CAPÍTULO 12 (Sin corregir)

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Brandón

Luego de encontrarme con mis compañeros y de darnos palmadas y embestidas como animales, nos dispusimos a jugar videojuegos (FiFA) mientras tomábamos un par de cervezas y comíamos nachos, una usual reunión de chicos ex compañeros de instituto. Me resultó curioso darme cuenta de lo mucho que extrañaba esos momentos de equipo y bromas pesadas sobre chicas con la que estuvieron, después de todo, yo no compartía su disfrute por acostarse con todo lo que caminaba, pero era bastante entretenido oírlos.

Había apagado mi móvil, y luego de múltiples partidas, tres rondas de comida chatarra, festejamos con gritos victoriosos cuando YO gané el torneo en Dragón Ball Súper 3. Era de esperarse, ninguno de mis amigos daba la talla contra mí.

Por un instante, recordé los partidos contra Michael y como él, era capaz de mantener mi ritmo, e incluso podía llegar a ganarme, pero que mas da, él tenía mejores cosas que hacer.

A eso de las 10 pm uno de los chicos, Orlando; el enorme pelirrojo de franela azul, llamó nuestra atención con un aplauso mientras mirábamos la lucha libre de chicas.

- Oigan muchachos, ¿quién quiere ir a una fiesta de las grandes?

-¿De que hablas? - preguntó curioso Armando que había llegado de visita a Madrid por tres días según sabía, él es uno de los tres que mide mi altura, era defensa del equipo en aquellos días. De hecho, es el más cercano a mí del grupo, aunque nuestra contextura es similar, él es de piel clara, mejillas algo rosadas, barba y cabello en ondas color oro. Solían decirle Adonis y a mi Hércules, era nuestros apodos, todos en el equipo teníamos sobrenombres griegos o romanos. Éramos el grupo más llamativo en la universidad.

Recordará esos tiempos hacia crecer mi ego hasta la estratosfera.

-De qué, acaban de avisarme de una gloriosa fiesta y le comenté a mí Broder con quién estoy. En fin, quiere que vallamos todos. ¡Cómo en los viejos tiempos troncos!

Nos levantamos en un rugido de victoria y chocamos palmas como siempre. Los días de gloria seguían vigentes.

Una vez en la camioneta 4×4 de doble camina, de Orlando, salimos e hicimos una paradas por dos chicas; su novia y una amiga, de bonito cabello castaño que me dio una mirada que pude codificar con facilidad. Quería compañía, y yo podía ser esa compañía. Así que cuando nos ubicamos en los asientos me aseguré de quedar a su lado. Y le regalé una sonrisa que obtuvo como consecuencia un suave rumor.

Amo hacer ruborizar a las chicas, pues ese simple gesto causa que el macho alfa dentro de mí despierte (eso sonó raro).

Media hora después, entre risas y buena música, mi brazo había rodeado el torso de "Cristina" mientras nos dirigíamos a la fiesta.

Al llegar, la emoción se despierta en cada uno de nosotros y observó casi en trance recordando los días en la universidad. Los días buenos.

Bajamos y Cristina se mantiene a mi lado, por lo que me gano un par de miradas cómplices de mis amigos, 9 miradas en total. Algunos iban en la parte de atrás tomando aire. Pero si estuvieran todos los que conformaron el equipo de los " Arcones Azules" harían falta tres camionetas más.

Nos movemos entre la aglomeración de personas y desearía estar vestido con algo más formal, pero en fin, hacer ejercicio tiene sus ventajas. Una simple franela se vuelve una alma mortal que detalla todo el material que se exhibe.

Una vez que el grupo comienza a moverse nos ganamos algunas miradas y sonrío evitando lucir muy emocionado, y más condescendiente. Es solo parte del perfil. Mismo perfil que muere cuándo nos encontramos con algunas amigas y las abrazo de golpe, lo mismo con viejos compañeros de clases o conocidos. Las charlas despiertan y las horas trascurren entre bebidas, risas y anécdotas para luego adentrarnos a la pista de baile.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora