Capítulo 20.- "Wuu ku helay":

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Alastor le enseñó a despellejar el conejo a Charlie, a ella le pareció aún más desagradable que desplumar al pollo, mientras él troceaba zanahorias le pidió cortarle la cabeza en dos y ella refutó “oh… pero es ahí donde tiene su naricita”, Alastor no pudo evitar girar a verla con un ligero tic en el ojo ante aquel “fundamento” y ella comenzó a jugar con sus dedos avergonzada porque sabía que había quebrado algo en su interior, quizás estuviera pensando en lo tonta que se oía al defender un conejo ya muerto y a punto de ser su cena o quizás haya tenido el mal recuerdo de cuando Anthony le robó su cena al sentir pena por el cerdito y temiera quedarse otra vez sin cenar.

Terminaron de cocinar y la verdad es que olía de maravilla, cenaron agradablemente hablando del paseo de mañana, es cuando supo que los caballos los iban a tomar prestados de Holbert, al terminar recogieron, revisaron los cerrojos y se sentaron a ...

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Terminaron de cocinar y la verdad es que olía de maravilla, cenaron agradablemente hablando del paseo de mañana, es cuando supo que los caballos los iban a tomar prestados de Holbert, al terminar recogieron, revisaron los cerrojos y se sentaron a jugar dos partidas de ajedrez, a Charlie le extrañó que él no fuera tan insistente, normalmente tenían entre 8 o 17 partidas o hasta que ella dijera basta, pero se excusó de estar un poco cansado y que mañana saldrían temprano, así que habría que meterse pronto a la cama, ella se encogió de hombros pensando que tiene razón, subieron las escaleras y él la cogió de la cintura y dio un ligero mordisco en su cuello haciéndola gemir.

-No voy a obligarte… - le susurró – será lo que tú quieras… - ella se giró para estar cara a cara con él y sujetó sus mejillas tirando de él a sus labios, no la rechazó y la guió a su habitación – tu eres parfaite… - quitando los botones del vestido, suspirando, besando su cuello, mientras ella abría su chaleco y metía las manos por debajo de su camisa, terminaron de desnudarse.

-Al… - dijo ella suspirando mientras él recorría con las manos su cuerpo, su pecho y su cuello con su lengua, se tumbaron en la cama, ella se puso encima de él se besaron, la acomodó para introducirse en ella haciéndola gemir, comenzaron a moverse, mientras acariciaba su busto, pero ella le quitó las manos reclamando - ¡No me toques…! – ahí estaba otra vez queriendo el control, a él no le molestaba dárselo, de hecho, le gustaba que ella reclamara por ello.

-¡Oh…! ¡si…! ¡Charlotte…! – en los últimos encuentros que había tenido con ella no había caído en cuenta que no dejaba de susurrar su nombre, la dejó hacer lo que quería contemplándola moverse, se mordió el labio para resistir tener que tocarla, pero deseaba más fuerza, sabía que podía hacerla gemir más.

-¡Si…! Oh… Alastor… ¡si…! – no pudo soportarlo más, él también quería lo suyo, también quería controlar la intimidad que tenían, morderla y saborearla, la sujetó de los brazos y la tiró a la cama para posicionarse encima ante la sorpresa de ella - ¡Al...!

-Va siendo mi turno primor… - mordisqueo su clavícula y comenzó a embestirla con fuerza.

-¡Si…! ¡si…! ¡si…! – estaba disfrutando mucho de sus caricias, sus besos, sus embistes, sintió los dedos de él sujetarla fuertemente de sus caderas que ya le estaba clavando las uñas y eso la excitó aún más - ¡Alastor…! ¡Al…! ¡oh...! ¡Si…! – sentía el éxtasis inundarla, su cuerpo temblaba de un placer indescriptible, ese hombre le pertenecía mientras intimaran y ella le pertenecía, le amaba demasiado como para arruinarlo diciéndole que le ama y correr el riesgo de parar aquella “aventura”, él jadeó con fuerza, lo sintió temblar con eso supo que él también había llegado al orgasmo al igual que ella, apartándose y dejando libre su clímax en otra parte – oh… vaya… - intentando recuperar el aliento.

La Parca de Wendigo (Hazbin Hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora