•CAPÍTULO 7: Desacuerdos

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En el camino, el silencio se planta por completo. Las chicas se mantienen calladas y Brandon solo conduce sin decir una palabra. Me percato de una que otra mirada discreta de su parte pero lo ignoro. Su mandíbula a estado presionada todo el viaje y podría jurar que lo he visto parpadear como si así controlara la humedad extra en sus ojos. Me pregunto qué cosas estarán cruzando por su cabeza.

—Que noche tan extraña —comenta Emili, la chica con la que antes hablaba Brandon—lo importante es que gracias a Dios no te paso algo peor, Alexon.

—Ciertamente— respondo cortante.

—Si no te hubieras desparecido, estarías bien y te habrías ahorrado el momento —agregó su compañera.

Listo.

Apretó el botón nuclear.

—¿No me digas?—espeto con sarcasmo—Me cuesta creer que lo notaras mientras mascabas ese chicle de saliva por dos horas, sin contar que ignoraste a todos mientras respondías los mensajes de un tal Miguel que piensa que tu trasero esta rico. Perdoname por aburrirme de tratar de hablar de otras cosas y no de eso, y por salirme a tomar aire mientras estos dos se hacían ojitos y yo les alumbraba toda la mesa como un imbécil... Tienes razón, no debi salir, eres toda una...

—¡Alexon!—me corta Brandon y es la primera vez que me llama por mi nombre real.— Calmate hermano.

Las chicas lucen avergonzadas pero me da igual.

—¡Tienes razón tú también! Aún sabiendo que no quería salir a esto de un dos pa' dos, me pediste venir casi por obligación. Creí que era verdad que solo querías relajarte un rato y pasear, no que tenías tu estúpida necesidad de dos chicas por semana. Me humillaron, y ese imbécil no dejaba de decirle a su amigo que me disparara. Casi muero porque no soportaba estar allí dentro, y sobre todo, porque me engañaste para que viniera. ¡Si me hubieran matado, el único culpables habrías sido tú!.

Si antes había silencio, ahora oficialmente se podían oír las respiraciones en el vehículo. Me limpie la humedad de los ojos y con eso también ensucie mi manga de sangre, la herida seguía abierta. Las manos me temblaban y un nudo apretaba con fuerza en mi garganta.

Brandon no dice nada. Su cara hecha piedra cuando me mira y lo veo directamente a los ojos.

—Llevame a mi casa.— le ordeno sin inmutarme.

—Bien—finaliza él.

La noche a caído por completo y las luces de la ciudad salpican las calles con destellos. Autos cruzando cada segundo, gente transitando, pero la mayoría de los negocios cerrados, a excepción de aquellos de comida como restaurantes o puestos de pizza y hamburguesas. No todos se arriesgan a estas horas dado el nivel de delincuencia.

Brandon deja a las chicas en sus casas y luego seguimos. En silencio, mientras mantengo mi mirada en hacia al exterior.

Veo confundido cuando dobla en dirección contraria a la vía que lleva a mi casa. Junto las cejas y lo miro — ¿Qué haces?

—Vamos para mi casa. —Dice sin más.

—Eso no va a pasar. Abre la puerta, me bajaré aquí.

—No.

—Brandon... —le advierto con voz fría.

—Soy tu amigo Michael, y como tu amigo te diré que estás actuando como un estúpido, pero no puedo culparte por eso. Tienes razón en lo que dijiste y estás en tu derecho. Pero no voy a llevarte a tu casa luciendo así. Tengo un kit de emergencias donde mi tía, te revisaré y mañana te podrás ir. Además, tenemos una conversación pendiente.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora