CAPÍTULO 28: Firework

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Los siguientes días la firma de libros continuó. Y luego de aprovechar las tardes para conocer la bella Valencia, acordé con los editores que regresaría a Madrid con Brandon.

Este último había insistido en que le acompañara a su hogar para celebrar la Navidad. No voy a negar que Aún me sentía un poco extraño. Compartir nuevamente con Brandon se sentía levemente inquietamente. Como si algo malo fuese a pasar en cualquier momento.

Sin embargo, durante el viaje de regreso no hicimos más que hablar de todo lo vivido durante ese año en que no tuvimos contacto. También le conté como terminé con Bernaldo, porque él lo preguntó, y acotó que una semana después había terminado con su novia. Por la misma razón. Luego no hablamos mas de eso y solo seguimos intercambiando experiencias. Algunas algo tristes y otras divertidas. Aquello nos ayudó a recordar lo que se sentía saber todo el uno del otro. Más ambos estábamos de acuerdo en que habíamos cambiado un poco, de buena manera por supuesto.

El viaje se me hizo tranquilo. Adoraba viajar en avión y curiosamente no me daban náuseas. A diferencia de los coches o autobuses donde si debía a veces recurrir a una pastilla para los mareos.

Llegamos a horas tardes y Brandon pasó las dos últimas horas dormido en mi hombro. Se veía tranquilo, mientras yo sentía un cosquilleo en el estómago que no podía detener. Él olía tan bien... Su olor varonil impregnaba el espacio. Su cabello afeitado como siempre me rozaba el rostro con suavidad. Y sentía su respiración calmada.

Tenerlo a mi lado, y saber que tenía otras intenciones era... tan extraño. Quiero decir... que su propósito era ir más allá. Saber que yo te gustaba... bueno, aún no lograba hacerme la idea. Y pensar que había usado las palabras: Te amo y... te deseo.

Era imposible de asimilar. Y solo hacía que mi pulso se elevará a mil por segundo.

Lo dejé descansar. Y cuando llegamos, él se dio cuenta que se había quedado dormido en mi hombro. Se disculpó. Pero no le di importancia.

Nos bajamos y conseguimos un Uber aunque era tarde. Las 11:00 pm.

Por la ventana apreciaba las callles de Madrid. Se me hacía agradable verlas otra vez.

Llegamos a su casa. Un vacío en mi pecho emana frío. ¿Qué pensaría su familia al verme?

Ya Brandon me había dicho que ellos no sabían lo que había pasado entre nosotros ni sobre sus visitas al psicólogo, ni sobre su atracción hacia el mismo sexo.  Solo Harry estaba al tanto.

Cuando entré, ellos lo esperaban. Su madre lo abrazó y su padre fue el siguiente. Se veía diferente, más cariñoso que como lo recordaba. Quizás su hijo le había hecho falta.

Como a su madre, que no dejaba de darle abrazos y besos a su bebé gigante.

Me reí.

—Cállate...— gruñó el Grandulón.

Su madre me abrazó con cariño y el padre de Brandon... me estrechó la mano y luego para mi sorpresa, me dió un abrazo fraternal que me tomó por sorpresa...

Harry también nos dio un abrazo a ambos. Y había algo en su mirada pícara que me resultaba un tanto incómodo. La forma en que veía de Brandon a mí...

Esa noche cenamos tarde y luego todos nos fuimos a dormir.

En nuestro caso, solo lanzamos las maletas en un rincón.

El corazón me dió un vuelco cuando pensé que dormiría en la misma cama que Brandon. Pero luego sacó una gruesa colchoneta que tenía enrollada sobre su closet. La recordaba, yo a veces dormía allí.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora