Melissa se detuvo al ingresar en la sala de visitas. Cuando el guardia se le acercó diciéndole que alguien había ido a verla, imaginó que serían su hermana o su madre queriendo culparla de sus desgracias otra vez. Sin embargo, lo que encontró fue a un casi demasiado joven hombre de traje negro, que tenía un maletín sobre la mesa y ojeaba algunos papeles.
Medía probablemente unos cinco centímetros menos que su metro setenta y siete, también tenía un delgado cuerpo de nadador; no obstante, nada le pareció tan impresionante como aquellos ojos de un azul tan profundo como el mar, que se ampliaron al verla.
Sonreía, un gesto astuto que le recordó a un zorro, cuando se puso de pie para recibirla.
Sin entender lo que pasaba, Melissa se acercó para estrechar su mano extendida. Él le dio un apretón firme mientras la estudiaba de arriba abajo y habló:
—Un placer conocerla, señorita Sallow.
Dos cosas no pasaron desapercibidas para ella: era italiano y le llamó «señorita», lo cual solo podía significar que se relacionaba con Stefano y La 'Ndrangheta. O menos probable, aunque no imposible, Giovanni y los Scarfo. Rezó por estar equivocada y que no fuera la segunda opción; no soportaría tener que involucrarse con el traidor que ayudó en el asesinato de Romeo.
—Déjeme solo con mi cliente —habló al guardia.
—Yo no tengo...
—Ahora sí —interrumpió, después volvió a dirigirse al otro hombre—. Dije que nos deje solos.
Algo en su mirada debió de aterrarlo, ya que el guardia inclinó la cabeza en señal de respeto y salió al instante. La sonrisa en los labios del abogado pasó de astuta a cruel y burlona, también lo fue su voz cuando le dijo:
—No te preocupes, nadie nos molestará. —Señaló la silla—. Por favor, siéntate.
Tragando con aspereza, Melissa asintió. De forma instintiva su mirada se desvió hacia los papeles en la mesa. Agradeció estar sentada al encontrarse con las fotografías del peor momento de su existencia. Por un instante, mientras sus ojos vagaban de una imagen a otra, le costó respirar. ¿De dónde había obtenido él...?
La visión del cadáver de Mark fue espantosa: un rostro desfigurado de ojos vacíos que parecían mirar hacia la nada en una cabeza que apenas y lograba permanecer pegada al cuerpo. Estaba lleno de golpes y cortes, colocado en esa posición terrible y obscena, como si quien lo mató hubiera querido que Melissa se quedara con esa imagen para siempre.
Una maldad digna de su padre —pensó con amargura— y sin importar las razones de Stefano para matarlo, se lo agradecía. El mundo era un lugar mejor sin él.
Cuando sintió las lágrimas humedecerle los rabillos de los ojos, las secó antes de que salieran. Lo que menos necesitaba ahora era exponerse ante un extraño que, a juzgar por su actitud, tenía hielo en lugar de sangre en las venas.
—Oh, lo lamento —murmuró recogiendo las fotos—, entonces...
—¿De quién eres hijo? —interrumpió yendo directo al punto.
Los ojos del abogado de ampliaron por un segundo, debido a la sorpresa; enseguida volvieron a ser como al principio y aquella maldita sonrisa se convirtió en un gesto diabólico.
—Mi padre es el Sol y mi madre la Luna.
—¿Por qué haces esto?
—Un favor para un viejo amigo que ya no está.
Al oír aquellas palabras, no supo si sentir alegría, tristeza o decepción. Había esperado que, tal vez debido a su relación, viniera de parte de Stefano; sin embargo... Tragó con dificultad nuevamente, tomó aire y respondió con la voz rota:
—¿Cómo está Liv?
—Tan bien como se puede en estos casos; pero al menos nada en dinero.
—No es gracioso.
—No pretendo que lo sea, pero es la verdad, ¿no? Puede llorarlo todo lo que quiera en alguna de las mansiones que le dejó; pienso que es mejor que hacerlo en un basurero mientras se muere de hambre. —Ladeó la cabeza, el engominado cabello rubio ni siquiera se movió—. En cuanto a ti...
—No tengo cómo pagarte.
—Te acabo de decir que es un favor. Se supone que tendrían que haber salido juntas; pero las cosas... se me complicaron.
—¿Te-te lo pidió desde antes?
—¿Te sorprendes? Creí que eras la mejor amiga de su... mujer. Como sea, el señor Marchetti pensaba en todo. Tú, incluida. Ahora, estoy aquí y esto es lo que haremos...
Mientras lo escuchaba, su corazón experimentó diversas emociones, tantas que por un momento creyó que se desmayaría. Romeo había pensado en todo realmente, desde la liberación de Olivia hasta conseguir las pruebas para demostrar la inocencia de Melissa. Incluso se encargaba de llevar el proceso de Stefano.
Saberlo también le hizo cuestionarse si el hombre la quería de verdad. Después de todo, ni siquiera pensó en ella al momento de buscar un modo de irse. Entonces, él saldría antes e iba a dejarla en aquel infierno. Claro que siempre fue una posibilidad, peor aun que el Don se escapara; pero pensarlo finalmente lo hizo real. Y le dolió.
Una vez que la reunión terminó, Melissa tuvo el presentimiento de que el abogado no le dijo todo. Tal vez fuera paranoia debido a que tenía que cuidarse constantemente; no obstante, la forma en la que sus ojos la miraron al despedirse y cómo le sonrió, hasta el beso —casi demasiado suave— que le dejó en el dorso de su mano fueron como algún tipo de señal que ignoró adrede.
Cuando estuvo de regreso con la población. Tropezó con Stefano y sus «otros amigos», quienes apostaban un cargamento de drogas en sus habituales juegos de cartas. Se detuvo por un momento para ver lo que sucedía, colocándose junto a algún otro preso en la rueda. Si bien el rostro de Stefano jamás se alzó hacia ella, pudo sentir su intensa mirada, también ver la diminuta sonrisa en sus labios que pretendía esconder al fumar. Le hubiera correspondido en otras circunstancias; no en estas. Tampoco fue capaz de ignorar la tristeza que le formó un nudo en la garganta.
«¿Seré algo más que tu puta por una vez?», pensó. Las lágrimas comenzaron a arderle en los ojos; Melissa se apuró lejos de cualquier hombre antes de comenzar a llorar.
_____Mi padre es el Sol y mi madre la Luna. El juramento de La 'Ndrangheta, es más o menos así: Si les preguntan de quién son hijos, tienen que responder "mi padre es el Sol y mi madre la Luna". Ambos símbolos identifican a esta mafia junto con otros religiosos.
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La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2
RomanceDespués de ser condenada a prisión debido a un crimen que no cometió, la agente especial Sallow sabe que sus días están contados. No solo porque es encerrada junto a los criminales más peligrosos del mundo, sino porque se trata de hombres violentos...