Stefano comenzó a comportarse como un imbécil de un momento a otro. De forma usual, Melissa ni siquiera se hubiera preocupado, ¿no era acaso el Don de La 'Ndrangheta el más grande de los idiotas, de cualquier modo? Inestable e insensible la mayor parte del tiempo... La cuestión era que cuando todo parecía marchar bien entre ambos —y ella inocentemente pensó que formalizarían lo que fuera que tuviesen, de alguna manera—, él decidió que era el momento justo para echarla de su vida igual que a un perro.
Entonces, Melissa se encontró con los guardias conduciéndola lejos de la celda de Stefano, aunque también de la población general, hacia el área de aislamiento. ¡Hasta la retiraron de su puesto en la cocina y le prohibieron las visitas con el abogado! Llamar al pequeño lugar un infierno hubiera sido poco, era como un abismo interminable de oscura soledad, en el que la agonía comenzó a abrirse paso desde sus entrañas para volverla loca. Sumado al extraño malestar que le producía el tatuaje en su cuello..., decir que se aferraba con las uñas a la poca conciencia que todavía le quedaba hubiera sido ridículo.
A pesar de todo, supuso que debía de agradecer los escasos momentos en los que era conducida al patio para caminar ante la atenta mirada de los guardias. Sola, desde luego, como si fuera algún tipo de animal peligroso que merecía ser aislado.
Tampoco volvió a ver a Stefano y quizás fue lo que le causó más dolor. ¿Cómo pudo ser tan cruel para desecharla igual que a un objeto sin valor? Pero eso era, ¿no?, lo había sido desde la primera vez y Melissa había sido terriblemente estúpida al pensar que existía amor de por medio. Bueno, lo hubo, aunque solo de su parte. Para Diavolo ella...no significó nada. Ni siquiera un juguete que mantener en su colección; demasiado simple, a lo mejor demasiado fea. ¿Quién querría quedarse con algo así?
«Algo», la palabra hizo eco en su mente y le trajo lágrimas a los ojos. No tenía caso seguir negándose a verlo, era el momento de empezar a llamar las cosas por su nombre.
Cuando la primera semana de febrero llegó, también lo hicieron los terribles malestares físicos. De un momento a otro, Melissa enfermó al grado de pensar que moriría. Sin embargo, por mucho que gritó llamando a los guardias, lloró y suplicó de rodillas, nadie le hizo caso.
Duró exactamente siete días. Ni más ni menos, tal vez con un par de horas de diferencia. En los que estuvo en medio de pesadillas constantes. En algunas, se vería tal cual era, a punto de caer por un acantilado. En otras, corría de alguna fuerza superior que intentaba matarla. También, veía un precioso lobo de pelaje rojizo que le aullaba a la luna como llorándole y cuando sus ojos escarlatas se clavaban en ella llenos de dolor, Melissa solo podía gritar al sentirlo en su propia piel como si la desgarraran.
El más extraño de los sueños, no obstante, era uno que se repetía y cuya protagonista era una hermosa mujer de grandes y expresivos ojos color avellana, que lloraba en medio de las sombras. Se encontraba desnuda y una larguísima cabellera ondulada en las puntas la cubría como un manto castaño. No era lo más inusual, para su asombro, sino encontrarse también con Stefano.
A veces, él aparecía de la nada y permanecía lejos de la mujer, observándola silencioso. En otras, levantaba la mano como si quisiera alcanzarla. Pero en el último, santo Dios, fue tan espantoso que ser testigo de la crueldad terminó por romper cualquiera de sus defensas.
En ese, la mujer percibía la presencia de Stefano y se volvía hacia él, entonces, ella se levantaba y corría para abrazarlo. Antes de que lo tocara, la mano de Stefano se le cerraba alrededor del cuello y la asfixiaba hasta morir. Melissa jamás podría olvidar cómo la cabeza quedó colgándole sobre el cuello y viendo en su dirección. Fue como encontrarse a sí misma y entender el final. Stefano se rio entre dientes, acto seguido se volvió hacia ella y le dijo «tú sigues».
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La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2
RomanceDespués de ser condenada a prisión debido a un crimen que no cometió, la agente especial Sallow sabe que sus días están contados. No solo porque es encerrada junto a los criminales más peligrosos del mundo, sino porque se trata de hombres violentos...