Epílogo;

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EPÍLOGO:


—Mi trasero luce enorme con este pantalón —susurró Kim mirándose contra el espejo decorado con flores que había en la entrada.

Mina lo miró y asintió.

—Sí, luce enorme.

—Lo usaré más seguido.

—No me opongo a la idea —murmuró Asher dándole una mirada larga.

Lexie se rió y se aferró al brazo de Levi, sintiendo su corazón estallar por ese momento depaz que estaba viviendo; había perdido parte por parte todo lo que había conocido y creído en su vida y sin embargo, estando ahí rodeada de sus amigos, sintió que pertenecía a algún lugar desde que había descubierto la verdad.

El baile de la corona era algo con lo que había soñado desde el momento en el que llegó a Aselan, soñando con bailar junto a la luna y las estrellas de la mano del amor de su vida, segura de usar un vestido largo y una corona de flores que la hiciera aparecer la más hermosa del lugar.

Aselan era su hogar. Y no iba a permitir que alguien se lo arrebatara.

Había pasado un mes de quietud para ellos, no había señales de Casiopea o de algún ritual. Todo parecía extrañamente tranquilo. Y lo agradeció, porque esos segundos que estaba teniendo ahí, era todo lo que necesitaba para recordar que ella no era una chica corriente y no lo sería nunca más.

Si su madre y el mundo entero quería irse contra ella, que lo hicieran, porque estaba preparada para demostrar de qué estaba hecha.

—¿Me concede la más hermosa mujer de este lugar un baile? —la voz sedosa de Levi le hizo salir de sus pensamientos.

Estaba frente a ella, inclinado con la mano extendida y luciendo encantador en el traje negro hecho a medida. No llevaba corbata y los dos primeros botones estaban sueltos, dándole un aspecto revoltoso que la hacía temblar, porque eso era él, acción, diversión y deseo.

Sonriendo, Lexie tomó su mano y se dejó guiar hasta el centro de la pista, dónde ya las personas se movían de un lado a otro al ritmo lento del vals que estaba sonando.

—¿Te he contado alguna vez que la primera vez que nos vimos fue en un baile?

Lexie negó y apoyó su frente en el pecho de Levi, sintiendo el calor de su cuerpo como un abrigo cálido a su corazón.

—Fue la noche en la que te presentaron como heredera —comenzó—. Usabas un vestido amplio y pude escuchar tus latidos desde la lejanía. Sabía que estabas en algún lugar de ese castillo.

—¿Vivía en un castillo?

—Por supuesto, eras la princesa fénix —le dió la vuelta y la inclinó un poco antes de jalarla nuevamente contra su pecho—. Y eras tan prohibida para mí —se rió.

—¿Por qué no te rendiste?

—Jamás podría.

—Habría sido todo más sencillo para ti.

—No estaba interesado en lo sencillo, pétalo —se encogió de hombros—. Podría haberme peleado con todo el infierno por tenerte.

—¿Qué sucedió luego?

—Me dijiste que no ibas a caer a mis pies.

—Vaya, creo que me ha tocado tragarme mis palabras.

—En cada vida estaremos juntos —sonrió contra su cabello—. No hay un solo universo que pueda contener la fuerza de lo que somos juntos.

Una sonrisa curvó los labios de Lexie y se mantuvo en silencio, nuevamente con su cabeza pegada al pecho de Levi y sintiéndose reconfortada por sus latidos suaves.

La canción se detuvo hasta pasar a una más, así que con una sonrisa, Levi inclinó a Lexie y la sostuvo fuertemente, dejando un beso sobre sus labios. Estaba tan atrapado en ella, de una manera majestuosa y natural, tal cuál el destino había dispuesto para ellos.

Y ahí, mientras la sostenía en sus brazos y bailaban al ritmo de una canción desconocida, reafirmó que no había nada más que quisiera en el mundo que amar a Lexie.

Siguieron bailando y riendo sin descanso durante toda la noche, algunas veces bailaban todos juntos y otras veces, solo eran ellos dos acurrucados el uno contra el otro mientras se susurraban cada sentimiento que ahora podían decir libremente. En algún momento, mientras el amanecer comenzaba a asomarse entre la punta de los altos árboles que bordeaban Aselan, Lexie sintió la fuerza del miedo de todo lo que tendrían por delante.

Estaban por vivir la peor de las pesadillas y luchar contra la maldad era como meterse en la boca de un lobo hambriento.

—¿Levi?

—¿Sí, pétalo?

Alzó su mirada para enfocarse en esos hermosos ojos color fuego que la habían consumido desde el primer segundo, siendo todo lo que necesitaba para mantenerse en tierra firme.

—Tengo miedo de despertar —susurró con voz pequeña.

—Tener miedo es razonable, pétalo —dijo—. Es un cambio que desconoces, sin embargo, tú eres el ser mágico más fuerte del universo por una razón; esa oscuridad es parte de ti tanto como lo es la luz de tu magia. No tiene que ser algo malo solo porque se ha usado para algo malo. Cada persona humana o mágica tiene el poder de decidir, Lexie —besó su nariz—. Tú puedes decir si quieres ser la luz, la oscuridad o ambas.

—¿Ambas?

—Yo soy un fénix —se señaló a sí mismo—. Consumo vitalidad de cada persona a mi antojo, es lo que mi especie hace, yo deseo la agonía, el miedo y la angustia de las personas —se mantuvo en silencio unos segundos—. ¿Sabes cómo elegí usar mi don?

Lexie negó con la cabeza.

—Consumo el miedo de cada persona que ha infundido miedo. Pederastas, abusadores, asesinos y cada alma que está corrompida. Yo soy el verdugo de cada uno de ellos y su sufrimiento es mi elección. Tú puedes decidir también.

El amanecer terminó de salir en el cielo, brindando una hermosa vista de rosados y naranjas haciendo juego mientras ambos se quedaban en silencio. No había más que decir.

Sin embargo, toda la paz que el amanecer les había brindado fue apagada cuando Lexie comenzó a gritar desesperadamente, sus ojos llorosos mientras su cuerpo se prendía en un ardiente fuego. Todo sucedió a una velocidad atroz, cada centímetro de su cuerpo fue consumido por el fuego y así mismo, se extendió por todo Aselan hasta dejar todo pulverizado.

—¡Pétalo! —gritó Levi, siendo agarrado por Asher cuando intentó lanzarse al fuego.

Todo Aselan se había desintegrado bajo las llamaradas de fuego. Y Lexie se había consumido con él. 

SANGRE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora