Capítulo 4;

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CAPÍTULO 4:


Aselan siempre se había caracterizado por su vegetación con árboles altos y llenos de mucha vida. Una parte que siempre solía resaltar, era el lago cristal, rodeado de rocas de diferentes tamaños y con algunos rayos de sol impactando en él.

Lexie estaba sentada sobre una de las rocas frente al lago, justo donde había celebrado su no tan sorpresa fiesta de cumpleaños. Amaba ese lugar.

Una melodía sonaba por todo el lugar mientras ella meneaba la cabeza y revisaba alguno de los bocetos viejos que tenía en su carpeta, habían colores regados y algunos lápices. Le gustaba inspirarse en el lago, meter sus pies en el agua fría y dejar volar su imaginación. Era su manera de conectar consigo misma.

Había aprendido a ser amiga íntima de la naturaleza, a escuchar los cambios y sentirse en absoluta paz simplemente estando rodeada de árboles y flores; los sonidos que se emitían eran un arrullo.

La primera vez que había ido al lago fue acompañada de su tía Jinnie, recordaba mucho haberse sorprendido por la inmensidad del lago ante su visión como una niña pequeña. Había disfrutado tanto bañarse dentro del lago, también recuerda que su tía le recordaba cada tanto estar atenta y no perder su collar de nacimiento, ese que sus padres le habían dejado.

Ese día también había disfrutado mucho los colores de las flores, pues aunque no tenía recuerdos muy exactos, antes de eso no tenía conocimiento de haber visto tantas flores hermosas y coloridas, claro que solo en Aselan había tanta diversidad de flora.

Suspiró con nostalgia, de eso hacía ya mucho tiempo.

—Lexie —una voz masculina la saludó—, qué casualidad encontrarte aquí.

Frente a ella, vestido de negro y con una chaqueta gris, se encontraba Levi Lennox: llevaba el cabello negro peinado hacía abajo y se percató de que tenía un pequeño undercut, lo que le daba un aspecto bastante... amenazante, o encantador. No lo tenía claro aún.

Lo miró alzando una ceja y chasqueó la lengua.

—Me da la impresión de que no fue casualidad.

—Tienes razón —sonrió—. La mafia siempre encuentra lo que busca.

Lexie alzó la mirada.

—¿Soy objetivo de la mafia?

—No —Levi hizo una pausa—. Solo mío.

Aunque la frase fue lanzada con un tono tranquilo, un hormigueo se formó en las palmas de las manos de Lexie. La frase en sí, sonaba algo obsesiva y con doble intención. Pero estaba segura de que era un conjunto de todo, la luz oscura del atardecer, su instinto de autopreservación y los ojos ámbar. Esos ojos que la estaban mirando tenían mucho que ver.

Esa absurda familiaridad que sentía era ilógica, sobre todo.

—¿Debo correr asustada? —preguntó al final.

—Correr sí —le sonrió—. Asustada, no lo creo.

—Eres un chico muy extraño, Levi Lennox —murmuró Lexie meneando la cabeza—. Seguro eres escorpio.

—Yo usaría la palabra encantador —Levi se sentó a su lado, dejando el suficiente espacio entre ellos para no hacerla sentir incómoda—, y soy tauro, de hecho.

Lexie entrecerró los ojos.

—¿De abril o de mayo?

—¿Por qué? ¿Me harás una fiesta sorpresa?

SANGRE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora