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A sido un mes realmente largo, y debo decir que un montón de cosas significativas han ocurrido. Sin embargo, no tengo nada que lamentar.

Excepto quizás... haberle enseñado a Michael ha jugar Far Cry en la PS3.
Aprende rápido el desgraciado.

Estamos uno al lado del otro separados por un puesto vacío, mientras nuestros dedos se mueven hábilmente entre los botones del control y el repiqueteo de las teclas solo se compara a la frecuencias de los disparos que resuenan en la pantalla.

Muevo a mi personaje a través de los arboles corriendo por el paisaje selvático. Disparos centellan a lo lejos del ambiente virtual y se estrellan cerca, impactando con fuerza, liberando chispas y sangre.

Uno me dio, joder.

Me agacho cubriéndome con una roca y espero. Tengo que cambiar mi estrategia. Después de todo, cabe resaltar que mi oponente se hizo con un rifle de largo alcance bastante peligroso. No he dejado de correr, y esto no puede seguir así. Tengo un honor Gamer que mantener.

Pasan unos lacónicos minutos en silencio...

Mi personaje se arrastra y comienzo a correr. No hay disparos.

Me detengo e inspeccionó los alrededores.

Nada.

—Dónde estás granuja... —gruño con los dientes apretados.

—Bailando sobre tu gordo trasero —responde Michael concentrado en la pantalla. Mi hermano, que vino de visita justo después de la operación, lleva un buen rato observándonos, y tengo la leve sospecha de que está apoyando a mi rival en vez de a mí. Está parado detrás del sofá sin decir palabra. Algo muy raro en él.

—Vas a salir, y te voy a matar—le amenazo.

—Esa es mi línea.

Oigo una explosión. Me giro y busco ferozmente en las distintas direcciones. Pero no veo nada...

—Game over—susurra mi hermano con diversión y no entiendo a que se refiere.

Entonces una ráfaga de disparos golpea mi avatar bañando la pantalla en sangre.

Y pierdo.

Yo.

—Pero qué mierda... ¿Cómo lo hiciste?

Michael se levanta dando un rugido de victoria y veo como él y mi hermano chocan las palmas con complicidad.

He aquí un acto de traición familiar.

—Estabas tan nervioso a la espera de un ataque a distancia, que no te percataste cuando rodee casi todo el campo hasta dar la vuelta. Me escondí cerca y te seguí. Entonces arrojé una granada lejos señalando mi antigua ubicación. Y caíste. Solo tuve que apuntarte y bam, ráfaga de disparos por feo.

Ellos se ríen con ganas y yo miro a mi oponente entornando los ojos.

—Esto no se va a quedar así. Revancha, ahora.

—Acepta tu patética, miserable y ridícula derrota, "Rey de los videojuegos". Te ganaron —se burla mi hermano, pasando una mano por su cabello largo color chocolate.
Idiota.

—Tú—señalo a Michael —ven aquí. Revancha.

—Yo terminé por hoy, Pie Grande.

—Mis pies no son tan grandes —espeto indignado. Pero como siempre, mi hermano tiene algo que decir — Calzas 46, de pequeño había que mandar ha hacer tus zapatos.

—¿En serio?—pregunta Michael entre el asombro y la incredulidad.

—¡No tenías que comentar eso!—ragaño a Harry— ¡Es privado!

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora