CAPÍTULO 17

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Es casi de noche, y el atardecer rodea con destellos naranja y dorados las nubes, aunque más allá, un cielo nublado se avista casi amenazante. Una tormenta próxima.

Cuando una gota salpica mi nariz le aviso a Tyler que debenos entrar y abandonamos el patio delantero. Cierro las puertas, y comienzo a preparar café, por supuesto. El pan y la galletas está listo. Por suerte hay una panadería a tres casas de la mía. Estamos solos pero no deben de tardar en llegar mi padre y mi hermano del trabajo. Brandon y Bernaldo se quedaron donde la señora Clairet luego de traernos en la camioneta de su tío Carlos. Ambos adultos habían mostraron una clara emoción al vernos, y la presencia de Bernaldo les alegró pues tenían años sin tenerlo en frente y ahora era todo un hombre, habían dicho impresionados. Les presentamos a Tyler que fácilmente se ganó el agrado de todos. Era: El moreno lindo. Apodo elegido por la dueña del hogar.

Y aunque le habían ofrecido hospedaje, Tyler me había dicho que se quería quedar conmigo, después de todo era a quién más confianza le tenía.

Así que mientras disfrutamos del café y de vez en cuando recibo una de sus miradas maliciosas que me recuerdan lo que no le conté sobre el autobús, trato de cambiar de tema. Pero él solo ríe y niega.

Lo llevo a mi habitación, en la cual Brandon ya ha estado algunas veces y le muestro mis fotos familiares, le hablo un poco de mi madre y como a sido mi vida aquí. Durante todo ese tiempo le narro mis experiencias tanto malas como buenas y él hace lo mismo. Habíamos hecho eso en distintas ocasiones mientras estábamos en Argentina, y ahora el momento se prestaba para liberar aquellos recuerdos.

Le mostré mis dibujos, sorprendiéndolo, los borradores escritos de mis libros, mis colecciones de colores y otras cosas simples pero significativas. Después de todo mi vida había sido humilde y no disponía de computadora, ni WiFi y menos tv por cable en aquellos días. Pero ahora que había podido enviarle dinero a mi hermano y padre, muchas cosas habían cambiado. Busque la laptop de mi hermano, nueva y costosa por si necesitábamos algo de WiFi.

Era increíble como la conversión ahora me beneficiaba. Un dólar equivalía a un sueldo mínimo en mi país, y con lo que les mandaba era suficientes para ayudarlos en buena manera, y me sentía feliz por eso. Era mi objetivo, y mi familia salia adelante. Me sentía orgulloso de los logros que poco a poco había alcanzado.

Nos recostamos en la cama rodeados por las cuatro paredes que conformaban mi pequeño cuarto. Tyler habló por llamada con Roger un largo rato, y yo mientras, le escribía a Brandon y a Bernaldo. Los demás chicos me habían escrito y les certifique que todo estaba bien y habíamos llegado sin problemas.

Cuando mi padre y mi hermano llegaron nos saludaron. Abracé a mi papá conteniendo las ganas de llorar y noté que el hacía lo mismo. Incluso abracé a mi hermano y les presente a Tyler.

Mi hermano y él se llevaron bien y por supuesto, el segundo no perdió oportunidad para fastidiarme con las cosas que el primero le decía sobré mi.

Conversamos, ayudamos a preparar la cena y nos fuimos a dormir. El viaje nos había dejado agotados por lo que el sueño me abrazó y no me soltó hasta la mañana siguiente.
Fue el timbre de mi celular lo que me despertó y medio dormido y atontado miré la pantalla que decía.

[Cuatro llamadas perdidas de Bernaldo ♥]

[12 llamadas pérdidas de Brandon]

Más algunos mensajes y notificaciones de las redes sociales.

Miré a mi lado donde Tyler dormida boca arriba con las piernas y brazos extendidos casi formando una X, y por supuesto, roncando. Siempre ronca cuando esta en esa posición, y aparte, casi me saca de la cama.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora