Capitulo 28

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Zehra.

Mi boca cayó al suelo al mis ojos deleitarse con la hermosa vista que me brindaba Mónaco. Desde el balcón de la habitación que me tocaba se podía ver absolutamente todo y apreciar lo rico que era este país, el viento cálido, y el sol ya estaba afuera. Eran las siete de la mañana y acabábamos de llegar, Artem salía y entraba de la habitación trayendo y dejando los equipajes.

—Listo, terminé— dijo algo agitado, volteé a verlo y se sacudía las manos, su rostro pálido estaba rojo y su traje desarreglado por el va y ven y el sube y baja.

—Esas maletas no son mías —dije al ver unas maletas demás en mi habitación.

—Lo se, son de Aleksander —colocó sus manos a los lados de su cadera— me dijo que las trajera aquí.

—¡Pero claro que no! —exclamé, molesta— tómalas y llévalas a otra habitación, aquí no hay espacio para el  —el me miró sorprendido.

Estaba molesta con Aleksander, durante el vuelo no me había hablado y me había tratado como si fuera una desconocida, se había sentado lejos de mi y cuando bajamos del avión que veníamos para acá me envió en una camioneta con los calenturientos e insoportables de Irina y Vladimir. Así que ahora yo no quiero saber nada de él, no tengo tiempo ni las ganas de entender su bipolaridad.

—Pero, Zehra...

Lo interrumpí.

—Pero nada, Artem, saca eso de aquí.

Artem suspiró cansado y se llevó las maletas de Aleksander, cerré la puerta y comencé a desempacar, algo me decía que estaría mucho tiempo aquí. Después de unas horas salí de la habitación y fui a dar un recorrido por toda la casa, al salir al jardín noté nuevas camionetas, camionetas que nunca antes había visto, además de eso hombres de negro con rostros totalmente desconocidos para mi, rodeaban toda la casa. Miré a mi alrededor y vi que Artem estaba hablando con el jardinero así que fui hacia donde el en busca de información.

—Zehra, que bueno que sales de la habitación, te presento a Vincent —miré al señor mayor que me miraba con una amable sonrisa.

—Gusto conocerlo, Vincent —le regalé una sonrisa amable.

—Igual señorita, yo seguiré cuidando de las plantas, con permiso —dijo y se retiró.

—¿Por qué hay tantos carros y hombres vestidos como tú? —pregunté, curiosa.

—Son amigos de Aleksander y Vladimir, se han reunido en el despacho.

—¿Sabes para que?

—Supongo que para hablar de negocios —dijo y comenzó a moverse por todo el jardín.

Lo seguí y entre los dos habíamos recorrido toda la casa.

—Gracias por acompañarme, me iré a dormir, estoy muy cansada —dije y me despedí de Artem para luego subir las escaleras y desaparecer.

Entré a la habitación y me coloqué una pijama, una vez que mi cuerpo topó el colchón, todo se volvió negro y pacífico.

...

Cuando me desperté lo primero que hice fue mirar el reloj, y sorprendentemente no había dormido más de cuatro horas, eran las doce de la tarde y el rayo de sol que entraba por el balcón calentaba la habitación, mi cuerpo se sentía pegado a la cama y cada vez que trataba de levantarme, mi cabeza era el ancla que me detenía de lo pesada que estaba. Decidí matar el tiempo hablando con mis padres y jugando en mi teléfono. Al sentirme más ligera y despierta intenté levantarme otra vez y no fallé, me maree un poco pero nada fuera de lo normal. Fui al baño y me desvestí, abrí la llave del agua y luego metí mi cuerpo empapándolo con el agua helada, lavé mi cabello y sin saltar ninguna parte de mi cuerpo me lavé.

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora