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Michael

Hace un buen tiempo ya que no paseaba por los barrios de Madrid. Coloridos y coloquiales. Mientras recorria el espacio, aviste algunos negocios y mercados. Encontrar algunos ingredientes me tomó un poco más de tiempo. En especial las hojas de plátano. Sin embargo, ya conocía algunos negocios en los cuales trabajan gente de mi país. Incluso puestos pequeños, donde ellos mismos ofrecían sus comidas y artículos tradicionales de Venezuela.

Cargaba con algunas bolsas, en las cuales llevaba la mayoría de las cosas. Aceitunas, pasas, alcaparras, verduras. Había extrañado Madrid durante mucho tiempo, y nonodia negar que volver a recorrer sus caminos me llenaba de alegría. Ni mi ciudad de nacimiento me hacía tanta falta como estra aquí. Claro, mi familia por otra parte si era algo que echa de menos. Quería verlos.

Me había topado con el jefe de Brandon, un hombre rubio, apuesto, y de vestimenta simple y barba descuidada. Con un semblante amable y cordial. Tenía una belleza descuidada pero angelical. Excelente para una pintura. Hay personas con apariencias muy particulares. Claramente, aquel hombre no me conocía, y el chico con el que andaba, un moreno pelinegro, apuesto y de cuerpo atlético, si pareció reconocerme.

-¿Creo que te e visto? ¡Ah, claro! ¡Eres el amigo de Brandon! Na'wara, él a hablado mucho de tí. Pero casi no te reconozco chamo.

Cuando lo escuché hablar supe de inmediato que era de Venezuela.

Me reí-Estuve de viaje un tiempo. Un año, mejor dicho. -Entonces reconocí al joven. Era el novio del jefe de Brandon. Creo que se llamaba Antoni.-Ustedes son Danilo y Antoni, ¿Cierto?

-Los mismos.

-Brandon me contó de ustedes. Me habló muy bien de ambos, y me dijo que son novios.

Antoni río, pero fue el Rubio robusto en que sonrió con timidez y respondió.

-De echo, nos casamos hace dos meses. Somos esposos.
Oír eso me asombró y me llenó de alegría. No sabía decir porque, pero oír de alguna pareja de hombres que se hubiesen casado y vivieran como un auténtico matrimonio, me hacía muy feliz. Y me llenaba de esperanza. Ese siempre había sido mi sueño. Y ellos en definitiva hacia una excelente combinación.

-Increible, hacen una hermosa pareja. Un Italiano y un Venezolano. Quién lo diría.

-Gracias chico.-dijo Danilo. Parecía feliz de oír eso.

-Mano, los Venezolanos somos como un postre.-añadío Antoni codeandome, con diversión en sus ojos.

-¿Lo mejor de cada comida?-le pregunté riendo. Él me dio una palmada en la espalda asintiendo. Nos reímos juntos. Éramos paisanos con el mismo humor.

Su esposo, el chef Danilo, se cruzó de brazos y negó mirándolos.-Que humildes son. Oye, cuando veas a Brandon, dile que luego de noche buena haré un almuerzo en mi casa. Pueden ir los dos, seran nuestros invitados. Haremos carne asada.

Su acento italiano era elegante y fascinante. Siempre había querido oír hablar a un italiano. Me recordó la primera vez que oí la voz de Brandon cuando nos tropezamos junto a una universidad de medicina en mi Ciudad. Su acento español me había dejado fascinado. Aunque aquel día muchas otras cosas me había llamado la atención...

-Será un placer. Yo le digo.

Luego de conversar, ambos me ayudaron a encontrar un par de lugares excelentes para comprar condimentos Minutos después, nos separamos y regresé a mi departamento.

Que curioso el haberme topado con los ganadores del festival de cocina. Al menos de la parte profesional. Porque Brandon me había contado que él y Mark habían ganado la sección de Juvenil. Saber eso me había alegrado.

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⏰ Última actualización: May 22 ⏰

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Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora