Melissa no era un maricón, sino una mujer. O algo así. Por incongruente que pudiera ser, en lugar de alegrarse, Stefano se encontraba furioso por el descubrimiento. No debido a fuera un pervertido, sino porque se sentía traicionado de alguna forma y eso era confuso. Ni siquiera lograba explicarse a sí mismo las razones por las que le molestaba tanto.
No se estaba cogiendo a otro hombre, ¡carajo! Esa era una gran noticia, ¿entonces, por qué...? Stefano temió descubrir la respuesta así que, en lugar de continuar indagando en la profundidad de su alma, hizo lo único que consideró correcto: ignorar la fuente de sus confusiones.
Los siguientes días, hizo todo lo que estuvo a su alcance para no tener que verla incluso si el lobo con el que cohabitaba empezó a pasearse inquieto en su interior, gruñendo e intentando forzarlo a ir por Melissa. Stefano debió luchar —¿solo contra el animal o también contra sí mismo?— para no ceder. Y cuando la separación se trasformó en una necesidad casi incontrolable, inició una pelea en los comedores tan sangrienta que ni siquiera todo su poder lo libró del castigo.
Así, en total aislamiento, le fue un poco más fácil al menos en teoría. La verdad era que la mayor parte del tiempo estuvo en una batalla constante contra el maldito lobo y las imágenes que le proyectaba en la mente. En cada una de ellas Melissa se encontraba en peligro; pero ninguno podía ir a ayudarle. Por las noches la situación empeoraba: Stefano apenas tenía control sobre sus acciones. Todo sucedía como un sueño en el que su cuerpo se movía por voluntad propia; al reaccionar, se encontraba consigo mismo intentando huir del aislamiento para ver a su mujer.
«Su mujer», ese pensamiento aún lo desconcertaba. Por mucho que intentase descartarlo seguía repitiéndose en su cabeza, sin parar, enloqueciéndole. Lo peor de todo es que ya no podía negar que sentía una especie de alivio, o que nunca la había considerado en realidad un hombre.
La primera vez que la vio caminando sola y abatida por el patio, fingiendo ser invisible para que no la atacaran, su corazón se estremeció. Por supuesto, pensó que era el lobo; el estúpido no sabía distinguir una patata de una piedra, ¿cómo podría hacerlo con aquel flacucho Federal de una mujer?
Debió haberlo sabido: lo que tenían era una unión de almas. La que habitaba ese cuerpo se llamaba Melissa y era una mujer, su mujer.
Comprender estas cosas, sin embargo, no cambiaba en nada la situación. Que un hombre se sintiera mujer no tenía sentido para Stefano. Los leopardos no eran capaces de cambiar sus manchas; ¿cómo podía un hombre renunciar a sí mismo?
La homosexualidad era una cosa, lograba entenderla, aunque no compartiera el pensamiento. Un par de hombres cogiéndose por el culo, ¡gran cosa! Era habitual en la cárcel, sobre todo con la falta de mujeres. Algunos incluso asumían el papel por conveniencia, les daba cierto nivel y a veces los mantenía más o menos a salvo. Pero todos sabían que era una actuación, un simple negocio y una forma de sobrevivir. Una vez fuera de prisión cada uno de ellos se esforzaría para olvidarlo. Tanto Olivia como Melissa, por otra parte...
Aunque al igual que otros lo hacían para mantenerse vivas, lo cierto era que se consideraban mujeres. Estaba convencido de que si lograban obtener su libertad, ninguna volvería a vivir como un hombre. Y si alguien las obligaba a elegir entre eso y la muerte, seguro se suicidarían.
Durante su encierro, tuvo el tiempo para considerar estas cosas. Una vez que la furia inicial desapareció casi en su totalidad y hubo un destello de luz en su mente, Stefano empezó a preguntarse si sería posible continuar con lo que iniciaron. Ahora que la verdad fue expuesta, que tenía cada una de las piezas del puzle y logró armar la imagen, ¿podría quedarse con Melissa? Por desgracia, no tuvo una respuesta.
No obstante, cuando fue devuelto a la comodidad de su celda, todavía permaneció lejos de la mujer.
∘◦❁◦∘
Stefano estuvo ignorándola durante un tiempo. Al principio, Melissa pensó que lo imaginaba, ¿qué razones tendría el Don para hacerlo? Sin embargo, cuando los días pasaron y él dejó de llamarla, aún más: cuando fue ella quien lo buscó solo para conversar y él fingió que no estaba de pie suplicándole atención... Bueno, ¿cómo no tomar en cuenta eso?
Y fue doloroso de maneras que no logró comprender. El hombre era un abusivo, cruel y calculador que solo la utilizaba como un objeto. ¡Hasta tuvo la sangre fría para hacer que asesinaran a su padre! Pero, a pesar de ello, Melissa lo amaba. Tal vez fuera porque era una tonta, que soñaba con que podría cambiarle, o porque realmente había perdido la cabeza en prisión. No importaba. El hecho era que después de una semana de indiferencia, comenzó a sentir que le arrancaban el corazón.
Stefano lo hacía con su actitud desdeñosa e indiferencia; lo único que Melissa pudo hacer fue sonreír fingiendo que no pasaba nada y soportar.
Pero cuando la segunda semana llegó a la mitad y entendió que Diavolo se había aburrido de ella, decidió poner en práctica los consejos de Olivia: hacer nuevos amigos. Ya que tenía una reputación como prostituta, ¿por qué no utilizarla en su propia conveniencia? Podría sacarla de apuros.
O al menos lo intentó.
La verdad era que ningún reo quería acercársele más de lo necesario. Melissa no estuvo segura si se debía al miedo que sentían hacia Stefano o a la oscura e intimidante presencia de Romeo, quien la persiguió como una sombra mientras el Don estuvo en aislamiento debido a una pelea que inició. Fuera como fuese, no supo si enojarse, sentirse frustrada o agradecida.
Aunque cuando Giovanni volvió a acercase e incluso le trajo una ofrenda de paz en forma de flores de papel, Melissa decidió darle otra oportunidad al Lobo de los Scarfo.
No supo si la sonrisa que se le dibujó en los labios al pensar en su presente y el negro futuro que se extendía frente a ella fue de resignación, de burla o pena. Tal vez un poco de todo. Aunque, extrañamente, le pareció que ya no lograba sentir en absoluto.
Era como una tumba gélida y vacía en su interior. Un tanto curioso, considerando que al mismo tiempo era ella el cadáver.
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La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2
RomanceDespués de ser condenada a prisión debido a un crimen que no cometió, la agente especial Sallow sabe que sus días están contados. No solo porque es encerrada junto a los criminales más peligrosos del mundo, sino porque se trata de hombres violentos...