CAPÍTULO 17

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Yoongi


Lancé la pelota contra la pared, pero no llegó a golpearla. Una mano la capturó antes de que esta pudiera hacerlo.

¿Quieres dejar de comportarte como un imbécil?.

Valoré seriamente el levantarme de la silla para pegarle, pero para hacerlo tendría que levantarme de la silla y no pensaba moverme. Ella y yo nos habíamos vuelto uno en los últimos tres días. No iba a abandonarla bajo ninguna circunstancia.

— Dame la pelota.

Hobi cruzó los brazos sobre la pelota y me miró con una ceja alzada, retándome.

— Mueve el culo — me ordenó poniendo esa cara, la misma con la que nos miraba cuando nos equivocamos en un paso de baile —. Tenemos que irnos.

— No pienso ir a ninguna parte, así que devuélveme la pelota.

Obviamente no lo hizo. De hecho fué hasta la puerta del estudio, la abrió y lanzó la pelota al pasillo antes de volverse para señalarme con el dedo.

— Si la quieres, ve a buscarla — soltó.

Hice una mueca cuando capté el doble sentido de sus palabras. Tanto él como el resto llevaban tres días insistiendo en que volviera al hospital, en que la visitara como ellos hacían pero, ¿para qué?. Tampoco es que me fuera a echar en falta, no se acordaba de mí. ¿Qué sentido tenía?. ¿De que iba a servir que me sentara a su lado durante horas para hablarle de mí, de nosotros, como hacían el resto?. Cada maldita noche veía llegar los rostros lúgubres de mis hermanos tras otra tarde infructuosa. Sus esfuerzos no servían de nada, ella no los recordaba. No me recordaba. Sabía que no era culpa suya, sino del gilipollas que la había golpeado con el coche, pero eso no hacía que me sintiera mejor al respecto.

— Déjame en paz, Hobi — gruñí mientras me ponía en pie para ir a buscar la dichosa pelota —. No pienso ir a ninguna parte.

— ¡Van a darle el alta! — gritó frustrado detrás mía —. Tenemos que estar ahí con ella. Somos sus amigos y tú...

— Yo nada — le corté.

Maldito el momento en el que se me ocurrió contarle a Jin. De saber que sería incapaz de mantener su bocaza cerrada, no se lo hubiera dicho. Fué la tarde en la que la operaron de urgencia después de que una de sus costillas fracturadas le rasgarse el bazo. No habían pasado ni dos horas desde que habíamos llegado a Seúl cuando tuvieron que llevarsela corriendo a quirófano. No habíamos podido verla aún, solo Björn, pues estaba ingresada en cuidados intensivos y solo los familiares podían entrar. Estábamos los siete apiñados en la diminuta sala de espera, sin decir nada, con el único sonido de nuestras respiraciones y suspiros. El médico llegó entonces, con pequeñas manchas de sangre en su bata y un rostro serio como el demonio. Entonces fué cuando lo sentí. El mayor miedo y dolor que había sentido jamás. Fué como si alguien me rasgara el pecho desde el interior. El aire abandonó completamente mis pulmones y por un instante lo ví todo completamente negro, pero entonces, en mitad de la agonía, oí las palabras que lo cambiarían todo.

— Hemos conseguido reanimarla.

No me había dado cuenta que me había caído, pero era evidente que en algún momento lo había hecho. Estaba de rodillas, con las manos planas sobre el frío suelo y el pecho subiendo y bajándome a una velocidad preocupante. Había tenido un maldito ataque de pánico.

— Está bien — me susurró Jin junto al oído mientras se agachaba para ayudarme a ponerme en pie —. Neizher está bien.

— No puedo perderla — mascullé con los ojos cerrados —. No puedo perderla, hyung.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora