CAPÍTULO 34

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Nota: Contenido sexual explicito. (quien avisa no es traidor)

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Una risilla boba escapó de mis labios cuando Yoongi tropezó con uno de los juguetes de Duna, pero esta fue devorada por él, al igual que todo mi raciocinio.

Caminamos a tientas, sin molestarnos en encender las luces a nuestro paso. Mis manos estaban hundidas en su cabello mientras que las suyas no dejaban de presionarme contra su cuerpo. No había espacio entre nosotros, pero a Yoongi no le parecía que estuviera suficientemente cerca. A mí tampoco.

— Vamos a mi habitación — dije contra sus labios.

Noté el breve cambio en él, el instante en el que mis palabras lograron penetrar la neblina del deseo. Nunca habíamos pasado del salón y era plenamente consciente de lo que podía estar imaginando que iba a pasar. Una diminuta voz en mi cabeza me gritaba que pisara el freno, que aún no estaba preparada para tal nivel de intimidad, pero no era capaz de prestarle suficiente atención. No cuando Yoongi me alzó del suelo y me hizo aferrarme a él, no cuando podía sentir sus delicadas y varoniles dedos clavándose en la delgada línea de piel que había quedado expuesta en mi cintura, no cuando lo podía sentir suspirar contra mi boca cada vez que tocaba un punto concreto de su cuello con mi lengua.

Sentí el colchón bajo mi espalda, también como Yoongi apartaba algo con una de sus manos, pero no me molesté en comprobar que era. El aroma de su perfume me estaba volviendo loca y la forma en la que se acomodó, entre mis piernas abiertas, me hizo soltar un gemido. Yoongi comenzó a depositar pequeños besos en la línea de mi mandíbula, lentos y tortuosos, demasiado. Clavé mis dientes en el lóbulo de su oreja, haciendo que esta vez fuera él quien gimiera.

— Nei, si haces eso no seré capaz de parar — gruñó preso del deseo.

— ¿Quién te ha dicho que quiero que lo hagas?.

Sonreí cuando lo sentí apretarse contra ese punto de mi cuerpo que tanto le deseaba. Me moví bajo él, una vez y luego otra, dibujando pequeños círculos con mi cadera que le hicieron suspirar contra mi cuello. No sabía qué fuerza extraña se estaba apoderando de mí para darme la valentía de hacer algo así, pero fuera cual fuera no dejé de rogarle que no me abandonase. La sensación de poder, de saber que yo era la única causante de los sonidos que escapaban de la boca de mi novio me hacía sentir una verdadera diosa.

— Joder... Nei. Me estás volviendo loco — se quejó hundiendo sus puños en la colcha —. Amor... Preciosa, espera.

Me quejé cuando se alzó sobre sus manos para mirarme, impidiéndome que siguiera besando y mordiendo su cuello. Lo miré con el ceño fruncido y eso pareció resultarle gracioso porque una sonrisa torcida apareció en su rostro.

— No tenemos porqué hacer nada — dijo —. Lo sabes, ¿verdad?.

— No soy una cría, Yoongi.

Se inclinó hacia adelante y me depositó un demasiado casto beso en los labios.

— No he dicho eso.

— ¿Entonces? — me quejé cruzando los brazos entre nuestros cuerpos —. Si tu no quieres dilo y ya está.

Yoongi clavó las rodillas en el colchón y atrapó cada una de mis muñecas en sus manos para desenredarlas y aprisionarlas contra mi cama. Alcé la barbilla como una niña obstinada cuando sus ojos se clavaron en los mios.

— ¿Enserio crees que yo no quiero? — preguntó.

Fui a contestarle que eso era lo que parecía, pero las palabras murieron en mi garganta cuando presionó su cadera sobre la mía. Me mordí con fuerza el labio al sentir la dureza de su cuerpo.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora