Capítulo 53

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A pesar de que Stefano pretendía ocultar su preocupación detrás de aquella arrogante media sonrisa, Melissa se percató de esto mientras hacían la habitual videollamada nocturna. Después de un día agitado, era lo único que esperaba. Así que cuando se encontró con la preocupación opacando aquellos ojos oscuros como el ónice, le fue inevitable preguntar. Stefano expulsó el aire despacio, aún viéndola con esa intensidad que la hacía sentir nerviosa.

Stefano movió la mano como si quisiera acariciarla y la apretó en el aire.

—Hay algo en todo esto que no me gusta, abejita. —Su voz salió casi demasiado baja y llena de dudas—. Lo del cargamento es un callejón sin salida y, además, saben sobre ti.

—Nos comprometimos, tienen que saber...

—No, lo que digo es... —Tomó aire—. Saben todo: la FPEP, tú, la prisión y...

Él se interrumpió al instante, viéndola con algo similar a la lástima. Melissa lo sintió como una puñalada en el corazón. Nunca se detuvo a pensarlo; pero ahora, al ver la expresión en su rostro, se cuestionó si Stefano la amaría si aún se viera como la mujer con la que estuvo encerrado.

Si se viera igual que antes, ¿hubiera insistido en recuperarla?

—¿Te... te avergüenza?

—Me preocupa —rebatió suavizando la mirada—. Eres lo único que amo en esta vida, tesoro mio. Si pudieran utilizar esta información en tu contra...

—¿Y qué harán con ella? Valentino demostró que soy inocente, además, Scott Sallow está muerto. Nadie lo lloró, nadie lo extraña. Tan simple como eso.

—No subestimaría a quien esté detrás. Sabe perfectamente que si tú caes, yo lo hago contigo.

Si bien Stefano tenía un punto, Melissa se mantuvo firme en el suyo. No necesitaba que se lo dijera para saber quién era la mente brillante detrás de esto; sin embargo, pensó en que no se dejaría amedrentar. Si el viejo insoportable quería jugar con fuego..., ella haría que lo lamentase más allá de la muerte. Se ensuciaría de tener que hacerlo; ya no era la misma de los años anteriores.

El sufrimiento cambiaba a las personas, para bien o para mal.

—No te dejaré caer y mataré al que lo intente.

—Mírate, toda sexi protegiéndome. —Resopló una risa—. Te extraño.

—Y yo a ti, cielo. ¿Cuándo vuelves? Odio esta cama enorme, Stefano.

—Una semana. El cargamento está perdido, pero debo resolver otras cosas. Después, los mando a la mierda y regreso contigo.

Melissa tomó aire, aferrándose a sus palabras. Le sonaron como una promesa y para bien o para mal Stefano, Diavolo, D'Alessandro siempre las cumplía. Quizás solo por eso se sintió segura, pese a la ansiedad que comenzó a llenarla cuando consideró por un momento lo que significaba que su pasado fuera expuesto. Pensó haberlo enterrado junto al dolor; al parecer no fue así y ahora tendría que enfrentarlo una vez más.

Mientras escuchaba a Stefano quejarse sobre su horrible día lleno de reuniones indeseables, decidió no darle importancia por el momento. De manera que sonrió animándose un poco y se movió por la habitación, mostrándole por medio de la videollamada su nuevo conjunto de lencería. Stefano tragó con dificultad y murmuró que intentaría adelantar el viaje. Después de eso, hablaron el resto de la noche, hasta quedarse dormidos.

Cuando despertó, tenía varios mensajes en los que le explicaba que tendría un día agitado, por lo que no estaría disponible hasta la noche. Le envió varios emojis de besos y finalizó con un «te amo», que la tranquilizó.

La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora