•*****

1K 128 6
                                    

Esta es sin duda, una de las situaciones más incomodas de mi vida. Sin contar la ocasión cuando mi padre estuvo apunto de entrar a mi cuarto y allí estaba un chico semidesnudo (en pantalones), algo que él pareció imaginarse porque tocó pero no pasó.

Era la primera vez que llevaba a alguien a mi hogar tan descaradamente, y lo digo porque todos sabían que era mi pareja. Y fue extraño, pero también gracioso. Sin embargo, eso no se iba a repetir. Y menos con ese imbécil, egoísta que no hizo más que...
Perdón. Mejor regreso a lo importante.

Ahora, estoy aquí, de nuevo en la tienda de postres con Brandon. Ha pasado casi un mes desde la primera vez que vinimos y he de decir, que he tenido suficiente de él por hoy. En especial, por la idiotez en que me ha metido.

Él, claramente está contento, dialogando con una preciosa chica de cabello oscuro y linda nariz que está frente a él, y yo tengo en frente a la amiga de esa chica, y aunque también es linda, no a dejado su celular descansar ni un minuto. Lo que hace que todos mis intentos de conversación sean erradicados. No encuentro un modo de sacarla de ese trance cibernético en el que está metida. Es decir, que estoy hablando solo, iluminando la mesa como una lámpara que cubre a estos dos calentones y a la señorita Whatsapp.
Y como la cereza del pastel, tengo a nada menos que a Larsen (del que hablé hace un tiempo) sentado a dos mesas de distancia, con otros dos chicos que también conozco, uno es su ex y el otro solo un amigo.

Desearía tener un borrador omnipotente y pasárselos por encima eliminándolos así del cosmos.

Así que los saludo con mi mejor sonrisa y mi mano arriba.

Asquerosa pero dulce hipocresía.

No los odio en realidad, pero todo esto me está incomodando mucho.

Ellos allí, esta chica pérdida en su móvil frente a mí (mascadora compulsiva de chicle), la chica que atiende, esa misma que creyó que mi amigo y yo eramos pareja ¿Tenía que trabajar hoy?. Increíble. Y por último, ver a Brandon coqueteandole a esa otra chica. Estoy atrapado, y en este momento no sé qué más hacer aparte guardar silencio. Odio este tipo de situaciones.

Y como no dispongo de un celular para distraerme... tengo que soportarlo.

Respiro profundo y sigo comiendo mi rebanada de pastel de arequipe. Al menos esto lo disfruto.

Una hora transcurre y yo sigo igual; mi ansiedad incrementándose lentamente. Juego con los hielos en mi vaso que antes tenía jugo, hasta que los cubitos se deshacen y no tengo nada más que hacer.

El tiempo se mueve con tal lentitud y el aburrimiento se propaga a tal punto que considero tentadora la posibilidad de ir y sentarme junto a mi ex y sus amigos que al parecer hablan sobre series y grupos musicales.

Veo a Brandon, sonriendo, esa sonrisa blanca y perfecta que desearía fuera para mí. Esa mirada engreída y dulce, esos comentarios ingeniosos y llenos de picardía y estupidez. Pero ese no es el caso, y deseo superarlo de una vez. Le he tomado mucho cariño y se ha vuelto importante para mí en poco tiempo, pero me resulta muy dificil verlo así. Y debo luchar con las ganas de alejarme, solo los cobardes huyen.

Aún así, minutos después, me levanto.

—Ya vuelvo, iré al baño —digo antes de alejarme. Brandon apenas me da una mirada antes de regresar su atención a la chica. Creo que alguien lo pasará bien esta noche, aunque él no parece un tipo de esos. A veces no lo entiendo.

Salgo de la tienda a tomar aire. Brisa fresca sopla con agrado aunque no puedo decir lo mismo de los olores.

Me aparto de la visibilidad del cristal y entonces me topo con una joven que está fumando, mientras escribe en su teléfono como si no fuese peligroso ¿En que país creé qué está?.

Por Siempre, Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora