Capítulo 33

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Zehra.

—¿Qué haces aquí?

Sonreía, nerviosa y tratando de no mostrarme aterrada ante su mirada. La mujer me miró fijamente, clavándome agujas con la mirada, se veía que no le agradaba mi regreso, ella aún esperaba una respuesta pero yo no me animaba a hablar.

—¿Te comieron la lengua los rusos, o que? —sonó intimidante.

—Te extrañé —mentí— déjame volver, Ágatha, necesito trabajo —le supliqué.

—Aún no respondes a mi pregunta ¿qué haces aquí?

—Decidí volver, extrañaba mucho mi país y este trabajo.

Ágatha frunció su ceño, como si supiera que le estaba mintiendo, tan solo esperaba que hubiera un puesto para mi.

—Como decidiste quedarte en Rusia ocupé tu puesto con otra persona más, no hay espacio para ti en la empresa—dijo seriamente.

—Pero...

—Pero nada —me interrumpió— la verdad es que encontré a otra persona que no me daba tanto dolor de cabeza como lo hiciste tú, y su trabajo es increíble, nunca he tenido quejas, tampoco he tenido que aconsejarla como lo hice contigo, aquella muchacha es estupenda y muy muy creativa —dijo con una sonrisa llena de orgullo.

La miraba sorprendida. Pensé que tendría mi trabajo anterior y mi mismo puesto pero al parecer no.

—Si no necesitas nada más puedes irte, tengo muchas cosas que hacer —caminó hacia la puerta y la abrió haciéndose a un lado.

Deprimida salí de su oficina. Me sentía triste y molesta a la vez, no tenía trabajo y necesitaba el dinero, ya no vivía la vida de lujos que tenía hace unos días atrás. Llevo más de dos semanas buscando trabajo y nada, poco a poco comenzaba a cansarme. Salí de la empresa y vagueé por las calles mirando y entrando a cada local que veía pero salía con malas noticias. Horas después decidí comprarme un sandwich y sentarme en una banca.

Comer y ver a los carros pasar fue lo que hice hasta que se hizo de noche, tuve muchas cosas en que pensar y en ese tiempo me respondí muchas preguntas las cuales nunca creí que tendrían respuestas. Caminaba por las calles que conducían a mi apartamento cuando de pronto veo un pequeño local que jamás había visto, estaba en una esquina y solitario, no habían carros, ni personas. Me acerqué con la esperanza de conseguir trabajo.

Abrí la puerta y la pequeña campana sonó, llamando la atención de la única persona en la tienda. Un chico rubio de ojos azules me miró y me sonrió, rápidamente dejó de hacer lo que estaba haciendo y se acercó a mi dispuesto a atenderme.

—Buenas noches —dijo.

—Hola, buenas noches —sonreí— solo quería saber si necesitaban a alguien para trabajar —estaba nerviosa.

—¡Que suerte! Estaba buscando a una ayudante, el negocio es nuevo y la verdad es que no tengo a nadie que me ayude —se arrascó la cabeza— y no caería nada mal tu ayuda, un gusto soy Stefan Wojcik, el dueño de la tienda —me extendió su mano la cual yo no dudé en aceptar.

—Soy Zehra Kowalski —sonreí- entonces ¿Si necesitas de alguien?

—Claro, y que bueno que apareces, estaba desesperado —se carcajeo— si quieres me das tu número y tu nombre y mañana empiezas a trabajar temprano, y si te gusta entonces hablamos del salario —asentí emocionada.

Stefan me pasó un papel y un lápiz y yo anoté mi información. Salí de aquella tienda con una sonrisa en el rostro, por fin había encontrado trabajo después de dos semanas en busca y nada. Cuando llegué al apartamento Irenka me esperaba con la mesa llena de comida, yo estaba llena, pero la emoción me había abierto el apetito.

My sweet Zehra[+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora