CAPÍTULO 40

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— Verónica te está llamando.

Yoongi cogió mi teléfono, que descansaba sobre la pequeña mesa de la cocina, y me lo ofreció, pero negué con la cabeza. Estaba ayudando a mi silenciosa suegra a preparar la cena en compañía de mi novio y mi cuñado. Ninguno de ellos sabía del pequeño intercambio de palabras que su madre y yo tuvimos la noche anterior. Dudaba que mi suegro lo supiera incluso, pero era más que evidente que la actitud de la mujer había empeorado en el último día. De una forma u otra, los hermanos no habían dejado que pasara tiempo a solas con su progenitora, supongo que por miedo a que me soltara alguna lindeza, lo que desconocían es que yo podía apañármelas perfectamente a solas.

— Ya le dije que hasta el martes no volvía — respondí mientras hundía las manos en el kimchi.

— ¿Y si ha habido algún imprevisto con el álbum o algo?.

— Pues ya lo solucionaré — dije encogiéndome de hombros —. Sea lo que sea no es el fin del mundo si es ella quien me llama, así que tranquilo.

Mis palabras le entraron por un oído y le salieron por el otro cuando volvió a ofrecerme el móvil. Resoplando, me incliné hacia adelante y, con la punta de la nariz, colgué la llamada. Yoongi me reprendió con la mirada, pero yo me limité a sonreirle.

— Es tu mánager — soltó como si con aquello fuera a hacerme cambiar de opinión.

— ¿Si?. Vaya, ahora entiendo muchas cosas — me burlé. Mi cuñado rió, Yoongi no —. Amor, deja de preocuparte, ¿quieres?.

No dijo más, pero era más que evidente por su cara que no iba a dejar pasar el tema tan fácilmente.

— ¿No es un poco irresponsable que no respondas la llamada de un superior?.

Mis manos se detuvieron en seco en el interior del tupper al escuchar la inconfundible voz de mi querida y amada suegra. Alcé el rostro y me encontré con sus penetrantes ojos clavados en mi.

— Lo sería si lo fuera, pero teniendo en cuenta que su sueldo sale de mi bolsillo, no lo creo — dije sin vacilar.

Sonreí internamente cuando la vi estrechar los ojos.

— ¿No es tu representante? — preguntó, a lo que respondí con un escueto "si, ¿y?" —. ¿En qué se diferencia al que le han impuesto en la compañía a Yoongi?. Mi hijo obedece las directrices de su manager, como debe ser.

Por el rabillo del ojo vi como Geumjae detenía a mi novio por el brazo, que había comenzado a avanzar en nuestra dirección.

— Las diferencias entre el contrato de Yoongi y el mío son mucho más numerosas que las similitudes, pero sin duda la más grande radica en que él trabaja para la compañía y yo con ella — le expliqué —. A mi nadie me ha impuesto nada, todo es decisión única y exclusivamente mía. Desde la persona que me representa, hasta la música que creo, pasando por infinidad de cosas que no creo que sea necesario explicar. Pero, en definitiva, yo no tengo jefes. Respondo solo ante mi misma y ante aquellos que trabajan para mi, pero solo porque es algo a lo que me comprometí al contratarlos, no porque nadie me lo imponga.

Después de aquello la mujer no volvió a molestarme en lo que quedó de noche, o eso quise creer. Eran cerca de las doce de la noche cuando, de nuevo, bajó las escaleras para buscar un vaso de agua. Algo me decía que el único motivo por el que, cuando se iba a la cama, no se llevaba ya un vaso lleno de agua era para tener una excusa para bajar y controlarme. ¿Pensaba que iba a robarle algo mientras dormía?. No sé porqué, pero la idea no me parecía tan descabellada. De esa mujer podías esperar cualquier cosa.

Estaba sentada en el sofá, sentada en posición de indio, con el portátil sobre el regazo y los cascos sobre las orejas. Era más que evidente al verme desde fuera que estaba trabajando, pero eso no fue impedimento para la señora. Ella, en lugar de buscar su refrigerio y marcharse sin más, decidió cruzar la sala y sentarse en uno de los sillones frente a mi. No dijo nada al principio, se limitó a quedarse quieta cual estatua, con las manos entrelazadas sobre su regazo y la vista clavada en mi cara. Intenté seguir a lo mío, pero era imposible en aquellas condiciones, por lo que después de unos minutos terminé dándome por vencida.

— ¿Puedo hacer algo por usted? — pregunté deslizando los cascos fuera de mis oídos.


*******


Yoongi


— ... no eres buena para mi hijo.

Me detuve en seco, con el pie aún alzado sobre el primer escalón, cuando oí la voz de mi madre. Las luces estaban apagadas en la planta de abajo y la única iluminación era la de la farola que había frente a la ventana del salón, pero no necesité más para ver a mi progenitora sentada en uno de los sillones individuales y a Nei frente a ella. Ambas estaban mirándose fijamente como en una película de esas antiguas de vaqueros.

— ¿Y a qué se debe el cambio? — estaba preguntando Nei.

Mi madre apoyó la espalda en el respaldo y cruzó con lentitud las piernas antes de mirar fijamente a mi novia. No era la primera vez que las veía interactuar en lo que llevábamos en casa, pero aún así me seguía sorprendiendo la entereza de Nei ante la inescrutable mirada de mi progenitora. Muy pocas personas eran capaces de plantarle cara a Jiwoo, incluso yo que era su hijo tenía aún había momentos en los que era incapaz de hacerlo, pero ella no. Nei no era de las que se achantaba ante nadie. Ella decía que no era más que una careta que se había visto obligada a usar desde temprana edad para hacer frente a la fama y las críticas, pero yo sabía la verdad. Nei realmente era de las que crecía ante las adversidades, de las que plantaba firme los pies en el suelo, alzaba la barbilla y miraba al miedo directamente a los ojos. Era, aunque ella no se lo creyera, una de las personas más fuertes que había conocido nunca.

— A tu actitud — respondió mi madre —. Debo reconocer que no eres para nada como pensaba que serías. Me esperaba a una niña altanera, con aires de diva, acostumbrada a que hicieran todo por ella y a lujos que mi hijo jamás podría darte, pero has resultado ser toda una sorpresa.

Nei no dijo nada, su rostro apenas se alteró pero yo por dentro estaba a punto de entrar en ebullición. Clavé las uñas en la barandilla de la escalera y me obligué a permanecer en mi lugar, recordándome que Nei era más que capaz de defenderse sola. Nei no necesitaba a ningún hombre que la rescatase, era plenamente consciente de ello, pero aún así...

— Tienes los ovarios bien puestos, de eso no hay duda — continuó mi madre ante el silencio de Nei —. Me sorprendiste anoche, y pocas personas son capaces de hacerlo. Esperé que te achantases, incluso que me respondieras con alguna idiotez, pero en lugar de eso sacaste las garras y, sin faltarme al respeto ni un solo segundo, me pusiste en mi lugar.

— Así que me estaba probando — dijo Nei cruzando los brazos sobre el pecho —. Ayer y hoy.

Sabía que había pasado algo entre ellas, era más que evidente por el modo en el que mi madre había endurecido mucho más su trato con ella, pero cuando le pregunté a Nei se limitó a encogerse de hombros.

— Debía hacerlo, es mi obligación como madre — dijo ella encogiendo los hombros — y no me cabe duda que la has superado. Con creces. Por eso, hay algo que quiero preguntarte — Nei hizo un gesto con la mano, como invitándole a preguntar, y eso hizo —. Mi hijo... ¿Crees que tiene futuro en esto de la música?.


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Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora