Capítulo 2.- Los nuevos Bonnie y Clyde:

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Habían pasado 30 minutos en el auto, un silencio muy incómodo, Charlie al ver que él no comenzaba una conversación se mantuvo callada después de los pocos intentos fallidos en tener un tema a conversar, le preguntó si la vivienda estaba muy lejos y solo dijo "no", le preguntó si solía ir muy seguido a la ciudad y recibió un "sí", le pregunto si llevaba mucho tiempo conduciendo y recibió un "no mucho", se rindió y decidió mantener su mirada clavada en la ventana, ya había oscurecido y la lluvia no ayudaba a tener una visión del exterior del vehículo, su auto era una camioneta Dodge azul marino, realmente los asientos eran muy cómodos, aunque el único inconveniente era que sus maletas estarían mojadas, el auto se detuvo de repente y Alastor apagó el motor.


-Hemos llegado querida - dijo él saliendo del auto - coge el paraguas y espérame en el pórtico - Charlie obedeció y lo vio recoger sus tres maletas y caminar con total tranquilidad y sonriente hacia ella como si no existiera lluvia alguna, tuvo el impulso de ir y cubrirlo con el paraguas, se encontró peleando consigo misma de hacerlo o no, pero el ruido de las maletas golpear el suelo la despertaron de su lucha interna - bien, hogar dulce hogar... - sacó unas llaves del bolsillo y abrió la puerta - después de ti querida... - cediéndole el paso a Charlie.


-Gracias... - dijo ella entrando a la casa, por un momento le pareció irónica la situación, parecían una pareja joven de recién casados llegando a su nuevo hogar, él llevando las maletas, diciéndole sobre nombres cariñosos y cediéndole el paso a su nuevo "nidito de amor", cosa que la hizo pensar en Anthony llamándolo lobo solitario - bonita casa... - lo vio sonreír orgulloso de lo perfectamente organizada que la tenía mientras dejaba las maletas en la entrada, notó en la decoración muchas cabezas disecadas de animales y le pareció un poco siniestro e imponente - ¿Y su familia?


-¿Qué familia? - dijo Alastor quitándose el abrigo empapado y lo llevó a una habitación cercana que bien podría ser el baño.


-Bueno - respondió la chica - tiene una casa grande, siendo apuesto y con la edad que tiene creía que ya estaría casado y con hijos - rió nerviosamente, no se podía creer lo que le acababa de decir, lo llamó apuesto, no había necesidad en dejarle claro que ella se había fijado que es atractivo, se sorprendió al verlo reír vaporosamente.


-Jajaja... oh... querida... tienes muy buen sentido del humor, no recuerdo a nadie decirme algo como eso - haciendo como intentar recordar a alguien siquiera - muy divertido sin duda... - encendiendo las luces y enseñándole el salón e invitándola a sentarse - si quieres saber si hay alguien más viviendo en esta casa, te diré querida mía que no hay nadie más que nosotros... - observando a la chica ponerse nerviosa - por lo que tu paz personal no será alterada.


-Pero... ¿cómo es posible?, - respondió ella observándolo con incredulidad - es decir tiene 26 años... ¿no? ¿Algún compromiso tendrá...?, no sé de nadie que esté soltero aun con 23 y tiene esta casa... - observándolo acercarse y sentarse a su lado con la misma tranquilidad con la que caminaba bajo la lluvia - ¿digo? - tragando saliva.


-Querida... - soltó Alastor - veo que estás bien informada al respecto de mi edad... - entregándole una toalla, que ella recibió titubeando - considero más que factible que nuestras vidas personales no son asunto del otro - comenzó a moverse entrando a la cocina - pero si te hace sentir más segura, esta casa y la propiedad que la rodea la heredé hace mucho tiempo - regresando con una bandeja, sirviendo un té para ella y un café para él, posándolos en la mesa de centro - me gusta la tranquilidad del lugar y no tengo pensado contraer matrimonio en los próximos... - haciendo como pensando una fecha en concreto - 90 años, ni mucho menos tener una prole, niños en esta casa ni hablar... no, no, no... - cambiando su mirada pero aun manteniendo esa sonrisa, Charlie no sabía si sentirse tranquila o sentir escalofrió, ya que su mirada y su sonrisa le producían ambas cosas, pero por alguna razón sus ojos le parecían tan hipnóticos y atrayentes, que se quedó concentrada mirándolo fijamente atendiendo a cada palabra, se sentía como una presa observando atentamente a un depredador - he estado pensando, sobre el hecho de que te quedes hasta que encuentres algo y creo que no encontrarás nada.

La Parca de Wendigo (Hazbin Hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora