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Brandon

       Luego de preparar el desayuno en casa, miré mi nuevo reloj digital y ya eran las 8:30 am. Así que me dispuse a salir un rato y quizás, nuevamente buscar trabajo.

       Había un restaurante muy popular en la ciudad que podría ser una buena oportunidad para mí. Así que extraje mi Curriculon Vitae y lo guardé en mi maletín. Subí a mi moto y emprendí rumbo al centro de la ciudad. Cuando llegué al local, una mujer me recibió y a ella le entregué el documento. Me dijo que seguramente me llamarían al día siguiente para que personalmente uno de los dueños me evaluara. Al parecer, los dueños y Chefs jefes, eran dos.

Un tal Danilo y otro llamado Fabricio. No tuve que preguntar para darme cuenta que esos tíos debían ser italianos.

Por suerte, tengo una amplia galería de platillos italianos diseñada por mí y retocada por mi madre y su hermano, mi querido tío Marcello
.
Luego de irme de allí, me dirigí entonces a la tienda de dulces más cercana y compré un par donas graceadas...

Una caja.

       Me detuve a media vía cuando una chica de poblada melena cobriza me saludó. Era Felicia.

Cuando me preguntó qué hacía la puse al tanto y la envite a ir conmigo ha visitar a Michael.

       Una vez en el edificio, subimos y abrí la puerta con la copia de la llave que el mismo me había entregado.

Entré.

       Y me quedé pasmado sin entender lo que ocurría.

       Quien estaba frente a mi no era Michael, si no, mi primo Bernaldo. Solo vestido con una toalla que rodeaba la cintura. Fruncí el ceño y lo miré sin entender.
   
   —¿Qué haces tú aquí, Bernaldo?
  
    —Eh... bueno, yo...—estaba nervioso, eso era claro. Una extraña sospecha comenzó a emerger desde lo profundo de mi conciencia, la lógica mostrando lo obvio. Él estaba en casa de mi mejor amigo, semidesnudo. Y eso solo podía señalar una cosa. Que mi primo y mi amigo se habían... ellos...habían tenido...Oh por la madre de Dios.

       Esto tiene que ser una broma.

       ¿Michael es gay? ¿Y se acuesta con mi primo?

¡¿Qué mierda?!.

       —Dime que es una broma...—murmuré aún incrédulo.

       —¡Bernaldo!—dijo alegremente Felicia llamando mi atención—¿cuidaste a Michael como te lo pedí? ¿No lo dejaste beber demasiado, verdad? yo te advertí como se pone.

       Arquee una ceja sin entender.

       —Pero qué... ¡Ah, cierto! No, no bebió mucho, pero igual cayo rendido. Menos mal no me fui o quién sabe dónde abría amanecido. A penas y sabía su nombre.

       —Lo imaginé—dice riendo Felicia—Michael es un desastre cuando de alcohol se trata, o eso mismo me contó él. Debe haberse animado luego de jugar tanto en los bolos.

       —Cierto, un total desastre. Al menos sw divirtio en el boliche—rió mi primo y miré de uno al otro.

       —Así que estaban en loa bolos...—miré curioso de uno al otro, no del todo convencido—No sabía que ustedes se conocían.

       —Claro, nos conocemos de... aquel día—comentó mi primo medio sonriendo—la vez que...

       —Nos tropezamos en El Retiro y sin querer hice caer tu helado, te ensucie toda la camisa —Felicia ríe más fuerte esta vez. Y ya como que me está poniendo nervioso—Muy horrible.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora