HERENCIA OSCURA [2]

CAPÍTULO XVI

La cabeza de Astra daba una y mil vueltas, mezclando palabras: Riddle, Voldemort, la Cámara, el diario... Algo les decía que aunque nada de eso tenia sentido ni congruencia, todo encajaba perfectamente, como un puzzle que después de tanto batallar estaba resuelto.

Miraban a Tom, al huérfano que se convirtió en el asesino de sus padres, y de otra mucha mas gente.

-Lord Voldemort.- susurró.- Ese es un nombre que yo ya usaba en Hogwarts, aunque sólo entre mis amigos más íntimos, claro. ¿Creían que iba a usar siempre mi sucio nombre muggle? ¿Yo? Que soy descendiente del mismísimo Salazar Slytherin, por parte de madre, ¿Conservar yo el nombre de un vulgar muggle que me abandonó antes de que yo naciera, sólo porque se enteró de que su mujer era bruja? No. Me di un nuevo nombre, un nombre que sabía que un día temerían pronunciar todos los magos, ¡Cuando yo llegara a ser el hechicero más grande del mundo!

-No lo eres...- niega Astra con su voz aparentemente calmada pero estaba llena de odio aunque el destello en sus pupilas la traicionaran y de sus pequeñas manos parecían querer formar cierta siluetas oscuras pero eran apenas perceptibles.

-¿No soy qué?- preguntó Tom bruscamente en sus pupilas igual salía ese destello rojo. Altair paso su mirada uno del otro viendo el mismo destello.

-No eres el hechicero más grande del mundo.- responde con la respiración agitada.

-Albus Dumbledore.- agrega Harry.- El es el mejor de todos.

-Todos lo dicen.- continua la azabache.- Ni siquiera cuando eras fuerte te atreviste a apoderarte de Hogwarts. Dumbledore te descubrió cuando estabas en el colegio y todavía le tienes miedo, te escondas donde te escondas.- Astra se paro de golpe y sin temor. Vieron como de la cara de Tom había desaparecido la sonrisa, y había ocupado su lugar una mirada de desprecio absoluto.

-¡A Dumbledore lo han echado del castillo gracias a mi simple recuerdo!- repone Riddle irritado.

-No está tan lejos como crees.- replicó Harry. Tom abrió la boca, pero no dijo nada. Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música y en sus brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos.

-Es un fénix.- señala Tom devolviéndole una mirada perspicaz.

-Fawkes.- dice impresionada.

-¿Fawkes?- musitó Harry.

-¿Y eso?- inquiere Tom mirando el fardo que Fawkes había dejado caer frente a los mellizos.- Eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio.