Capítulo 25

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Zehra.

Aleksander me llevaba cargada a la habitación ya que el helicóptero en mi cabeza no me facilitó caminar, y la doble visión tampoco fue de mucha ayuda.

—Bájame, puedo caminar desde aquí—balbuceé una vez en el pasillo.

—No, si te dejo caminar te vas a comer el suelo como hace dos minutos atrás.

—Bájame —ordené.

Este suspiró y me miró rendido, sabiendo que no iba a dejar de insistir hasta que no me bajara.

—Como digas, cualquier accidente que suceda es bajo tu responsabilidad.

—Si, si, si, como tú digas.

Me dejó lo más cerca de la puerta, me agarré del marco dándome cuenta de que para llegar a la cama iba ser una batalla. Entramos a la habitación y mi estómago se había dado por vencido, así que corrí hacia el baño como pude, y sin esperar un segundo más caí arrodillada frente al inodoro y vomité una vez más, vaciando mi estómago por completo. Al terminar me lavé la boca y la cara.

—¿Estás bien? —escuché detrás de la puerta.

—Si, estoy bien —respondí algo débil.

Me quité la camisa que traía puesta ya que pequeñas gotas de vómito habían caído sobre esta, me limpié un poco el cuerpo y recordé que no tenía nada de ropa en la habitación de Aleksander, busqué por una toalla o bata pero tampoco había. Me dirigí hacia la puerta del baño y la abrí un poco ocultando mi cuerpo detrás de esta y sacando mi cabeza por el pequeño hueco que había hecho. Ahí estaba el, en la cama viendo su teléfono y me preguntaba que miraba con tanto interés a estas horas. No traía los chándales, llevaba unos boxers negros CK. ¡Oh, Dios mío, que hermoso es! Pensé cuando levantó los ojos de su teléfono. Mi cerebro crudo me dijo que lo provocara. Hipnotizada por la belleza que tenía frente a mis ojos, salí del baño y la preocupación de estar desnuda no estaba en mi cabeza. Caminé lentamente hacia el y gateé sobre la cama hasta llegar a el. Le quité el teléfono de la mano y lo tiré hacia algún lado de la habitación.

Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, y en vez de molestarse e irse por el, me tomó de las muñecas y me colocó debajo de él en menos de un segundo.

—Estaba haciendo algo muy importante.

—Tómame— susurré, mirándolo directamente a los ojos— métete dentro de mi, Aleksander.

Coloqué las manos detrás de su cabeza y abrí las piernas. El tan solo me miraba mientras que una sonrisa se dibujaba en su rostro, se inclinó sobre mi y me besó ligeramente la boca, y luego cubrió mi cuerpo desnudo con una colcha.

—Te dije que no es una muy buena idea que tomes. Buenas noches.

Su actitud dulce hacia mi propuesta me hizo sentir muy excitada. Me balanceé para darle un golpe en la cara, pero o era yo muy lenta o el tan rápido que me agarró de la muñeca y me inmovilizó.

—¿Qué querías hacer?

Me mordí el labio inferior, con una sonrisa juguetona.

—Suéltame —pedí, entre risas.

—¿Me ibas a golpear?

Negué haciéndole ojitos de niña inocente.

—¡Oh nena! No me mires así, no quieres jugar con fuego, créeme.

—Quiero jugar con fuego y quemarme —susurré.

Acerqué mis labios a los suyos y mi cabeza me repetía una y otra vez que lo devorara, y cuando lo iba hacer, este fue más rápido y se alejó de mi saliendo de la cama para luego caminar hacia la puerta. Antes de irse lo escuché decir:

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora