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Ale

Sabia que el papel de una madre es difícil de sobrellevar, ahora entiendo a mi madre. Bueno no tanto. Pero a otras madres claro que lo entiendo ¿Cómo son tan pacientes?

Comprendí el labor de su trabajo, la formación de un niño no es tan fácil.

Pero... Ahora me dolía la cabeza, ese jovencito llamado Andrés no para de gritar casa vez que sus amigos cometen un error, me explotaría la cabeza y no solo a mi.

Ese tan Rober tambien, lo veía en sus ojos las mil maneras de hacer que se calle pero solo se mantenía quieto a lado se Sebastián.

—¡¿Cómo es posible que no le puedan meter un solo gol?! —grito. Esta vez se paró en las gradas, juntando sus dos manos en su boca para que sus gritos se oyeran aún más.

Si eso es posible

¡Deja de gritar! —hablo Erick— por favor si sigues así me cabeza va a explotar —susurro tocando sus sien.

— Difícil. —comento el locutor. Podía ver dónde se encontraba, en una esquina de la parte de arriba de las gradas, en una especie de oficina pequeña, había dos hombres o más. No podía verlos a ellos en si pero lograba ver uno que otro movimiento— es como veo el partido. El marcador aún está cero a cero.

— Es ridículamente cierto. Se preguntarán por qué ridículo José. Ridículo porque a pesar que el otro equipo tiene ventaja en su altura y cuerpo no pueden conseguir mantener el controlar del balón y eso me parece indignante.

—Bueno a pesar de eso las águilas azules no se la han dejado fácil Zev

— Claro que no. Esos muchachos a pesar de su desventaja siguen dando todo. Y son los que más tienen el manejo del balón e incluso han llegado muchas más veces al arco de su rival que ellos mismos. —me mordía las uñas ¿Por qué siento una especie de pánico?

—¡Una sola, una sola Antonio! —grito de nuevo el jovencito chillón— ¡No veas al resto! ¡Dale ahora!

— Ahora si —se levanto Robert. Me confundió por un momento al pasar por mi lado, pensé que se iría a tomar algo de aire pero no. Se acerco a la canasta de comida y muy educadamente me pidió una. Asentí y tomo un sándwich se acerco de nuevo a Andrés que se encontraba cruzado de brazos indignado por qué sus amigos no le tomaban en cuenta sus consejos. Robert se puso delatante de el.

—¿Que quieres? —frunció Andrés y Robert con un movimiento rápido colocó en pan dentro de la boca de este. Andrés soltó un quejido y se alejo de Robert.

— vamos a ver si así cierras la boca —se sentó de nuevo tranquilo, mientras que si otro amigo luchaba para tragarse el dichoso pan. Paso un vendedor de jugos y compre unos doce. Le tendí la botella para que logrará pasarse el sandwich.

—G-Gra-cias —contesto aún con comida en la boca.

Asentí de nuevo.

—Ellos tiene problemas —comento otro compañero.

— si se te ocurre gritar a ti también, no dudaré en ir por otro sandwich de la mamá de Sebas —advirtió Robert. El chico callo y siguió mirando el partido sin comentar de nuevo. Mientras Sebastián miro a Robert con el entre cejo fruncido.

La Adopción CorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora