CAPÍTULO 2

364 38 48
                                    


La reunión duró un par de horas en las que me la pasé con los labios pegados el 99% del tiempo y jugando con la botella de agua vacía. No me interesaban los conciertos cercanos de la banda, el estilo de vestuario y como iba a ser la coreografía. Tampoco el ajuste de sus horarios o la cantidad de horas que dedicaban a ensayar —para mí gusto desorbitadas, pero mantuve mi opinión oculta—. El CEO intentó meterme con calzador en la conversación, pero me mantuve firme. Al final dejó de intentarlo. Supongo que prefería eso a que terminase desacreditándolo frente a su equipo.

Cuando esta concluyó, y sólo después de que Si-hyuk se pusiera en pie, me levanté. La gente del equipo tardó nada y menos en acercarse a mí para presentarse uno a uno. Eran tantas presentaciones de golpe que sus nombres se me olvidaron tan pronto como los pronunciaron. Mi cabeza tan solo fue capaz de retener sus apellidos y algún que otro nombre. Uno de los nombres que se me quedó fue el de Doyun. Era una chica monísima, con el cabello castaño y unas enormes gafas que no dejaban de deslizarse por su pequeña nariz. Tenía mi edad y trabajaba en el departamento de vestuario. Al acercarse a mí sus manos temblaban de forma descontrolada y su voz apenas era audible por sus nervios. Al parecer era fan mía desde los comienzos de mi carrera.

— ¿Y cuánto llevas trabajando en la compañía? — le estaba preguntando cuando un brazo me rodeó los hombros por delante.

Doyun abrió los ojos de par en par, al igual que sus finos labios. No me molesté en alzar la vista, pues sabía que era mi hermano. Solo a él se le ocurriría abrazarme así, además de que el olor a su perfume era inconfundible. Recosté mi peso en su pecho mientras le explicaba a la pobre Doyun que el individuo era mi hermano.

— Pensaba que tu apellido era Kim, Björn-hyung — dijo la chica visiblemente confundida.

— Realmente es el apellido de nuestro padrastro, pero suelo usarlo para que no me relacionen con esta señorita — explicó él mientras me apretaba contra él —. Es más fácil pasar desapercibido así que si uso el apellido de nuestra madre.

En ese instante llegaron los chicos junto al jefazo y, tras despedirme de Doyun, fueron presentándose uno a uno. Apenas intercambiamos dos palabras antes de que se marcharan junto a mi hermano, que era su coreógrafo, para la sala de ensayos. Yo seguí a Si-hyuk por los pasillos de la compañía mientras me la mostraba. Era pequeña y modesta, nada que ver con las discográficas o compañías con las que yo había trabajado a lo largo de mi carrera, pero tenía algo que ninguna de ellas tenía. Sólo hacía falta echar un vistazo para darse cuenta que eran como una gran familia. El ambiente de trabajo resultaba cálido.

Primero subimos hasta la tercera planta, donde se encontraban los estudios, el estudio de grabación y una sala de descanso. Si-hyuk me explicó que cada uno de los miembros de la banda tenía su propio estudio además de uno conjunto —que ahora sería el mío— y que tenían pensado hacer mejoras en un futuro cercano. En la segunda planta estaban el departamento de marketing, el de vestuario y maquillaje y varias salas que usaban para las grabaciones y fotografías de la banda; y en la planta baja estaban las dos salas de ensayo. Una era más pequeña y es donde generalmente estaban los chicos con mi hermano, la otra se usaba principalmente para ensayar con los bailarines antes de un concierto.

Si-hyuk se despidió de mí en la puerta del que a partir de ahora sería mi estudio. Esperé hasta que la puerta del ascensor se cerró tras él, para clavar mi vista en el manillar. El corazón me latía con demasiada fuerza y mis manos comenzaban a sudar. Valoré seriamente el salir a por un café, pero a) lo odiaba, b) solo era una excusa para retrasar lo inevitable.

Hacía poco más de dos años que no entraba a un estudio y, siendo honesta, pensaba que no volvería a hacerlo. Durante este tiempo me había mantenido completamente alejada de todo cuanto tuviera que ver con la música y, cuando hace siete meses Si-hyuk me contactó por medió de mi padre, para ofrecerme colaborar con él, me negué en rotundo. No quería tener nada que ver con producir, mucho menos para una banda de idols cuyo nombre no me sonaba lo más mínimo. Si-hyuk tan solo me pidió que los escuchase, una sola vez. De saber que al hacerlo volvería a querer componer, no lo hubiera hecho. Un mes después, estaba cogiendo un vuelo desde Madrid para reunirme con él y oír lo que tenía que ofrecerme.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora