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Los jóvenes se encontraban en el gimnasio terminando el entrenamiento. Él era el capitán del equipo, y ella la manager. El día no había ido del todo bien para él: todos sus remates fallaban y la frustración lo consumía.
"Bien chicos, hemos terminado. Por favor, dejen todo como estaba al principio y pueden irse", ordenó Ame con firmeza. Todos obedecieron a la pelinegra, que esperaba pacientemente a Ushijima para poder irse juntos a descansar.
En menos de quince minutos, el gimnasio estaba limpio y ordenado. Ame se encargó de cerrar todo meticulosamente.
"Hoy fue un entrenamiento muy agotador, ¿no lo crees?" preguntó ella mientras caminaban juntos sosteniendo su mano.
"Fue un entrenamiento horrible, todos cometimos errores", respondió él con amargura.
"Son cosas que pasan, Wakatoshi. No siempre las cosas salen bien".
"¿Tú cómo sabes? No eres la que está en la cancha fallando remate tras remate".
Al escuchar eso, Ame soltó la mano de él, haciéndolo detenerse y voltearla a ver.
"¿Cómo puedes decir eso? Prácticamente yo soy la que examina cada una de sus acciones".
"No es lo mismo, solo miras y ya".
"¿Qué?"
"Pues eso, no puedes comparar lo que haces", replicó, mirándola fríamente. A veces se le olvidaba que Ame no solo era la manager del equipo, sino también su novia.
"Claro que no es lo mismo, pero no todo va a salir como quieras", dijo Ame, visiblemente molesta. Estaban discutiendo, y eso era evidente.
Como siempre, Ushijima la miraba fríamente. Ame sabía que no diría nada más y solo se iría si no le daba la razón en unos segundos.
"No tienes idea..." comenzó él, pero Ame lo interrumpió. Por primera vez, ella iba a ser quien se fuera primero, dejándolo solo a las afueras del gimnasio.
Durante el resto del día, no se hablaron. Aunque Ame lo extrañaba, no iba a dar un paso hacia atrás.
Al día siguiente, al llegar al entrenamiento de la mañana, Ame notó que todos actuaban como si nada. Parecían estar calmados.
"Ya llegó Ame", gritó el pelirrojo mientras se acercaba rápidamente, llevándola a un lugar lejos de Wakatoshi. "¿Qué ha pasado? Y no me digas que nada porque Ushijima ni siquiera ha rematado".
"Pues nada, cosas de parejas", respondió Ame mientras se alejaba del pelirrojo en busca de su tabla con escritos.
"¿Y no piensas contarme?"
"Claro que no, lo vamos a solucionar. O bueno, eso lo tiene que hacer él."
"¿Quieres que él dé el primer paso?" preguntó, exaltado.
"No hagas un escándalo", le advirtió Ame. Sabía que eso era casi imposible viniendo de él.
Después del entrenamiento, Ame estaba hambrienta, así que se apresuró a terminar todo para poder irse rápido.
Ignorando completamente la mirada del castaño al salir, sabía que él no se quedaría sin hacer nada.
Al dirigirse hacia la cafetería, alguien rodeó su cintura con grandes brazos y apoyó su cabeza en su hombro.
Ame sabía que no debía sentir lástima, pero era inevitable.
"Cariño", susurró Ushijima.
Un escalofrío recorrió a Ame. No era común que él la llamara así, pero sabía que debía mantener su postura. Se soltó del agarre y siguió su camino.
Ya habían acabado las clases y los jóvenes aún no se hablaban. Era hora del entrenamiento, así que Ame se dirigió al gimnasio. Para su suerte, no se topó con él en ningún momento.
Al entrar al gimnasio, notó que nadie había llegado, excepto él.
Ushijima la miraba, pero ella evitaba su mirada.
Se dirigió rápidamente al almacén cuando escuchó cómo se cerraba la puerta. Él ya había tenido suficiente.
"Perdóname, no puedo más sin tu atención. Me estoy volviendo loco sin ti", dijo con frustración. Al voltearse para verlo, Ame notó su mirada avergonzada.
Por muy difícil que fuera para ella, ya no pudo resistir. En menos de un segundo, se encontró abrazada a él.
"No vuelvas a decir algo así", dijo, acurrucándose en su pecho.
"No lo volveré a hacer, cariño", respondió él, acariciando suavemente su cabello.
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