Capítulo 18

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Zehra.

Aleksander se sentó a mi lado mientras que atendía una llamada y habló hasta llegar a casa. No tenía ni la más mínima idea de que se trataba aquella conversación, porque en ruso entendía muy pocas palabras. Su tono fue tranquilo y objetivo, escuchaba más de lo que hablaba y no pude deducir nada de su lenguaje corporal ya que se veía muy relajado y despreocupado.

La camioneta aún seguía parqueada al frente de la casa, agarré la manija, pero la puerta estaba cerrada. Aleksander colgó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo y luego me miró.

—La cena será en una hora —me informó— Artem te avisara y te llevará al lugar de la cena.

La puerta del coche se abrió y vi a un hombre ruso vestido de negro como de costumbre extenderme su mano para ayudarme a salir de la camioneta. Le di la mano y le agradecí con amabilidad por su caballerosidad. Caminé hacia la casa y detrás de mi venia Artem, ya sabía que lo tendría pegado como chicle en mi cabello así que no me molesté. Llegué a mi habitación y Artem se había quedado parado en la puerta como si esperara el permiso de entrar.

Lo miré confundida, esperando a que hablara.

—En un momento, traerán todas las cosas que se compraron hoy. ¿Necesitas algo más? —preguntó cruzado de brazos.

—Si, me gustaría tomar una copa antes de la cena. ¿A menos de que lo tenga prohibido? —dije con sarcasmo.

—No pareces ser el tipo de mujer que le guste tomar.

—Las condiciones en las que me encuentro ahora mismo me hacen querer serlo.

El ruso sonrió y asintió con la cabeza, y luego desapareció en la oscuridad del pasillo.

Entré al baño, me quité la ropa y cerré la puerta. Me paré en la ducha y abrí el agua fría. Apenas sentía que podía respirar, el agua estaba realmente helada y mi vida no iba muy bien, cualquiera diría que soy estupida por no apreciar todo lo que tenía y todo lo que Aleksander estaba dispuesto a darme. El agua después de un tiempo se volvió agradable, cuando el agua helada refrescó mis emociones cambié completamente mi actitud. Me lavé el cabello y luego lo dejé con un tratamiento, el estrés que estaba viviendo me iba a dejar calva así que tenía que cuidar de él. Mientras pasaban los minutos pensaba en lo qué pasó esta mañana y luego lo qué pasó en la tienda. Estaba confundida, Aleksander era tan complicado e impredecible. Llegué a la conclusión de que si no aceptaba la situación y empezaba a vivir normalmente me cansaría y me volvería loca.

Realmente no tenía nada con que pelear y nada de que huir, tan solo tenía que adaptarme y aprender a disfrutar de la aventura que el destino me brindaba. Era el momento de aceptar mi destino, que por lo visto era este; vivir con mi secuestrador. Me enjuagué el cabello y lo envolví en una toalla, me puse la bata y salí del baño.

Docenas de bolsas llenaban la habitación, inmediatamente comencé a rebuscar entre ellas ya que se me había ocurrido una idea, quería jugar un poco. Si iba a quedarme aquí tenía que buscar una forma de no aburrirme y creo que ya la he encontrado. Cuando encontré lo que buscaba me lo coloqué, suavicé mi cuerpo con crema, y busqué por la lencería de encaje rojo, la favorita de Aleksander. Me coloqué un vestido negro y corto, algo transparente estaba segura de que este sería el vestuario que lo mataría.

Me senté en el tocador y antes de iniciar con mi cabello me tomé un sorbo de aquel champán que tanto quería, coloqué un poco de música y comencé a alistarme. And yes de Ariana grande comenzó a sonar y yo no dude en cantarla en voz alta, mi ánimo había mejorado un poco después de aquella ducha, mi cuerpo había quedado fresco y relajado y mi mente un poco calmada. Estaba decidida aceptar mi destino y si este era dejaría de quejarme. Aleksander a cumplido su palabra de no tocar a mi familia, y eso me deja tranquila.

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora