CAPÍTULO 41

121 11 22
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— ¿Estás bien?.

Tragué el sorbo de agua y entregué la botella al miembro del staff que me la había ofrecido. Apenas podía ver a más de tres palmos frente a mí y había tanto ruido a mi alrededor que Yoongi prácticamente tuvo que gritarme en el oído para poder escucharlo. Asentí mientras limpiaba el sudor de mis palmas en la tela llena de mi mono.

— ¡A vuestras posiciones!.

Yoongi cogió con delicadeza mi rostro entre sus heladas manos, con cuidado de no destrozar el trabajo de las estilistas. Alcé mis ojos para encontrarme con los suyos y, como cada vez que lo tenía frente a mí, sentí que podía respirar.

— Te veo ahí arriba, ¿de acuerdo? — dijo infundiendo ánimos con una hermosa sonrisa —. Soy el de morado.

Me reí ante su tonto y efectivo intento de calmar el nudo de mi estómago. Me incliné hacia adelante y junté mis labios con los suyos. Antes de que pudiéramos profundizar el beso, o tan siquiera intentarlo, alguien tiró de él hacia atrás. Nam se disculpó conmigo con una sonrisa, pero no soltó a mi novio hasta que se perdieron tras la cortina que separaba el escenario de los bastidores. Unas manos grandes se posaron sobre mis hombros y comenzaron a masajear para destensarlos. No me volví, pues sabía que era mi hermano, en cambio cerré los ojos y me obligué a calmar mi respiración mientras los primeros acordes y los gritos enloquecidos del público llenaban hasta el último rincón de aquel estadio.

— Tu puedes, enana — dijo Björn clavando sus pulgares en mi nuca —. Llevas meses preparándote para esto, lo tienes más que controlado, ¿de acuerdo?.

Mascullé un simple "si", pero seguí con los ojos cerrados y la asquerosa sensación de que iba a vomitar en cualquier momento hasta que escuché la voz del organizador. Sacudí la cabeza, le dediqué una sonrisa a mi hermano —que me respondió alzando ambos pulgares— y subí la escalera. En el momento en el que llegué a lo alto, las luces se apagaron. Aquella era mi señal de entrada. Tú puedes, Nei. Deja a Eveneizher tomar el control, me dije a mi misma. Apreté los dedos alrededor del micrófono y, con el aire retenido dentro de mis pulmones, avancé.

Bajo el foco [Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora