CAPÍTULO 9

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Yoongi


La cocina de Neizher era tan grande como todo nuestro apartamento. Me recordaba a una de esas cocinas que salían en las revistas que tanto le gustaban a mi madre. Con muebles de madera clara que contrastában con la encimera de mármol blanco, electrodomésticos que costaban más que una carrera universitaria y tan limpia que daba apuro tocar nada. Aún así, no se sentía fría. Nada en la casa lo hacía. Tal vez tuviera algo que ver con la pequeña chica y su sonrisa radiante.

Cuando Jungkook nos había contado que estaba enferma, tardamos menos de medio segundo en tomar la decisión de hacer algo por ella. El qué ya nos llevó más tiempo. Unos votaron por enviarle flores y chocolates —al que dió la idea le llovieron collejas por todos lados—, otros dijeron que lo mejor era dejarla tranquila y que, una vez recuperada, podríamos invitarla a cenar a algún restaurante. Entonces alguien, muy acertádamente, preguntó que dónde íbamos a llevarla si apenas teníamos dinero para comer y seguramente ella estaba acostumbrada a restaurantes con estrella michelín. Al final decidimos comentarlo con su hermano y este fué el que nos dio la idea de prepararle la cena directamente en su casa.

— ¿No será muy intrusivo? — le había preguntado yo.

— Seguramente me grite un poco por no avisarla — contestó él a la vez que se encogía de hombros —, pero la conozco y sé que le encantará la idea.

Al parecer había tenido razón. Neizher nos hizo sentir bienvenidos desde el segundo que entramos por la puerta. Era curioso como alguien con tanto dinero —solo hacía falta ver los muebles, la cantidad de aparatos electrónicos y la pedazo de casa— podía resultar tan cercano, humilde y natural. Sé que no era el único al que le sorprendía lo fácil que resultaba estar a su lado. Lo habíamos comentado la noche pasada mientras nos acostábamos.

De un tiempo para acá habíamos dejado de ser simplemente siete chicos que se habían visto obligados a compartir techo. No teníamos nada que ver los unos con los otros, pero de una forma u otra habíamos conseguido que funcionase. Nos había costado, joder que si lo había hecho. Habíamos tenido mil y una discusiones, pero todas, absolutamente todas, las habíamos hablado. No habíamos dejado que ningún problema se quedase sin solucionar. No era viable si debíamos compartir las veinticuatro horas del día. Así, en parte gracias a la convivencia, nos habíamos vuelto amigos. Pasamos de simplemente compartir techo a compartir miedos, preocupaciones e inseguridades.

Creo que la noche que Kookie se marchó del apartamento para poder hacer las tareas del instituto sin molestarnos —en cuanto nos enteramos tuvimos una seria charla con él en la que tuvimos que asegurarle que no molestaba. Nunca lo hacía— marcó un antes y un después en la visión que teníamos de nosotros mismo como grupo. Cuando Nam me llamó diciendo que el maknae no estaba en casa y que se había marchado mientras todos dormían, me asusté como nunca antes había hecho. En un minuto nos habíamos repartido zonas para empezar a buscarlo, desde la estación de autobuses, la de tren y las líneas de metro. Aquella noche creo que todos nos dimos cuenta de que no éramos un simple grupo de amigos y compañeros de trabajo. Éramos una familia.

Aquella noche, después de asegurarme que Kookie estaba bien, llamé a todos para decirles que eran unos exagerados. No les dije que mis manos seguían temblando y que notaba los latidos del corazón en la misma garganta. Cuando regresó a la mañana siguiente, con las manos llenas de comida y una enorme sonrisa en la cara, me sentí completo y en parte se lo debíamos a Neizher. El pequeño no dejó de parlotear durante todo el desayuno y sin quererlo todos terminamos contagiándonos de su alegría.

— Está diferente.

Nam y yo estábamos sentados en la sala de ensayos, empapados en sudor y con el cuerpo dolorido. Seguí la dirección de sus ojos y me encontré a Kookie sentado en el otro extremo, cerca de donde descansaba Björn-hyung, mensajeándose con Neizher. Lo sabía porque le había escuchado preguntarle al coreógrafo si sería posible tener el número de su hermana. Este, después de amenazarle medio en broma sobre lo que le haría si se enteraba que se lo había dado a alguien externo de la empresa, se lo dió.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora