Capítulo 8

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Zehra.

El sonido del despertador esfumó el grandioso sueño que estaba teniendo. No quería abrir los ojos, es domingo por la noche mi jornada de trabajo había terminado hace unas cinco horas atrás así que como faltaban muchas horas para que Irina pasara por mi opté por dormirme. Bajé a la cocina por un vaso de agua.

Faltaban pocas horas así que opté por darme un baño. Me lavé los dientes, me sujete el pelo, me puse un poco de maquillaje, solo rímel y un poco de rubor y labial, era lo mejor que podía hacer a estas horas de la noche.

Salí de mi cueva con mis maletas en cuanto el timbre sonó. Ahí se encontraba el mismo señor que me llevó al cuarenta aniversario de la empresa, sonrió y se ofreció a llevarme las maletas a lo que yo no me negué.

—La señorita Irina la espera con una copa de champán dentro del coché —me avisó.

¿Champán a estas horas?

Una vez dentro del carro Irina me saludo con una amigable sonrisa y cálido abrazo, yo le correspondí y me acomodé en el asiento. El auto se puso en marcha y durante el camino Irina me hablaba de la última vez que visitó Ibiza.

—Los hombres españoles son tan guapos, de ahí me vino la inspiración para escribir "Un cuento de hadas en Ibiza".

¿Enserio? —asintió.

—Los hombres son unas máquinas sexys, y en la cama tienen ese sazón que mata a cualquiera, de tan solo pensarlo se me eriza la piel —se carcajeó un poco— espero que disfrutes este viaje, así como yo lo haré.

Me miró directamente a los ojos causándome un poco de escalofríos. Asentí algo insegura, yo también espero disfrutar el viaje, pero a mi manera.

...

En el aeropuerto, como siempre, sentí una emoción malsana, odiaba volar. Mis piernas no dejaban de temblar y mi incomodidad empezaba a empeorar a medida que avanzaba más hacia el avión, lo bueno de todo esto es que no estaría viajando con un montón de personas.

La puerta del avión privado de Irina se cierra, la azafata se asegura de que todo esté en orden y a los minutos el capitán avisa que comenzará el despegue. Me agarré fuerte del asiento y aguante la respiración hasta que deje de sentir que el avión se movía.

—¿Por qué te da miedo volar? —preguntó Irina mirando hacia su revista de moda.

—Soy claustrofóbica, además heredé de mi madre una especie de poder.

—¿Poder?

—Si, es una especie de oscuridad, puedo sentir la muerte que me acecha en todas partes.

—Dios, eso suena un poco turbio, tal vez sea solo la paranoia, pero creo que te entiendo, ¿por qué deberíamos confiar en una lata voladora con motores?

Me encogí de hombros, suspiré quedándome un poco más tranquila. El vuelo transcurrió con tranquilidad, nada fuera de lo común ocurrió. En la terminal de salida, ya nos estaban esperando Aleksandr y Vladimir, ellos por alguna razón se nos habían adelantado.

—¿Como estuvo su viaje? —preguntó Vladimir, queriendo iniciar una conversación.

—Normal —contestó Irina, sería.

Algo me dice que entre ellos ocurrió algo muy apasionante. Creo que tengo una nueva idea pera mi libro. Aleksandr se encontraba sentado a mi lado, pero parecía no tener interés alguno de mi presencia, ya que no me saludo cuando me vio y en el tiempo que llevamos en el auto no me ha dirigido la palabra, ni mucho menos la mirada. Su bipolaridad tiende a estresarme más de lo que debería, tal vez porque le doy mucha importancia a todo lo que tenga que ver con el, lo que no me agrada para nada.

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora