Capítulo 32

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Zehra.

—Gracias —dije, cerrando la puerta del taxi.

Me quedé parada mirando fijamente el edificio. Estaba nublado, el cielo amenazaba con llover y yo aún no me animaba a entrar a mi edificio, no podía creer que me encontraba en mi país y sin el. Me había ilusionado, me había enamorado de él, más de lo que yo hubiera querido, me había hecho dependiente a él y ahora olvidarlo me sería difícil.

Entré al edificio y subí las escaleras hasta llegar al sexto piso. Estaba frente a mi puerta y sin pensarlo dos veces saqué mis llaves y la abrí para luego cerrarla detrás de mi.

—¡Oh, Michal! —una voz conocida gimió en un grito.

Me di la vuelta y el cuerpo desnudo de mi mejor amiga Irenka saltaba sobre el chico desconocido. Mi boca cayó al suelo, asqueada y sorprendida, pues no me lo esperaba. Carraspeé, llamando la atención de ambos. Irenka se espantó y dirigió su mirada hacia mi, su rostro se enrojeció y sus ojos se abrieron como platos, me miraba como si hubiera visto un fantasma. Rápidamente se alejó del chico y se cubrió con un manta mientras que el chico se cubría con un cojín.

—Siento interrumpir, pero extrañaba mi hogar y a mi amiga —fingí una sonrisa.

Su rostro se relajó y formó una sonrisa, se veía feliz. Corrió hacia mi y me abrazó fuertemente.

—¡Oh mi patito, que alegría! —dio unos pequeños saltos.

—A mi también me alegra verte.

Se alejó de mi y volteó a ver al chico de antes.

—Puedes irte, tu ropa debe de estar seca.

Dijo y el chico se levantó y me miró algo avergonzado para luego entrar al cuarto de lavado.

—¿Qué haces aquí, por qué no me dijiste que venías?

—Es una historia muy larga —suspiré.

—Oh oh, no me confío de ese suspiro, ¿Que ocurrió? Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte.

El chico salió del cuarto y se despidió de Irenka, se marchó y yo me había quedado sola con Irenka.

—Vamos al sofá, te sientas y yo nos preparo un chocalate caliente para acompañar este clima.

Asentí.

Caminé hacia el sofá y las ganas de sentarme se me habían ido al ver un pegote blanquecino sobre el sofá.

—¿Que sucede? —miró a donde yo miraba— oh, tranquila, ya busco un paño y lo limpio —soltó una pequeña risa.

Aleksander.

¿Puedes callarte ya, Irina? —gruñí.

—¡Es que eres un completo idiota! —gritó, furiosa— le arruinaste la vida y lo acepté porque para mí si la querías, y ahora saltas con que la dejaste ir.

Me quedé en silencio.

—¿Por qué? ¿Por qué la alejaste? —siguió— ella te quería Alek, dime, ¿por qué?

—Por amor —musité— la dejé ir porque la amo, Irina. Hubiera sido muy egoísta mantenerla conmigo sabiendo el peligro que corre.

Ella bufó.

—Egoísta fuiste desde el principio, desde el principio supiste el peligro que correría ella, no te importó, aún así decidiste traértela y encerrarla, así que no es una excusa.

Mi mente entró en otra dimensión. La extrañaba, no habían pasado ni veinticuatro horas y ya sentía como la tristeza y soledad me abrazaban una vez más. Tenerla conmigo fue un sueño, amarla un privilegio, y preferiría tenerla lejos de mi y viva antes que tenerla enterrada bajo tierra. La amenaza de Jasha me había puesto pensativo y fue lo que me hizo tomar la decisión de dejarla ir, conocía perfectamente a Jasha, y siempre cumplía lo que prometía.

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora