CAPÍTULO 20

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— No estás hablando en serio.

— No bromeo cuando hablo del futuro de los chicos, Neizher.

Clavé los ojos en la carpeta que tenía justo enfrente y apreté con fuerza los labios. Escuché la puerta abrirse, también como Namjoon preguntaba si se podía. Fui consciente de cómo las sillas junto a mi eran retiradas para ser ocupadas segundos después, pero aún así seguí sin alzar la mirada. Me llegó el inconfundible perfume de Kookie, incluso reconocí los anillos de Tae a mi izquierda, pero lo único que hice fué seguir dándole vueltas al bolígrafo que tenía entre los dedos.

— ¿Pasa algo?.

La voz de Yoongi me hizo querer alzar el rostro para mirarlo, pero me obligué a no hacerlo, más aún cuando algo me decía que la pregunta iba más dirigida a mí que al hombre que estaba sentado en la cabeza de la mesa.

— Os he hecho venir para comunicaros algo importante — dijo Si-hyuk —. A efecto inmediato, Eveneizher-ssi deja de trabajar con nosotros.

De pronto sentí siete pares de ojos clavados en mí, pero todo a cuanto era capaz de prestar atención era a la ola de calor que ascendía por mi torso.

— Yo no he aceptado una mierda — solté con los dientes apretados mientras clavaba mis ojos en él.

Si-hyuk apretó los labios e hinchó sus ya infladas mejillas, mostrando lo mucho que le había molestado mi irrespeto, pero a mi me importaba bien poco en ese momento. Si pretendía que siguiera tratándolo como había estado haciendo hasta ahora, estaba muy equivocado. Mi capacidad para ser respetuosa se había esfumado en el preciso instante en el que me entregó los documentos.

— No lo hagas más difícil, Neizher — dijo poniendo el mismo tono que un padre usa al regañar a su hijo maleducado —. No creo que quieras llevar esto a los tribunales.

Me reí. Joder si me reí. Me reí de lo lindo en su cara, pero no había nada de humor en mí.

— Sabes que puedo patearte el culo si quiero, ¿verdad? — respondí aún con las comisuras de mis labios alzadas —. Todo cuanto tengo que hacer es soltar unos pocos billetes y en un día te has quedado sin nada.

Aquello lo jodió. Su mandíbula se apretó con tanta fuerza que escuché el rechinar de sus dientes y sus nudillos se volvieron blancos cuando se sujetó del borde de la mesa para ponerse en pie. Su imagen me hubiera impresionado en cualquier otro momento, especialmente cuando se inclinó hacia adelante, pero no sentí nada. No me encogí, no retrocedí, simplemente me quedé ahí mirándolo con una ceja alzada y una sonrisa mordaz en la cara.

— ¿Me estás amenazando?.

— Oh, claro que sí — solté —. Pensaba que era más que evidente.

Sus cejas se alzaron durante un parpadeo, pero estas comenzaron a arrugarse mientras la sorpresa se asentaba en su estómago como una losa pesada.

— Es curioso como pasas de suplicarme que trabaje contigo a esto en cuestión de que, ¿cinco meses?. ¿Y sabes que es lo peor de todo?. Que lo haces movido por un puto rumor de mierda — dije mientras abría la carpeta y firmaba el documento antes de deslizarse por la mesa hasta sus manos —. Sí es así cómo quieres manejar tu empresa, allá tú, pero acabarás jodiendoles la carrera como te muevas únicamente por lo que se dice de ellos en los tabloides. Te lo digo por experiencia.

Me puse en pie, haciendo una mueca por el pinchazo en mis costillas, y por primera vez desde que entraron, los miré. Los siete me miraban con los ojos abiertos como platos, intentando procesar que es lo que estaba ocurriendo, pero los mios terminaron puestos en los del rubio platino que estaba sentado justo delante. Absorbí su imágen como si fuera la última gota del desierto antes de coger mi bolso y cruzar la sala hacia la puerta.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora