Ame buscaba frenéticamente sus llaves entre los huecos de los sillones mientras escuchaba la voz de Suna resonar en la habitación.
"Tu hermano me comentó que tenías una cita", susurró él, captando su atención.
Sintiendo una mezcla de sorpresa y curiosidad, Ame respondió con cautela.
"Sí, es cierto."
Sin embargo, Suna negó con la cabeza de manera enfática.
"No, no puedes ir", dijo él con determinación, alzando las llaves que Ame buscaba con avidez.
Confundida y ligeramente frustrada, Ame extendió la mano hacia Suna, esperando recuperar sus preciadas llaves. Sin embargo, él las alejó de su alcance.
"¿Qué estás haciendo?", preguntó ella, con un dejo de irritación en su voz.
Suna apretó los labios, evidentemente preocupado por algo que Ame desconocía. Aprovechando su distracción, ella se acercó sigilosamente para arrebatarle las llaves de sus manos.
"Pero...", murmuró, siguiéndola con la mirada mientras avanzaba.
Ame, decidida a no dejarse intimidar, continuó su camino hacia la puerta sin voltearse hacia él.
"No veo cómo eso es relevante", respondió ella, manteniendo una actitud desafiante.
Suna, sin embargo, no cedió y repitió su advertencia:
"No vayas".
Ame se detuvo frente a la puerta, sintiendo una mezcla de inquietud y determinación. Caminó decidida hacia Suna, dispuesta a jugar su propio juego y obtener respuestas.
"¿Por qué?", preguntó ella, acercándose peligrosamente a su rostro.
Suna desvió la mirada, su atención oscilando entre los ojos y los labios de Ame.
"No lo entiendo", respondió él con una voz más suave y cargada de emociones.
Ame sonrió con picardía, disfrutando de su desconcierto. Sin embargo, la sonrisa solo pareció aumentar su frustración.
"Eso creo", comentó ella, manteniendo una postura desafiante.
El silencio se apoderó del ambiente, lleno de tensión y deseos contenidos. Ame rompió el silencio en un intento de despedida.
"Tienes razón, sigo sin usar mis palabras", susurró antes de alejarse de él.
Pero Suna no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. Con rapidez, tomó la mano de Ame y la atrajo hacia su cuerpo. Luego, suavemente, sujetó su rostro entre sus manos y la besó con pasión y urgencia.
Era un beso anhelado, un encuentro de labios que había sido pospuesto durante mucho tiempo. En ese momento, Ame se sintió deseada y amada como nunca antes. Sin embargo, en el fondo de su corazón, supo que ese beso llegaba demasiado tarde.
Cuando finalmente se separaron, ambos luchaban por recobrar el aliento, con sus frentes juntas en un gesto de cercanía íntima.
"Aún no logras expresarte con palabras", dijo Ame, tratando de mantener la compostura mientras