Después de un par de meses, el momento llegó al fin. Tal vez no como lo esperaba, pese a tampoco haberse imaginado a sí misma vestida de novia; pero Melissa no iba a quejarse. No cuando, incluso con toda la tensión que los rodeaba constantemente, las personas que amaba se encontraban a su lado. Olivia y Romeo; Rose; Valentino y Andy... Estaba segura de que si no fuera por ellos jamás hubiera logrado ser quien era ni llegar al lugar en el que se encontraba.
A pesar de ir en contra de las tradiciones, respirando profundo, se contempló una última vez al espejo. Complacida, le sonrió a la mujer en el cristal que llevaba un vestido negro, de corte princesa, con corsé y mangas largas de encaje. En el cuello, un elegante collar de enredaderas hecho en oro y en cuyo centro destacaba un rubí. Además, el cabello suelto le caía sobre los hombros y era decorado con una diadema llena de pequeñas flores con pétalos de granate junto con perlas doradas filipinas.
Cerrando los ojos, tomó aire y se animó a salir de la habitación. Afuera, la esperaban Olivia y Rose, sus madrinas. Melissa le sonrió tomando a una de cada mano para dirigirse hacia el salón de fiestas de la propiedad de La 'Ndrangheta donde se llevaría a cabo la boda. Ya que no sería un evento religioso, le pareció tanto absurdo como un riesgo innecesario hacerlo en una iglesia. Por lo que se casarían con la ayuda de un juez de paz que Valentino recomendó.
Stefano esperaba por ella. Con un traje negro de tres piezas. Lucía tan impresionante como de costumbre, con el cabello recogido de forma descuidada. Al verla, sus labios se curvaron en media sonrisa, en la que se asomó un colmillo. Melissa tragó con dificultad, sintiendo cómo su estómago se apretaba un poco al encontrarse con aquellos ojos ligeramente teñidos de escarlata, que habían sido su perdición desde el primer instante.
Mientras avanzaba hacia él, del brazo de Romeo, no logró evitar que los recuerdos volvieran a su mente. Incluso si lo que tenían ahora no inició de la mejor manera, no se arrepentía de nada. ¿Cómo hacerlo? Si en ese momento alguien le ofreciera volver en el tiempo para evitarlo, ella lo rechazaría. Sin importar cuántos errores cometieron en su camino hacia esto que llamaban felicidad, ni el dolor, jamás podría...
Stefano le tomó ambas manos y se inclinó para besárselas. Melissa se mordió el labio inferior y respiró profundo, repitiéndose que debía calmarse.
—Ti vedo bellissima, piccola ape. Come una regina [Te ves preciosa, abejita. Como una reina]. —Su sonrisa se ensanchó—. Mia Signora 'Ndrangheta [Mi Lady 'Ndrangheta].
—Grazie, amore mio [Gracias, mi amor]. —Melissa se llevó el cabello detrás de la oreja—. También te ves guapo.
—Lo sé.
Melissa no pudo evitar reírse entre dientes. Aunque estaba segura de que lo había dicho para hacerle olvidar su nerviosismo, también podría jurar que Stefano y su ego eran personas separadas. Ella los amaba a ambos por igual.
El juez de paz inició con el discurso. Sus palabras fueron similares a las de Matteo Santoro sobre la Onorata Società, su tradicionalismo, la mujer como apoyo del hombre y, sobre todas las cosas, la familia. Mientras escuchaban, Melissa levantó la vista hacia Stefano. A pesar de mostrarse impasible como de costumbre, podía sentir su malestar debido a estas y, por otro lado, la inquietud que compartían desde hacía meses.
Se fijó entonces en los invitados. Si bien pertenecían a distintas organizaciones, todos eran socios de La 'Ndrangheta. Sin embargo, Melissa pudo concentrarse solo en el rostro de Andrea De Luca. Los ojos del hombre la miraban curiosos y en ningún momento había borrado esa sonrisa de sus labios, que le erizaba la piel. Se encontraba solo y sentado detrás de Branwen, con quien mantenía lo que parecía ser una animada conversación.
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La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2
RomanceDespués de ser condenada a prisión debido a un crimen que no cometió, la agente especial Sallow sabe que sus días están contados. No solo porque es encerrada junto a los criminales más peligrosos del mundo, sino porque se trata de hombres violentos...