Capítulo 28

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Stefano se detuvo confundido en cuanto ingresó a la sala de visitas. Junto a su abogado se encontraba un tipo de «niño bonito», de cabello rubio peinado perfectamente y sagaces ojos azules, profundos como el mar. Al verlo, solo su abogado se levantó para recibirlo; el otro se limitó a echarle un vistazo de pies a cabeza y sonreírle de medio lado.

Cada uno de sus instintos se sacudieron, erizándole la piel. Si bien percibió algo en el ambiente, no estuvo seguro de lo que era.

—¿Quién invitó al maldito Richie Rich a nuestra reunión? —preguntó malhumorado.

Desde la liberación de Melissa lo estaba constantemente; no solo debido a su alma animal, que lo habría vuelto loco de no mantenerlo sedado, sino a sus propias emociones y sentimientos. No podía sacarse la mirada llena de furia que le dio su mujer antes de escupirlo; pero aquello no le pareció tan importante como sus lágrimas. Mismas que él provocó.

—Bueno, Don, él es quien se encargó de aquel asunto. Ya que todos saben que soy su abogado, me pareció buena idea...

—Valentino Morelli —interrumpió tendiéndole la mano—. Un placer conocerlo al fin.

Stefano reconoció el apellido. Tenía que relacionarse con las 'ndrine de Calabria. Al estrecharle la mano y recibir aquel apretón casi demasiado firme, logró sentirlo. Igual que un corrientazo que lo recorrió, despertando del sueño a su lobo y logrando aturdirlo por un instante.

—¿Qué mierda eres?

—Un hijo del Sol y la Luna, claro.

—No te hagas el gracioso, sabes de qué hablo.

—Bueno, un poco de esto, un poco de lo otro... —La desagradable sonrisa se ensanchó hasta revelar dientes afilados—. Pero si tuviera que escoger, diría que medio zorro.

«Medio», la clave estuvo en aquella palabra. Un mestizo al igual que él. Sin embargo, algo en sus ojos le dijo a Stefano que este niño bonito se encontraba en paz con la bestia que residía en él. Porque, distinto a Giovanni, poseía una y se mostraba sin problemas a través de su mirada. Un zorro dorado, de sonrisa tan astuta como la de su contraparte. Asqueroso.

—Eres valiente para hablarme así.

—Viene con el zorro.

—Me agradas. —Se volvió hacia su abogado y preguntó mientras se sentaba—. Entonces, ¿fue quien hizo el trabajo?

Este asintió firme, tal vez un poco más que antes. Stefano tuvo la leve impresión de que la presencia de su amigo lo hacía sentir valiente. No supo si considerarlo tierno o estúpido, ¿quizás un poco de ambos?

Valentino tomó asiento junto al otro hombre y se recostó sobre la mesa, mirándolo curioso sin perder aquel escalofriante gesto. Era como estar frente al abogado del diablo; y al pensarlo de esa manera tuvo sentido para él. El hombre debía de ser bueno, inteligente o persuasivo (a lo mejor un poco de todo y hasta más, algo como... sin escrúpulos y con muchas conexiones) para conseguir sacar a Melissa en tan poco tiempo. Tuvo curiosidad de saber qué tácticas había utilizado.

—Como le decía —continuó su abogado—, nuestra asociación no es un secreto y ya que su intención era mantenerlo... mantenerla a salvo, pensé que lo mejor era dejarlo en manos de Valentino. Llegó hace poco al país y fue enviado por otra 'ndrina; nadie lo conoce...

—Entiendo, eres nuestro nuevo peón.

—No, yo soy su caballo de guerra.

Fue el turno de Stefano para mostrar una sonrisa burlona. La confianza del maldito rubio comenzaba a enfadarlo.

La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora