Capítulo 12

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Melissa deseó poder explicarse lo que le ocurría cuando se trataba de Stefano. Por un lado, se sentía como el personaje principal de una película de horror o como la atracción de un circo, cuyo único propósito era destrozarla hasta no dejar ni una pieza en pie. Por otro lado, no obstante, se encontraban sus propias emociones y sentimientos confusos, que la hacían comportarse igual que una tonta.

En este tiempo había notado un par de cosas que la desconcertaban, la más importante de ellas era la innegable y casi irresistible necesidad de estar junto a él. No entendía el porqué; era como un fuego que comenzaba en sus entrañas y se abría paso hasta alcanzarle la piel, entonces la recorría tan rápido que... en ocasiones, se sorprendió disfrutando de los pocos momentos de tranquilidad junto a Stefano. Sobre todo cuando, después de una ronda del más puro y salvaje sexo, la abrazaba por un instante como consolándola. Incluso llegó a besarle la frente en contadas oportunidades; sin embargo, al instante la echaba lejos como si el solo contacto de sus pieles lo enfureciera, le lanzaba sus pertenencias en el rostro y le gritaba alguna obscenidad mientras señalaba la puerta echándola peor que a un perro.

Estas situaciones le hicieron preguntarse si la cárcel la había cambiado. ¿Era una especie de síndrome de Estocolmo, o estaba realmente tan loca para haberse enamorado del Diablo de La 'Ndrangheta?

En aquel momento, justamente, se encontraba en medio de la misma disyuntiva. Mientras estaba debajo de Stefano y veía dentro de sus profundos ojos, se atrevió a alzar la mano hacia rostro. Despacio le acarició la mejilla, deleitándose con la sensación de su barba naciente entre los dedos. Él le sonrió casi demasiado suave, casi demasiado dulce, y le besó la palma antes de inclinarse para unir sus labios. Melissa jadeó cerrando los ojos y separó las rodillas para que se acomodara mejor entre ellas.

La sensación de pieles tocándose se había convertido en una de sus cosas favoritas en este tiempo. Tampoco podía explicárselo y si era honesta, lo prefería así porque encontrar una respuesta le aterraba. Optaba por ser estúpida y creer que se trataba de un tipo de conexión mágica y profunda entre los dos, en lugar de una equivocación de su mente rota.

Stefano movió los labios hacia el extraño símbolo en su cuello, que se formó gracias a la mordida, y lamió. Melissa no había preguntado hasta ahora, debido a su amenaza, aunque tampoco lo necesitó. Incluso si no lo comprendía del todo, sabía que se trataba de algún tipo de marca de los cambiaformas. Ahora, las razones para ponérsela... Esperaba descubrirlo pronto.

Aunque intuía que tuvo que ver con Giovanni. Desde que apareció, el hombre no volvió a acercársele. En realidad, ningún otro lo hizo. En lo más profundo, Melissa lo agradeció; no quería tener que lidiar con el acoso nuevamente.

Las manos ásperas de Stefano le alzaron las piernas hasta que las rodillas estuvieron pegadas al pecho. Después, entró en ella de un solo movimiento firme. Melissa se mordió el labio mientras respiraba profundo, de nuevo montando esta pequeña ola de dolor. Aunque había descubierto en ella cierto placer, no dejaba de ser incómodo en oportunidades, sobre todo porque prefería ser quien dominaba; pero conociendo a Diavolo como lo hacía... No tuvo tiempo para pensar.

Una vez más, sus movimientos fueron violentos y animales. Cargados de un tipo de desesperación que hasta Melissa lograba sentir en la piel. Era como si alguna parte de Stefano, que él mismo desconocía, quisiera adentrarse en ella hasta fundirse. Por supuesto, de no ser demasiado ridículo para creérselo, lo hubiera hecho. Se trataba de un simple intercambio comercial: protección a cambio de sexo. Melissa estaría a salvo mientras no lo olvidara.

Pero la mayoría de las veces era tan difícil hacerlo. Sobre todo cuando, gruñía «mía» en su oreja o la obligaba a verlo a los ojos antes de besarla con la misma desesperación. En esos momentos, ella también tenía un pensamiento particular: «tuya». ¿Lo era realmente? No de esta manera enferma, que la forzaba a someterse ante los deseos más enfermos de Diavolo, sino como una parte primordial del hombre.

La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora