Capítulo 44

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Rose Davis se había sentido tan estúpida pocas veces en su vida como cuando después de ir a la casa de su exnovia con la noticia de su embarazo, creyendo que su relación podría ser como al principio, se encontró con el hombre por el cual la cambió. De forma usual, Rose respondía a las malas situaciones con una broma o una sonrisa, ¡actitud positiva ante todo! Sin embargo, en ese momento pensó que se derrumbaría ante él. Deseaba golpearlo, pero más que nada en el mundo, llorar.

Para su fortuna, y salvando la poca dignidad que le quedaba, todavía fue capaz de ignorarlo y continuar su camino. Aunque cabizbaja y con los ojos lloros, maldiciendo entre dientes como un alma en pena.

Si se sinceraba consigo misma, a lo largo de su relación con Melissa, la voz de su conciencia y su sexto sentido le advirtieron que esto pasaría. Ella jamás olvidó al imbécil que solo dios sabía cómo terminó rompiéndole el corazón y, también muy en el fondo, Rose sabía que su novia no la amaba. Quizás no del mismo modo que ella lo hacía.

Su amistad empezó por iniciativa propia. Mientras caminaba por las calles que se sentían demasiado solitarias, Rose recordó cómo luego de que Andy las presentara, Melissa le sonrió antes de apartarse del grupo. Se veía triste, abandonada igual que un cachorro bajo la lluvia y con esos preciosos ojos muertos... Fue inevitable tratar de hacerla reír; por poco lo logra la primera vez. Y fue ese anhelo el que la hizo intentarlo una y otra vez hasta que Melissa carcajeó de uno de sus chistes. Después, con el paso del tiempo, se dio cuenta de que se había enamorado. Melissa, no obstante, seguía manteniéndose alejada de todos —excepto quizás de Andy, Valentino y la propia Rose, también de Olivia, a quien llamaba con frecuencia— y rechazando los avances de cualquiera que deseara conocerla a profundidad.

Al principio pensó que escondía algún tipo de secreto peligroso, una doble vida o que era buscada por alguien. Desechó las estúpidas ideas al entender que lo único que ella trataba de ocultar o, mejor dicho, proteger era su corazón que había sido herido por otra persona, mucho, tanto que se rehusaba a abrirse con los demás.

Aunque lo recordaba, no estaba segura de cómo fue que terminaron juntas. Una tarde, mientras comían hamburguesas, pronunció aquellas palabras como un intento de broma: «Y para que sepas, ahora estamos saliendo». Después, le sonrió con suficiencia antes de seguir comiendo. Pensó que Melissa iba a reírse, que le diría como siempre cuán adorable era y lo mucho que esa persona especial sería feliz a su lado. De hecho, preparó la misma respuesta mental —que nunca se atrevía a decirle—: «Pero mi personita especial eres tú, Missy».

Para su sorpresa, Melissa le dio la única respuesta que no esperaba: «Me parece bien». La misma se repitió dentro de su cabeza sin detenerse, como burlándose y al mismo tiempo entregándole esa pequeña felicidad... Tuvo que verla a los ojos para cerciorarse de que no mentía; cuando ella le sonrió antes de continuar comiendo como si nada hubiera ocurrido, Rose supo que no mentía.

Ya también que esto terminaría cuando Melissa descubriera que no podía forzarse a sí misma a amarla.

Pero deseaba ser egoísta al menos por una vez, por lo que se conformó con las migajas de un sentimiento del que no era la dueña. Así que la invitó a pasar la noche en su casa y esa fue la primera juntas. Estaba segura de que jamás podría olvidar la dedicación de Melissa, cómo se mostraba nerviosa por momentos, teniendo tantísimo cuidado para no lastimarla de ninguna forma. A Rose le pareció una dulce ironía: ninguna de las mujeres que de verdad la quiso fue así con ella; en cambio, esta que jugaba al amor...

Por eso, cuando Melissa fue a su puerta luciendo como si acabara de enfrentarse al diablo, cuando la miró disculpándose con aquellos ojos llenos de lágrimas, lo supo y lo aceptó. No tenía caso luchar contra lo inevitable. Su único consuelo fue saber que no la cambiaba por ese hombre, para el orgullo de Rose hubiera sido terrible en aquel momento. Hasta ahora.

La mujer del Diablo ┃ Las mujeres de la mafia #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora