CAPÍTULO 13

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— Siempre tuvo problemas con las drogas.

Estábamos sentados en el sofá de mi estudio. Tras abrazarnos durante lo que parecieron horas, nos mudamos al asiento de cuero. Yoongi tenía la espalda apoyada en el reposabrazos, vuelto completamente hacia mí, con las piernas dobladas frente a él y las manos entre ellas. Yo había terminado adquiriendo su misma pose, de cara a él, con nuestros dedos a escasos centímetros. Alguno podría estirarlos y entrelazarlos con los del otro, pero ninguno hicimos tal cosa.

— ¿Nunca buscó ayuda?.

Apoyé el hombro en el respaldo y alcé los ojos para mirar a algún punto detrás de su cabeza.

— Más de las que puedo contar — admití. Llevábamos más de una hora hablando de Alejandro y, aunque al principio derramé varias lágrimas, ahora se sentía bien... mejor. Menos duro —. Estuvo ingresado en varios centros de desintoxicación, pero de una forma u otra terminaba metido en ese mundo de nuevo. Es... difícil después de tanto tiempo dentro de la industria. Mantener siempre el mismo ritmo, estar siempre tan motivado, ser constantemente juzgado. Llega un momento en el que todos nos planteamos si seguir adelante o no. En un lado de la balanza está el cariño de los fans, el poder dedicarte a tu verdadera pasión y que reconozcan tu esfuerzo y dedicación. Por otro está la presión de crear nuevos temas que sean mejores que los anteriores, las críticas, ser perseguido por reporteros las veinticuatro horas del día, que cada vez que pones un pie en la calle haya una cámara apuntando, que la gente te juzgue por si has ganado o perdido peso, por la cantidad de parejas que has tenido o por si le has respondido mal a un fan después de que te haya hecho una foto en un momento a traición. Es duro estar bajo el foco durante tanto tiempo, más aún el mantenerte fiel a tus principios cuando ves lo corrupto que es el ambiente en el que te mueves.

— ¿Tú alguna vez...?.

Negué con la cabeza pese a que dejó la frase inacabada.

— No he probado ni siquiera el tabaco — reconocí con un encogimiento de hombros —. Siempre me ha dado miedo ser demasiado débil y engancharme a alguna de esas cosas, por lo que las he evitado a toda costa, incluso cuando literalmente han intentado metermelas a la fuerza con la excusa de aguantar más o dejar de preocuparme.

El recuerdo de aquella noche, hace cinco años, me golpeó con la fuerza de un huracán. Había estado en mitad de la gira, aún me quedaban veintisiete conciertos para terminarla y me había lesionado el tobillo al tropezar en el escenario por culpa de un objeto lanzado desde el público. El dolor era atroz, pero aún así no me querían dejar subir al escenario con zapatos planos. Habían estado meses seleccionando el vestuario y no estaban dispuestos a renunciar a los altos tacones de doce centímetros. "No puedo, no puedo" sollocé. "Joder, Neizher. Venga, tómate esto y deja de quejarte. Tenemos que subir ya". El que había sido mi manager abrió una pequeña bolsa que guardaba en su bolsillo y empujó una diminuta pastilla blanca dentro de mi boca. "¿Que és?" pregunté yo asustada. Había hecho aquello una vez y desperté horas después desnuda y ensangrentada en una habitación de hotel desconocida. "Algo que hará que dejes de quejarte. Venga, ya vamos tarde". Cogí la botella que me ofrecía y tomé un largo sorbo de agua. En cuanto este se giró escupí la pastilla que había guardado debajo de mi lengua, clavé los dientes en mi labio para evitar sollozar y subí al escenario sobre aquellos tacones.

Volví al presente cuando sentí un delicado roce en mi mejilla. Tuve que pestañear varias veces para comprender que había sido Yoongi el que, con una suave caricia de su pulgar, había retirado la lágrima que se me había escapado. Aparté la mirada, de repente cohibida por la intimidad del gesto.

— Venga, vamos.

Alcé el rostro cuando ví a Yoongi ponerse de pié y tenderme la mano. Me quedé mirando sus delicados dedos de pianista y el modo en el que se le marcaban las venas en el dorso. ¿Era posible que unas simples manos pudieran revolverte el estómago de esa forma?.

— ¿A dónde? — pregunté entre desconfiada y curiosa.

— Confía en mí — pidió a la vez que movía sus dedos —. Valdrá la pena, te lo prometo.

No se si fué la seguridad con lo que lo dijo o el brillo en sus ojos, pero terminé dejando mi mano sobre la suya y permitiendo que tirase de mí para ponerme en pie. No me soltó hasta que llegamos al ascensor, donde pulsó el botón del sótano con una sonrisilla estampada en su jodida y maldita hermosa cara. Cuando las puertas se abrieron me sorprendí al escuchar no solo las voces del resto de los chicos si no algunas más de miembros del staff.

Al entrar en el estudio de baile me quedé de piedra. Pegados a la pared de la derecha había seis personas sentadas, discutiendo sobre algo que no entendía. Frente a ellos, un chico preparaba la cámara para grabar mientras escuchaba las directrices del que sin duda estaba al mando. Los chicos estaban charlando y bromeando, haciendo tiempo mientras el staff preparaba lo que fuera que iba a hacer. Jimin fué el primero en verme por el reflejo del espejo y el gritó que pegó no me rompió los tímpanos de milagro.

— ¡Noona!.

Un segundo después los tenía a todos encima abrazándome.

— ¿Te gustó nuestro regalo? — preguntó Tae desde algún lado detrás de mí.

— Lo elegí yo — dijo Kookie.

— Podría contestaros si la dejaseis respirar — escuché decir a Yoongi.

Me soltaron, pero no dejaron de parlotear ni un segundo en el tiempo que le tomó al staff terminar de hablar. En cuanto el director dió la orden yo hice ademán de irme, pero alguien me cogió la camiseta por detrás para frenarme. Al mirar por encima de mi hombro me encontré a Yoongi mirándome con una ceja alzada que claramente decía: "¿Dónde te crees que vas?".

— No pinto nada aquí.

— Claro que sí — dijo soltando la prenda para colocar cada una de sus manos sobre mis hombros y empujarme hasta donde el resto de los empleados estaban sentados —. Eres nuestra amiga, queremos que estés aquí. Además, eres parte del staff, así que nadie puede decirte nada. Tú siéntate y diviértete.

Eso hice. Realmente me divertí como hacía mucho que no hacía y, durante varias horas, no pensé en lo que había ocurrido. No pensé en nada.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora