•*****

3K 189 22
                                    

Cuando llego a la universidad, estoy cansado y sudoroso.

Perdí el maldito autobús.

Así que antes, me dirijo al baño para limpiarme algo de sudor con mi paño de emergencia. Me peino un poco de forma muy brusca, debido al asfixiante hedor a orina de hombre que intoxica todo el oxígeno del espacio de baldosas celestes. Ojalá los chicos mantuvieran los baños tan limpios como las damas, pero supongo que no prestarle atención a eso y ser poco cuidadosos al orinar es parte de nuestra naturaleza machista. En definitiva, somos un caso perdido.

Salí del cuarto de baño un poco más presentable y comencé caminar rápido hacia mi aula estimada: N° 28. Cuando voy a medio camino, lo veo; ojos verdes muy claros, piel marfil, cabello castaño, fornido con naturalidad y sencillez. Es ese sujeto con el que llevo un tiempo intercambiando miradas. Es irritantemente guapo, pero se podría decir que su aparente arrogancia choca con la mía. La verdad, no sé qué quiere, o si solo le gusta mirar fijamente para regocijarse de su atractivo y llamativos ojos.

Me gusta.

Pero me cae como piedra en un lago. Pe-sa-do.

Cruzamos uno con el otro y sigo sin detenerme. Como dije antes, todos tenemos a esas personas con las que intercambiamos miradas insinuosas, frías, significativas, etc. Es algo natural que disfrutamos sin siquiera darnos cuenta y esta en nuestra genética, como un sistema que invita a la interacción entre individuos. A excepción de cuando el sentimiento transmitido es desprecio.

Suele pasar.

Toco la puerta y en segundos uno de mis compañeros abre, su nombre es Douglas. Él es delgado y pálido, siempre peinado con su habitual cresta de pollo negro. Es un buen tipo, aunque algo obvio respecto a su sexualidad. Tú sabes a que me refiero. Somos 6 chicos G (No me gusta la palabra gay así que la abreviare) en el nuestra clase de 24 personas.

-Tarde como siempre-dice recriminadome por mi puntualidad.

-Lo bueno se hace esperar-sonrío con arrogancia y paso. Lo veo arquear ambas cejas y sonreír con sorpresa.

-Pero que humilde el niño.

Saludo a la profesora y voy directo a mi mesa, o pupitre, otro término que usamos. Mis dos mejores amigos parecen enfrascados en sus conversaciones por lo que solo extraigo mi libreta y finjo prestar atención a la clase. Ya sé todo eso que la profesora esta explicando: Gestión de negocios, la interacción laboral, y las relaciones y cargos laborales, que se parecen, pero son diferentes porque la última involucra más los puestos de la empresa, tomando más en cuenta al gerente como transmisor principal.

Y como estás deduciendo, sí, yo; un entusiasta de las artes y la ciencia, amante de la historia antigua y fan de los dinosaurios y criaturas mitológicas, estudio administración de empresas...

Fue mi mejor elección dada las pocas opciones de las que disponía. O al menos, eso me digo a mi mismo todas las mañanas para no sentirme mal. Solo me faltan días para terminar mis cuatro años de estudio. Actualmente tengo 21 años. Tuve suerte de inicial rápido la universidad, o de lo contrario; me las vería bastante mal económicamente.

Oigo las voces de los grupos que los años han formado en mi clase, dialogando e intercambiando ideas. Hago lo posible por no distraerme. Cierro los sentidos y comienzo a dibujar usando un lápiz B2, de los muchos que colecciono en casa.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora