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Brandon

Estaba confundido, lo cual era de esperarse...

Completa y absolutamente confundido como jamás en mi maldita vida lo había estado.

¿Qué mierdas pasaba conmigo?

Me sentía molesto conmigo mismo. Era un desastre, como hijo: pues había abandonado la academia militar. Aunque terminase la de cocina, no había hecho nada con ello. Más trabajar en restaurantes y nada más. Era incapaz de soportar un relación, dado que siempre me sentía inconforme, me aburría y sentía que algo faltaba. Tratar de sonreírles a todo no bastaba para ocultar lo perdido que estaba.

¿Qué podria lograr yo solo? Nada. Así de siempre.  Solo podía arruinar todo aquello que tocaba.

Había conocido a una buena chica con la que disfrutaba estar. Y sólo habíamos estado dos veces en la cama y la verdad, se había sentado bastante bien. Se había sentido especial, pero¿Para qué?

Para traicionarla como lo había hecho. Es cierto que no estaba enamorado de  Fabiola, pero veía en ella la oportunidad de estarlo. De sentir eso.

Entonces... Por qué no había echo aquello...

Por qué le había besado a él...

Trato de encontrar la respuesta aunque no quiero recordar. No quiero ver esas imágenes. Pero necesito saber por qué.

En la cueva. Estaba aterrado. Tenía miedo y pensé que moriría allí. Solo, perdido y el olvido de la fría oscuridad. Entonces él apareció. Y con su voz suave me dijo que todo estaría bien. Sentí su calor. Sus brazos cálidos y el miedo desapareció en el instante en que vi sus ojos.

Y algo en mi pecho se lleno,  mi corazón se detuvo. No había sombras.y solo quise sostener sus rostro entre mis manos. Y cuando lo hice, no podría creer que estuviese allí. Parecía un milagro. Mi milagro, mi todo...

Y quería más, más de él. Más que solo abrazarlo. Más que un apretón de manos. Más que una sonrisa. Quería sentir sus labios en los míos. Sus aliento a menta en mi boca. Quería todo de él.

Lágrimas caen por mi mejillas mientras muerdo mis labios conteniendo los sollozos. Cubro los ojos con el mi brazos. Tirado sobre mi cama, me hundo en la pena y la vergüenza de esos sentimientos, de esos pensamientos. De ese yo que se estaba mostrando ante mi.

Y luego sucedió de nuevo. Pero esta fue peor, porque esa noche el único miedo que cruzo mi alma fue el de no poderme detener. lo había deseado, con fuerza, con necesidad y... Anhelo.

Y al despertar. El mayor de todos los miedos fue... Recordar cuanto había disfrutado aquello. Algo nuevo, algo único, un vino del más exquisito sabor. Un placer incomparable.

Y ahora nada tenía sentido. Porque trata, luchaba por decirme a mi mismo que solo era una estúpida. Un accidente. Que jamás se compararía a lo que sentía por Fabiola.

Pero sabía que mentira. Porque solo aquellos accidentes, aquellos arrores, había superado cualquier cosa que había había sentido en mi vida. Y ahora venía de una forma distinta el verdadero placer y sentimiento que un beso conlleva consigo. A eso se referían los libros y sus poesías.  A eso se refería mi madre cuando me había contado la primera vez que mi padre y ella se besaron. Todo tenía sentido ahora.

Y me odiaba por ello. No quería pensar así. No quería que esto sucediera.

Ahora solo qdesearia no haber salido nunca de aquella cueva.

Porque aúnque ya no esté allí, el agua me llega al cuello y sigue subiendo cada minuto como la marea bajo la luna llena. Fría y silenciosa.

Me había olvidado de las redes sociales. Y mi teléfono se mantenía en silencio. Ignore cada mensaje, en especial los de Fabiola,ya que ella sabía que estaba de vuelta en la ciudad. Solo le respondí una sola vez diciéndole: No puedo hablar por ahora. Espero entiendo y lo lamento.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora