📍Argentina, 2021
Un pase libre directo a la mierda es el que tenía reservado para Otamendi justo ahora ¿Cuál era la necesidad de entrar así al consultorio de Olivia? ¿Cómo me cagas así el momento, hijo de puta?
-Ota, pasa- ¿para que lo llamas?
Volvió a abrir con delicadeza la puerta afectado por la situación
-Perdón, no sabía que estaba el Dibu acá- dijo entrando al consultorio
-No pasa nada- ¿No pasa nada? Olivia, ¿enserio? –Termino con él y después pasas vos si quieres-
-Dale- respondió escabullándose por la puerta –Sorry, por entrar así, eh-Hijo de puta
-Bien, ¿seguimos?- cuestiono ella con su dulce voz, mientras la veía embobado
-Si, por favor- respondí inconsciente
Si, la tensión seguía allí pero ella estaba marcando notablemente su distancia mientras sostenía su profesionalismo en alto, pero por mi parte no podía ignorar su presencia, su aroma cuando la sentía más cerca de mí y la forma en la que ejercía presión sobre ciertas partes de mi cuerpo. Cerré mis ojos ante el contacto de sus manos sobre mi piel, lo hacía lento y delicado provocando que toda la tensión que sentía se esfumara de golpe quedando a disposición de aquella mujer que tenía las manos más gloriosas. Me sentía en la gloria misma. Ella sabía sin preguntar qué parte centrar toda la presión de sus movimientos, con más fuerza o con más delicadeza. Sí. Justo en el punto exacto. Ya me sentía completamente entregado a que siguiera haciendo todos los masajes que hacían falta, sin que nada interrumpiera esta sesión paradisiaca.
-¿Emiliano?- sentí su voz
-Si- respondí abriendo mis ojos mientras me incorporaba
-¿Estas bien?- pregunto viéndome detenidamente
-Sí, si- respondí
-Ya terminamos- dijo desechando los guantes –ya puedes cambiarte-
A duras penas me cambien resignado por que aquella magnifica sesión había dado a fin
-¿Qué te parece si nos juntamos a charlar para decidir qué nombre le pondremos al bebé?- dije inesperadamente
-Sí, no tengo drama- respondió mientras se dirigía directo a la puerta
-Te... busco cuando termines- dije acercándome hacia ella
-Te aviso cuando este libre- dijo esbozando una pequeña sonrisa
Salí del consultorio de Olivia sintiéndome un boludo por no haber podido decir algo más y peor cuando recordé la interrupción de Otamendi. Ahora lo mato. Desorientado seguí caminando hasta la cancha donde estaba el resto de los chicos dispersos.
-Wacho, so' tremendo vo'- me señaló Ota, mientras se burlaba a sus anchas
-Sos boludo enserio, no- me acerque amenazante
-Nah, la cague mal, perdón- rio
-Da', anda- conteste empujándolo
...
La noche llego muy temprano y el frio era más notorio, nos encontramos todos yendo camino al comedor para cenar y después ir cada uno a su habitación. Nos sentamos ya cada uno con su respectiva cena sobre la bandeja y así inicio una cena tranquila y muy divertida como cada noche. El ambiente era perfecto, hasta que recorrí con mi mirada el lugar y me percate que la mesa donde comían siempre Pablo, Daddy y Olivia estaba desocupada, lo cual me extraño muchísimo. Terminamos de comer y cada uno volvió a sus respectivas habitaciones, allí revise mi teléfono buscando un mensaje de Olivia, pero nada, no había señal de ella. Habíamos quedado en hablar pero era ella la encargada de llamarme ¿y si la busco? ¿Se habrá dormido ya? No creo, es temprano todavía.
Indeciso salí de la habitación directo hacia la de ella, con la esperanza de encontrarla allí. Me quede parado frente a la puerta y suspire seguidas veces, para después golpear y quedar en silencio esperando escuchar sus pasos o algún indicio que me diera de que estaba allí
-¿Emiliano? ¿Paso algo?- pregunto apareciendo tras la puerta
-Vine para que hablemos- respondí - ¿puedo pasar?-
-Sí, pasa-dijo, abriendo por completo la puerta dejándome pasar
-¿Estabas por dormir ya?- cuestione
-No, estaba organizando lo de mañana – respondió
Lucía un tanto nerviosa mientras guardaba sobre su cajón papeles que tenía sobre la cama, cuando guardo todo volvió hasta el mini living que tenía la habitación y se sentó en uno de los sillones desocupados
-¿Por qué no fuiste a comer?- pregunte
-Comimos en el consultorio de Daddy- respondió –Había que terminar trabajo atrasado-
-¿Cómo te sentiste estos días últimamente?- quise saber
-Bien dentro de todo, termino el día muy agotada, a veces tengo mucho sueño y los antojos me atacan de golpe de vez en cuando a horas impensadas –
Si, sabia de sus antojos a la horas impensadas que ella decía y lo sabía por qué la tomaba en cuenta en cada paso que ella hacia adentro sin siquiera darse cuenta
-¿Antojos? ¿Antojos de qué?- indague
-Chocolates- el chocolate en barra, con maní, con dulce de leche y hasta un mínimo trozo que hubiera allí, amargo o semi amargo, por supuesto que lo sabia
-¿Y los pudiste conseguir?-
-Sí, Laura, la asistente de cocina, me los consigue siempre-
-Qué bueno-
La fluidez que había allí, o el comentario de alguna mínima anécdota que ella tenía me hacía creer que esta porción de espacio me había devuelto por un segundo a Olivia, mi esposa, aquella que sonreía con naturalidad, la que se divertía con mis caras tontas o la que dibujaba en el aire una carcajada que me hacía sentir feliz con ella. Mi Olivia, la que tanto extraño.
-¿Y? ¿Ya tienes una idea que nombre puede ser?- pregunto ella
-Había pensado para ambos casos- respondí pensativo
-Si es niña...-
-Eda-
-Ava-
-Ada-
-Ambar-
Si es niña, debíamos decidir uno y quedarnos con el que más nos gustara a los dos, pero por el momento teníamos pensados nombres distintos
-Todos son bonitos- opine
-¿Y en el caso que fuera niño?- pregunto interesada
-Había pensado...-
-Santiago- coméntanos al unísono
Nos miramos casi al instante, riéndonos por la coincidencia clara que había generado aquella pregunta, nos habíamos unidos en pensamiento provocando la sorpresa en ambos. Después de tanto nos vimos unidos nuevamente.
©annita_sca
ESTÁS LEYENDO
Calamitoso Divorcio |Emiliano "Dibu" Martínez|
Hayran Kurgu-Y ahora yo los declaro... Marido y mujer. Puede besar a la novia- Si, esa, la misma imagen de ese maravilloso día, es la que tengo ahora en un cuadro frente de mí mientras descansa la décima copa de vino sobre mi mano. El enorme ruido del silencio...