CAPÍTULO 24

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¿Qué...?. Mi corazón latía con tanta fuerza en mis oídos que no estaba segura de haber escuchado bien. No podía haber dicho lo que yo creía, ¿verdad?. Era mi mente jugándome una mala pasada, era imposible que hubiera dicho que estaba enamorado de mí. Si lo estuviera me habría devuelto el beso en lugar de quedarse como una piedra. Definitivamente había entendido lo que yo quería en lugar de la verdad.

— Lo de antes... el beso. Siento no haber reaccionado como esperabas — dijo. Cerré los ojos e intenté sin éxito volver a separarme, pero con sus dedos bajo mi barbilla me obligaron a alzar el rostro para mirarlo directamente —. No es porque no quisiera, Nei. No he pensado en otra cosa desde que aterricé en España, creéme, solo... no me lo esperaba en absoluto. Llevaba horas preparándome mentalmente para que al abrir los ojos te alejaras de mí. Besarme es lo que menos pensaba que harías.

No sé en qué momento abrí los ojos. No sé cuando alcé las manos para aferrarme a su camiseta. No sé si ya estaba sonriendo o empecé a hacerlo en el instante en el que sus pulgares comenzaron a trazar tortuosos círculos bajo mi labio. Lo que sí sabía era lo fuerte que latía mi corazón y lo mucho que el aire entre nosotros se había viciado.

— No voy a irme a ningún lado — conseguí decir a pesar del fuerte revoloteo en mi estómago.

El aliento de Yoongi rozó mis labios cuando se inclinó hacia adelante, erizando hasta el último centímetro de mi piel. Lo vi cerrar los ojos a la vez que su nariz rozaba la mía y aunque sabía lo que iba a hacer, aunque lo deseaba con toda mi alma, fui incapaz de moverme para acortar la minúscula distancia que separaba nuestros labios. Una parte de mi aún creía que todo aquello no era más que fruto de mi creativa imaginación. Esa voz que tanto detestaba no dejaba de repetirme que un chico tan noble y dulce como Yoongi jamás podría fijarse en mí, no de esa forma, no cuando estaba tan rota. Aun cuando no me moví para ir a su encuentro, estos llegaron y en cuanto los sentí aquella voz perdió la poca fuerza que le quedaba. En ese preciso instante me prometí a mi misma que no volvería a escucharla.

Sus labios se deslizaron sobre los míos lentamente. Al principio fue apenas una leve caricia, un pequeño roce, pero ya solo eso bastó para arrebatarme el poco aire que quedaba en mi interior. Sus manos se deslizaron hasta mi nuca para poder inclinarme el rostro mientras trazaba suaves caricias con sus pulgares en la línea de mi mandíbula, pequeñas caricias que iluminaron mis párpados cerrados con miles de estrellas. El beso se transformó en el preciso instante en el que alcé las manos con las que me había estado aferrando a su camiseta. En cuanto mis dedos rozaron su suave cuello, todo explotó. Un jadeo escapó de entre mis labios abiertos cuando me presionó contra él, dándole la oportunidad perfecta para aventurarse dentro de mí y arrebatarme la poca cordura que me quedaba.

— Nei es hora de...

Nos separamos como si nuestro contacto quemase, con la respiración entrecortada y las mejillas encendidas justo en el momento en el que mi hermano abría la puerta. No fui capaz de alzar la vista aún sabiendo que mi hermano estaba parado en el umbral, mirándonos de hito en hito, seguramente con la boca abierta cual pez. No era capaz de mirar tampoco a Yoongi, no cuando todo mi cuerpo literalmente vibraba por lo que acababa de pensar. Era plenamente consciente de que tan solo había sido un beso —mi primer beso—, pero me avergonzaba muchísimo que viera lo que este me había hecho sentir.

— ¿Estabas besando a mi hermana?.

— Los dos lo estábamos haciendo.

Pese a que lo que más quería en ese momento era esconderme en el cuarto de baño, no pude evitar alzar la vista al oír la respiración agitada de Yoongi. Cuando nuestros ojos se encontraron una radiante sonrisa empezó a tirar de las comisuras de sus labios. Esos condenados labios que me moría por seguir explorando. Apreté los míos, no sé si para esconder el temblor de estos o lo mucho que quería devolverle el gesto.

— ¿Querías algo o solo molestas porque es tu nuevo hobby? — le increpé.

Björn alzó y bajó las cejas provocatívamente mientras sonreía como un auténtico maníaco.

