Stefano D'Alessandro, el Don de La 'Ndrangheta, estuvo luchando durante los últimos días contra el animal con el cohabitaba. Nunca lo sintió tan inquieto y desesperado como ahora, que incluso comenzó a rebelarse al dominio que ejercía sobre él para forzarlo a cambiar y salir en búsqueda de... No quería pensara en eso, se negaba, el simple hecho de hacerlo lo ponía de mal humor.
Había hecho un excelente trabajo domesticando al asqueroso lobo con el que fue forzado a convivir desde su nacimiento. ¿Y para qué? Para que quienquiera que fuese el que controlaba los hilos de su vida volviera a jugar con ellos sin piedad y lo emparejase a la fuerza con otro hombre; pero no cualquiera —pobre de él si pedía un poco de tranquilidad para sí mismo—, ¡tenía que ser un federal! Un maldito federal afeminado que..., para su desgracia, lo estaba volviendo loco por las razones equivocadas.
Se quedaría corto si dijera que se alegró cuando la pequeña alimaña rechazó sus avances, sin importar que el lobo que llevaba dentro se sintiera decepcionado y enfadado a la vez, más aún cuando lo encaró con aquella mirada decidida antes de marcharse. De forma contradictoria, también se había excitado, tanto que tuvo que masturbarse un par de veces para deshacerse de la tensión. Después de aquello, sus instrucciones fueron explícitas: Scott Sallow permanecería vigilado las veinticuatro horas del día; pero nadie intervendría en su favor a menos que estuviera en peligro de muerte.
Para Stefano, el hombre y no el animal, su desprecio fue un golpe al orgullo. Por eso ahora quería verlo de rodillas, suplicando protección. Y, bueno, ya que estaba encerrado con criminales violentos, ¿cuánto podría tardar el maldito?
Por otro lado, le hubiera encantado decir que lo único despierto era su parte más sádica. No tenía caso mentirse. Al intentar dormir, todo lo que veía era su pequeño rostro ovalado de grandes y expresivos ojos color avellana, y aquellos labios en forma de corazón... Por mucho que lo intentase, no podía dejar de fantasear con ellos. Los quería besar y morder; quería que lo tocaran en todos los lugares adecuados, en especial ese que dolía por desearlo con tanta intensidad. Sin embargo, Stefano podía ser cualquier cosa excepto un desviado. Aunque como Don de La 'Ndrangheta le estaba permitido tomarse las atribuciones que quisiera, él como individuo era otro asunto.
Así que cada vez que Scott Sallow acudía a su mente en medio de una fantasía nocturna, Stefano se tomaba ciertas libertades. Lo moldeaba en su cabeza hasta darle la forma que deseaba y entonces, solo entonces, se permitía satisfacerse.
Pero dejó de bastarle con el transcurso de los días. La bestia en su interior se había vuelto imposible de soportar y no lograba controlarlo. Sus instintos lo dominaban casi por completo, forzándolo en ocasiones a cambiar en medio de su celda donde se paseaba de un lugar a otro, gruñendo. Stefano no sabía cómo era posible al ser él un mestizo. No se suponía que pudiera lograrlo; pero aunque en su forma animal era pequeño en comparación con otros, todavía se trataba de un lobo en apariencia.
Lejos de alegrarlo, aquella situación lo enfurecía. Stefano abrazó a su naturaleza humana, mientras que renunció a la animal, hacía muchos años. Y el que esta resurgiera de sus cenizas gracias al maldito federal le hacía querer estrangularlo hasta morir. ¡Cómo si fuera posible! El lobo lo obligaría a cortarse una mano primero, ya que este escogería a su pareja por encima de todo, hasta de sí mismo.
Porque no era tonto. Aunque se había mantenido alejado del mundo de los cambiaformas, en especial de los lobos, conocía de memoria las reglas que los regían: la manada por encima de todo; compañero por encima de la manada. Y por desgracia para él eso significaba Scott Sallow. Stefano lo odiaba también por esa razón, y fue su mayor motivo para mantenerse distante cuanto le fuera posible.
Hasta que ya no pudo seguir haciéndolo.
Se alegró, sin embargo, de no tener que humillarse a sí mismo yendo en su búsqueda. Cuando el propio Scott apareció ante él, Stefano se sintió complacido, aunque el fuego de la determinación en sus ojos brillara más que nunca. El hombrecillo se plantó firme y respiró hondo antes de pronunciar las palabras que se convertirían en su condena:
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La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2
RomanceDespués de ser condenada a prisión debido a un crimen que no cometió, la agente especial Sallow sabe que sus días están contados. No solo porque es encerrada junto a los criminales más peligrosos del mundo, sino porque se trata de hombres violentos...