún así fuiste lo suficientemente fuerte para volver. También lo fuiste para despertar. ¿Vas a dejar de serlo ahora por eso?. La respuesta se formó al instante dentro de mi cabeza.
— Hay varias cosas que recuerdo oírle decir, o creo hacerlo. ¿Puedo deciroslas y vosotros me decis si son ciertas o no? — les pregunté con él los latidos del corazón martillando en mis oídos. Los chicos asintieron. Allá vamos —. Que es Daegu, que sus padres no le apoyan en esto de la música, que abandonó su ciudad natal sin un solo duro en busca de una oportunidad para dedicarse a esto, que mientras estabais de trainers trabajaba de repartidor por las noches para que todos pudierais acostaros con algo en el estómago, que sufrió acoso escolar y durante años depresión y... que me quiere.
Mi voz fue descendiendo hasta convertirse en apenas un susurro, pero supe que los chicos oyeron todo, porque en cuanto pronunció las dos últimas palabras sus ojos se abrieron de par en par.
— Si, si, si, no sabíamos que lo hacía por eso, si — fue respondiendo Kookie a cada una de mis afirmaciones —... y si.
Aquella noche no dejé de pensar en él, de hecho no dejé de hacerlo en ningún instante, especialmente cuando una pregunta empezó a arraigarse en mi cerebro. ¿Y yo?.
— Nei, ¿todo bien?.
La voz de mi hermano me trajo de golpe al presente. Me miré una última vez en el espejo para comprobar que todos mis moretones estaban cubiertos y salí del cuarto de baño.
— ¿Ya habéis dejado de discutir? — les dije mientras guardaba mi neceser en el bolso —. Sea lo que sea de lo que discutáis, no quiero saberlo. Creo que si retengo una cosa más me va a explotar la cabeza.
Me senté en la cama y empecé a doblar la ropa para guardarla bien. Mi padre salió de la habitación en busca de un café mientras mi hermano y yo nos enzarzábamos en una de nuestras míticas discusiones. Esta vez el causante no había sido otro que el estuche desaparecido de mis gafas. Él aseguraba que lo había guardado en mi bolso, yo le decía que allí no estaba y él me insultaba de vuelta. En esas estábamos cuando escuché la inconfundible voz de Jimin.
Alcé la cabeza justo para encontrarme a los chicos entrando por última vez en la habitación del hospital. Mis ojos automáticamente buscaron a un chico bajito de cabello rubio platino y ojos pequeños. En cuanto lo encontré, en medio de los demás, vestido con unos sencillos jeans y una camiseta negra oversize, una corriente eléctrica me recorrió la columna. Sentí mis mejillas arder cuando sus ojitos castaños recorrieron mi cuerpo como si intentase convencerse a sí mismo de que realmente estaba ahí. Una sonrisilla tironeó de mis labios. Había venido. Estaba aquí.
— Hola, Yoongi.
Me pareció la cosa más dulce y tierna cuando este miró a sus hermanos con los labios entreabiertos en busca de que confirmaran que no había perdido la cabeza.
— Parece que vaya a darte un derrame en cualquier momento — dije recordando lo mucho que nos gustaba chincharnos.
Sus ojos volvieron a clavarse en mí y entonces me prometí algo a mi misma. Iba a dejar los miedos atrás.
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Bajo el foco [Yoongi]
FanfictionCuando Eveneizher abandonó los escenarios no creyó que, años después, los causantes de que volviera a desearlo fueran un grupo de siete jóvenes llenos de ilusión, talento y un carisma arrollador. ☆No copias ni adaptaciones ☆ ☆Historia completamente...