— No sabía que con resaca te ponías juguetona — se burló.

Cogí una almohada y se la lancé a la cara, pero por desgracia no llegó a darle. Malditos reflejos. Después de unas pocas burlas más por su parte, bajamos los tres a la planta baja, donde Mara estaba ya trasteando en la cocina con unas enormes gafas de sol y sin peinar. La ayudé a preparar el desayuno, aunque por las horas que eran bien podría ser el almuerzo, mientras mi hermano y Yoongi se sentaban en los taburetes de la isla para darnos charla.

El día pasó realmente rápido y cuando quise darme cuenta ya eran la una de la madrugada y estaba sola en el sofá de mi sala de estar, esperando que mi mejor amiga llegase de trabajar. Durante la mañana había estado bastante cohibida, sin saber muy bien cómo actuar, pero la cosa fué mejorando a medida que pasaron las horas. Yoongi se mostró conmigo igual que siempre. Si Björn no hubiera sido testigo de nuestro pequeño momento, dudaría que este hubiera existido, pues no hubo un cambio sustancial en su comportamiento. Al principio aquello me desconcertó, ¿iba a hacer como si nada hubiera pasado?. Luego lo comprendí y me hizo sonreír como una niña. ¿Por qué debía cambiar su actitud conmigo, es lo que realmente quería?. La respuesta llegó inmediatamente. No, claro que no. Me gustaba este Yoongi, el que aprovechaba la mínima ocasión para burlarse de mí, el que me podía sentar en el borde de la piscina para discutir durante horas sobre el orden a la hora de producir una canción, y el que me dedicaba pequeñas sonrisas cuando nadie más miraba.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no oí a Mara llegar y el bote que pegué cuando sentí sus manos en mis hombros fué digno de una película de terror. Con la mano en el pecho y el corazón en la boca me volví en redondo para fulminar con la mirada, pero ella estaba tirada sobre el sofá riendo como si no hubiera un mañana.

— Eres imbécil — solté mientras empujaba su cuerpo con el pie —. Te odio.

Mara trató de atraparme por el tobillo pero desistió cuando la enterré debajo de una montaña de cojines.

— Vale, vale, me rindo — dijo alzando las manos para luego pasar a mirarme como si fuera un pedazo de carne —. ¿Qué haces tan sola, hermosura?.

— Esperarte para un cunnilingus. ¿Empiezas ya?.

Esta vez el cojinazo me lo llevé yo.

— Ahora, en serio — dijo acomodando a mi lado hasta descansar su cabeza en mi hombro —. ¿Dónde está el bombón coreano?.

— En la cama y antes de que digas cualquier barbaridad — me adelanté —, es por el jet lag. Mientras cenábamos se estaba durmiendo sobre el plato.

— ¿Y no le has hecho una foto?.

Estuvimos charlando sobre cómo le había ido la noche en el restaurante —el negocio familiar en el que trabajaba como encargada de sala—, además de cotillear un poco sobre antiguos compañeros de clase que al parecer se habían acercado a ella después de años sin dar señales de vida. Ella creía que era porque pensaban —pobres ilusos— que acercándose a ella podrían tener un minuto de fama conmigo, pero no contaban con que Mara tenía un radar para los interesados y yo no dejaba que cualquiera se me acercara.

— ¿Entonces estáis saliendo?.

Apoyé la cabeza en el respaldo del sofá y seguí jugueteando con sus uñas mal pintadas.

— No, o eso creo — vacilé —. No hemos hablado de eso, tampoco es que ninguno se lo haya preguntado al otro. ¿Eso se sigue haciendo o es cosa de críos?.

— Depende la persona — respondió encogiendo los hombros —. Yo prefiero aclararlo para que luego no haya malentendidos, igual que el tema de la exclusividad. Supongo que de eso tampoco habéis hablado, ¿no?.

Negué con la cabeza. Mara ya sabía todo lo que había pasado con Yoongi, me exigió hasta el último de los detalles en cuanto mi hermano soltó la lengua y yo, como buena amiga —no es que necesitase su opinión ni nada por el estilo— lo hice.

— ¿Y a qué esperas? — preguntó apartándose para mirarme.

— Estará ya durmiendo, Mara...

— Me da igual — dijo poniéndose en pie y tirando de mí para que la imitase —. Mueve tu exquisito culo, sube las escaleras e irrumpe en esa habitación de la que tienes prohibido salir con todas las dudas resueltas. Eso sí, si hay fornicio tienes que contarmelo nada más acabar.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora