Bajo el foco [Yoongi]

CAPÍTULO 12

Neizher

Mi llegada a Seúl no fué tan tranquila como las anteriores. Una fila de reporteros me esperaba en la salida de la terminal y, pese a ir tan cubierta como siempre, fué imposible pasar desapercibida. Ya lo había previsto, por lo que no me pilló desprevenida. Me había aplicado algo de maquillaje para disimular mi mal aspecto y unas amplias gafas de sol ocultaban mis ojos hinchados de las indeseadas cámaras. Las preguntas y los flashes me siguieron hasta que llegué al coche que me esperaba en la puerta.

Durante estos días había recibido varios mensajes de los chicos, pero no había tenido fuerzas para responder ninguno. Lo que sí hice fué pedirle a Björn que hablara con ellos para disculpase de mi parte. No iba a verlos en al menos un par de días porque aún estaban de gira y tras hablarlo con Si-hyuk, iba a tomarme ese tiempo para mí misma. En cuanto ellos volvieran, regresaría a la oficina para empezar con las grabaciones. No me apetecía quedarme encerrada en casa, sola, todo ese tiempo, pero tampoco me apetecía ver a gente y soportar que me preguntasen cómo estaba cada cinco minutos. Me había tomado estos días como asuntos propios, sin especificar para que los necesitaba, pero la prensa ya lo había hecho por mi.

Me pasé la mayoría de las horas del día encerrada en el estudio de mi apartamento, componiendo de forma compulsiva. Apenas dormí un par de horas cada día, lo justo para poder funcionar al día siguiente. Sabía que no era sano, pero cada vez que cerraba los ojos los recuerdos me inundaban y dolía. Dolía demasiado. Aquella noche, cuando Björn llegó al apartamento, yo estaba en la ducha. Lo había estado retrasando todos estos días, total, solo estaba yo para oler mi miseria, pero mañana debía regresar al trabajo. Me sobresalté cuando escuché la voz de mi hermano al otra lado de la puerta del cuarto de baño, pero también sentí como un pequeño peso se deslizaba fuera de mis hombros. Todo mejoraba cuando él estaba.

— ¿Cómo ha ido la gira? — pregunté al salir.

Lo encontré trasteando en la cocina. Iba vestido con unos tejanos anchos y una camiseta sin mangas que se le ajustaba al torso. Cuando se giró para mirarme, y analizar con su ojo crítico mi estado, pude ver las profundas ojeras bajo sus ojos.

— Agotadora — resopló —. El escenario de Hong Kong era mucho más pequeño de lo que dijeron por lo que tuvimos que retocar posiciones, además de que varios bailarines tuvieron un accidente y tuvimos que buscar reemplazo a toda pastilla. Luego enséñales las coreografías y... Puff, odio las giras. Siempre sale algo mal.

Crucé el espacio que nos separaba y le rodeé la cintura con los brazos, a lo que él tardó cero coma en hacer lo mismo.

— Pues imagínate cómo habrá sido para ellos — dije con la barbilla apoyada en su pecho.

— Lo sé, pero ahora la única artista que me importa eres tú — respondió presionando sus labios en mi frente —. Siento no haber podido estar ahí para ti y para Mara. Soy una mierda de hermano, pero quiero que sepas que no he dejado de pensar en ti ni un puto minuto.

Enterré el rostro en su pecho y apreté con fuerza los labios cuando sentí el reconocido ardor en mi garganta.

— Eres el mejor hermano del mundo — admití.

Aquella noche dormimos juntos en mi cama. Björn no me soltó la mano en ningún momento y estuvo acariciándome el cabello en silencio hasta que me dormí. No descansé mucho. Me desperté varias veces a causa de las constantes pesadillas y tras cada una de ellas, mi hermano respondía de la misma forma. Me abrazaba, hundía la mano en mi cabello y me repetía una y otra vez que él estaba ahí, que estaba segura. Medio agitada volvía a dormirme para despertar a la hora. Al final, cuando me desperté a las cinco y media a causa de otro mal sueño, decidí que era hora de levantarme. Desayuné, le dejé el desayuno listo a mi hermano para cuando se despertara, le dejé una nota y me marché a trabajar.