El gimnasio estaba lleno de emoción mientras los jugadores de voleibol se preparaban para la práctica. El gemelo rubio, conocido por su personalidad entusiasta y un tanto descabellada, se acercó a sus amigos con una mirada conspiradora en los ojos.
"Bien, este es el plan", comenzó a decir mientras todos prestaban atención. "Tenemos que conseguirle una novia a nuestro capitán."
El castaño, más sensato y cauto, levantó una ceja. "Atsumu, no sé si esto es una buena idea. Podría salir mal."
Suna, sin inmutarse, continuó con su propuesta. "En un caso hipotético, ¿esto podría salir bien? ¿Y quién sería la víctima?"
"Con Ame", dijo el rubio orgulloso de su elección.
Suna, el castaño, arqueó una ceja con desconfianza. "¿Por qué con mi hermana?", preguntó.
Atsumu defendió su elección con convicción. "Ay, Suna, debes entender que ella es la única chica que habla a diario con Kita. Sería más fácil. Por favor, Suna, admite que te gustaría tener a Kita como cuñado."
Suna lanzó una mirada asesina al rubio. "Atsumu," dijo amenazadoramente, "estás llegando demasiado lejos. Y lo sabes."
Justo en ese momento, apareció la melliza de Suna, una joven que tenía una relación cercana con el capitán del equipo de voleibol.
"Hola chicos, ¿de que hablan?", saludó la chica con una sonrisa mientras se unía al grupo. Los chicos intercambiaron miradas nerviosas.
"Nada, solo estábamos hablando de Kita", dijo Atsumu con una sonrisa inocente, mientras recibía un codazo de su gemelo. "Ame, ¿qué opinas de Kita?"
Los chicos se volvieron para mirar a Ame, quien parecía sorprendida por la pregunta tan directa.
"Ame, perdona a este imbécil, está un poco loco", se disculpó Osamu, el castaño, con una sonrisa apacible.
Ame, confundida por la conversación, trató de responder cuidadosamente. "No te preocupes, Samu. Ya me voy. Tengo cosas que hacer en el gimnasio. Nos vemos."
La chica se alejó, dejando a los chicos mirándola con una sonrisa nerviosa.
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Más tarde, en el gimnasio, la manager del equipo, planteó una pregunta a los chicos, quienes estaban conversando en una esquina. Estaba claramente molesta.
"¿Por qué aún no llega Kita?" preguntó mientras los chicos se miraban nerviosos. "LES PREGUNTÉ ALGO."
Atsumu, en un intento de continuar con su plan, desafió a Ame, quien era la manager del equipo. "Tú eres la manager, Ame. Deberías saber dónde está tu novio."
Ame, visiblemente molesta, agarró la oreja de Atsumu. "Deja de decir esas cosas, Atsumu, idiota", le reprendió mientras él se quejaba. "Deja de insistir con Kita. Ya te dije que no hay nada detrás de eso."
Atsumu, todavía en manos de Ame, rogó: "¡AY, AME, TE JURO QUE NO VOLVERÉ A MOLESTARTE, PERO POR FAVOR, SUELTAME!"
Finalmente, Ame lo soltó, y en ese momento, el capitán del equipo entró al gimnasio, poniendo fin al enfrentamiento. Los chicos miraron a su capitán, sonrojados y avergonzados por su conversación anterior.
El capitán se disculpó y continuaron con su entrenamiento, pero los chicos estaban decididos a seguir con su plan secreto.
Después del entrenamiento, la manager y el capitán tuvieron una conversación sobre tácticas y jugadas en el voleibol. Los chicos los observaban de cerca, esperando una oportunidad para avanzar con su plan.
La manager preguntó: "¿Debemos mejorar algunas jugadas y los ataques rápidos de los Miyas?"
El capitán asintió y le agradeció. "Está bien, gracias", le dijo amablemente.
Mientras tanto, los otros chicos idearon un plan para que Ame y el capitán se gustaran. Mientras estaban a punto de irse del gimnasio, intentaron abrir la puerta, pero se dieron cuenta de que estaba cerrada con llave. En ese momento, recibieron un mensaje en sus teléfonos: "No los dejaremos salir hasta que se gusten."
Los chicos se miraron con desesperación y entendieron que su plan había sido descubierto. Ame suspiró y dijo: "Son unos idiotas."
El capitán, sonriendo, respondió: "Bueno, parece que nos han descubierto."
"Quería mantenerlo en secreto por más tiempo", agregó Ame con una sonrisa.
En realidad, los jóvenes llevaban saliendo en secreto desde hace algunas semanas, y ninguno de los chicos se había dado cuenta. Ahora, la situación había dado un giro inesperado, y estaban atrapados en el gimnasio, con sus amigos decididos a hacer que se gustaran.