CAPÍTULO 32

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— Pasa.

Abrí la puerta y asomé la cabeza con un nudo en el estómago. Yoongi estaba sentado en el sillón de su estudio con la cabeza gacha y los dedos rasgando las cuerdas de una guitarra. Al oírme alzó la cabeza y me dedicó esa sonrisa suya que tanto amaba.

— ¿Estás muy ocupado?.

Negó con la cabeza y cejó la guitarra a un lado para demostrarlo.

— Me está poniendo nervioso que sigas ahí parada en la puerta — dijo arrugando el ceño —. ¿Estás bien?.

¿Lo estaba?. Estaba desquiciada, nerviosa ante la idea de que Yoongi pudiera estar molesto por lo que habían publicado sobre mí. Seguíamos en nuestra pequeña burbuja, esa de la que tanto se burlaba mi hermano. Aún no habíamos tenido ni una sola discusión y, aunque era plenamente consciente de que llegaría el momento tarde o temprano, temía que la primera fuera por algo así. Por algo que otros decían.

— ¿Y tú? — pregunté.

— Ahora preocupado porque me hayas respondido con otra pregunta a algo tan simple — dijo —. ¿Puedes pasar, por fa?.

Eso hice. Me quité los zapatos en el pasillo y cerré la puerta tras de mí antes de cruzar el pequeño estudio para sentarme a su lado. Yoongi se giró para poder mirarme a la cara y al ver que me estaba mordiendo el labio, alzó la mano y deslizó mi labio fuera de la presión de mis dientes con una caricia que me erizó la piel. Automáticamente mis ojos fueron a parar a sus labios, algo a lo que me había vuelto adicta las últimas semanas, pero me impidió seguir contemplándolos. Con el mismo pulgar con el que me había acariciado, alzó mi barbilla para que lo mirase a los ojos. Era sorprendente como alguien que no era capaz de mirar directamente a los ojos a nadie, pudiera pasarse horas mirando los míos sin importarle lo más mínimo que yo hiciera lo propio.

— ¿Qué pasa, Nei? — preguntó con suavidad —. Sabes que puedes decirme cualquier cosa, ¿verdad?.

Asentí porque realmente lo hacía.

— No has mirado internet en lo que va de mañana, ¿no?.

Yoongi negó con la cabeza mientras sacaba el móvil del bolsillo de sus tejanos y lo desbloqueaba. No le hizo falta preguntar que es lo que tenía que buscar, simplemente deslizó el dedo hacia la sección de noticias y ahí estaba. Los abrió uno a uno y los leyó detenidamente sin dejar de acariciar el dorso de mi mano en ningún momento. También hizo lo mismo con el comunicado de la compañía. Durante todo el proceso no hice otra cosa que mirarlo, esperando ver alguna emoción en su imperturbable rostro, pero este apenas tuvo cambios. Algún que otro suspiro y apretón de labios, pero nada más. Cuando terminó, dejó el móvil sobre el escritorio.

— ¿Cómo está Kook? — fué lo primero que dijo.

Le conté un poco por encima como había ido a su estudio y me lo había encontrado llorando. También lo mucho que me costó tranquilizarlo, pero que al final pude lograrlo.

— ¿Y Tae?.

Arrugué los labios. Tae había aparecido en el estudio mientras trataba de consolar a Kook y lejos de ayudarme no hizo más que tirar leña al fuego. A fin de cuentas él y Kook mantenían una relación, al igual que Yoongi y yo, pero ellos a diferencia de nosotros debían mantenerlo en secreto incluso dentro de la compañía. Nadie más aparte de los chicos y yo lo sabía y por mucho que me fastidiase que tuvieran que esconderse, lo entendía. Corea no era precisamente un país muy liberal en cuanto a ese aspecto, menos aún entre famosos.

— Me echó en cara que no dijera que tú y yo estamos juntos cuando hice el directo — suspiré al recordarlo —. Dijo que si lo hubiera hecho dejarían en paz a Kookie y que al no hacerlo no dejarían de vincularlo conmigo o cualquier otra persona.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora