CAPÍTULO 19

1K 127 46
                                    

Desde hace años había me había mantenido alejado de las personas, no cualquiera lograba de alguna forma alcanzar mis manos, esas que añoraban una amistad y rozaban el suave deseo de entrelazarse con otros dedos. La mayoría de las personas me juzgaba a simple vista, y que decir de mi apariencia. Era pálido y mi madre me orientaba ha vestirme con los pantalones más arriba del ombligo y claro está, toda mi ropa era sumamente ancha casi similares a kimonos. Me peinaba de lado con si una vaca hubiese lamido mi frente y allí estaba, silencioso y apartado. No era el más listo, pero mi promedio era bueno, mas hacer amigos... era otro asunto.

Muchos creían que era un sabelotodo arrogante y no faltaba quién pensara que tenía algún trastorno o era mudo. Lo curioso de todo es, que en un tiempo era así por mi miedo ha hablar con las personas, me ponían sumamente nervioso, y más si eran mujeres. Casi les tenía fobia, por el simple hecho de no saber que hacer cuando estaba frente a una. Desde niño me sentí cómodo entre varones, aunque llegué a tener un par de amigas.

Con el tiempo comprendí como los ciclos se repetían, siempre me sentí extraño y diferente por mi manera de ver el mundo, pero seria en un futuro cuando entendería el porqué.

Observaba las charlas repetidas, las costumbres, las manías y gestos de las personas en mi entorno buscando comprender como funcionaban y que los guiaba a ser como eran. Era distinto y lo sabía, y el un tiempo llegué a tener miedo de mi mismo.

Años después seguía siendo un asocial, pero lo hacia en parte a propósito pues esto permitían que solo pocas personas se me acercaran con el fin de conocerme sin fijarse en mi tímido comportamiento. Y me funcionó, pues conocí, en la secundaria, a un chico llamado Xavier el primer día de clases, y como todo chico independiente, estaba acompañado por mi madre.

Era el único con guardaespaldas.

Entonces lo vi y recuerdo que mi madre le preguntó la hora y el cortésmente le respondió.
Eramos nosotros tres apartados de los demás así que se animó ha hablar conmigo. Él era moreno de piel perfecta, bajito y peinado en ondas filosas con mucho gel lo que le daba un aire de niño bueno. Pero de eso no tenía nada.

Ese fue mi primer real mejor amigo.

Y por increíble que suene, de las 7 secciones que habían por cada año, cuando entré a anotar mi horario estaba nervioso a más no poder, y sin mi querida guarda espaldas que también se había notado insegura de dejarme solo y no niego que tuve miedo cuando se marchó.

Fue entonces cuando escribía y miré a mi derecha, y allí estaba él, y aún así me le quedé mirando sin saber si era realmente la misma personas. Soy realmente malo con las caras que veo solo una o dos veces.

Pero entonces al preguntarle comprobé que era el mismo y ninguno podía creer que eramos compañeros de clases. Desde ese día nos lo pasamos juntos y aunque él tenía hermanos en el instituto, no se despegaba de mí y por primera vez, sentí que tenía a un verdadero amigo que era solo mío (Yo era algo posesivo con mis amistades, y celoso). Con el tiempo se sumaron otros dos chicos y una chica, pero él y Jhonaider era mis dos mejores amigos. Y no me juzgaron, aunque me fastidiaban como nadie y a su vez me defendían de todo aquél que tratara de molestarme. Y no me juzgaron, y conocieron quien era yo y así les gusté.

Desde entonces dejé de preocuparme si la gente pensaba en mí como un prepotente o lo que sea, si, era educado y estudioso, y eso no me volvía arrogante ni más que nadie, y yo lo sabía. Al menos, al fin podía escapar de la soledad de mi hogar apartado en el cual no tenía vecinos y solo vivíamos mis padres y mi hermano.

Mi vida era rara, algo parecida a la de un nómada pues me mudaba de un lugar a otro. En quel tiempo vivía en Miranda en una ciudad llamada Guarenas. Hasta que volví a irme dejando a mi amigos allá. Es curioso, porqué en ellos inspiré mi primer libro, algo clásico de chicos que manipulan los elementos y esas cosas. Fueron una pieza importante en mi vida porqué me ayudaron a perder el miedo y a extender mis horizontes.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora